Desde el inicio de los enfrentamientos, el 7 de octubre tras un sangriento ataque de Hamás, más de 1,300 personas murieron en Israel, en su mayoría civiles. Entre los fallecidos hay igualmente al menos 258 soldados israelíes, según el ejército.
Los bombardeos de Israel contra el enclave han causado a su vez casi 1,800 muertos, más de 580 de ellos niños, según el ministerio de Salud palestino.
El ejército israelí llamó a "la evacuación de todos los civiles" de la ciudad de Gaza, en el norte del enclave, hacia el sur, "por su propia seguridad y protección". Por la mañana lanzó octavillas en árabe, urgiendo a los habitantes a abandonar "de inmediato" sus hogares.
El ejército dio un plazo de 24 horas, aunque admitió luego que esta evacuación "llevaría tiempo".
Hamás rechazó "la amenaza de los líderes de la ocupación (israelí) y sus llamados a dejar sus casas y huir hacia el sur o Egipto".
El presidente palestino, Mahmud Abbas equiparó el desplazamiento masivo de palestinos a una segunda Nakba ("catástrofe" en árabe), el exilio de 760,000 palestinos durante la guerra de 1948, que coincidió con la creación de Israel. La mayoría de los gazatíes son descendientes de esos refugiados.
Su primer ministro, Mohammed Shtayyeh, acusó a Israel de perpertrar un "genocidio".
Instan a Israel a aplazar sus ataques
La Liga Árabe estimó que la orden de evacuación constituye "un crimen que supera el entendimiento" y el rey jordano Abdalá II también advirtió contra "cualquier intento de desplazar" a los palestinos.
Mohammed Jaled, un habitante del norte de Gaza, de 43 años, decidió quedarse en su casa. "¿Qué quiere el mundo de nosotros? Yo ya estoy refugiado en Gaza y quieren que me vaya otra vez?", exclama.