En el hospital al Shifa, el más grande de Gaza, reina el caos.
Entre las idas y venidas de ambulancias, se amontonan vecinos para preguntar sobre sus allegados. Los heridos que vienen y van y también hay niños sentados en el suelo, paralizados, en silencio.
Un enfermero deja a uno de los menores al cuidado de un médico y pregunta, a gritos: "¿Alguien conoce a este niño?”.
Después, corre a atender a decenas de heridos que, acostados en unos finos colchones de espuma, esperan a ser atendidos.
Desde la morgue llegan sollozos, gritos de dolor, lamentos. El depósito de cadáveres está lleno e incluso hay decenas de cuerpos, envueltos en sábanas, yaciendo en el suelo.
Un joven sale de allí, temblando. "Quizá no esté muerto. Su cuerpo no está ahí", dice.
"Vamos a ver en el servicio de urgencias, seguramente lo estén operando", repite, como si tratara de convencerse a sí mismo.
El Ministerio de Salud de Gaza dijo que se esperaba que los hospitales y otras instalaciones médicas que funcionan con generadores de combustible se quedaran sin energía en los próximos días.
El ministerio dijo que temía que las instalaciones de tratamiento de aguas residuales también se paralizaran, lo que provocaría un aumento de los residuos y las enfermedades en todo el territorio.
Venganza
Con la única frontera de la franja bloqueada por las autoridades egipcias, la gente dijo que estaba atrapada. Temían que lo peor esté aún por llegar, incluida una posible invasión terrestre, ya que Israel busca venganza por el ataque militante palestino más mortífero en sus 75 años de historia.