El domingo, un civil israelí murió y varios resultaron heridos en Shtula, en el norte de Israel, por un ataque con misiles de Hezbolá. El ejército israelí respondió atacando la infraestructura militar del movimiento chiita libanés.
En un discurso ante el Parlamento, el primer ministro Benjamin Netanyahu dijo que los israelíes debían prepararse para una larga batalla, y lanzó una advertencia a Teherán y Hezbolá en la que se refirió a la guerra de 2006, que desplazó a un millón de libaneses.
"Ahora estamos centrados en un objetivo: unir las fuerzas y avanzar hacia la victoria. Esto requiere determinación porque la victoria llevará tiempo", afirmó.
"Y tengo un mensaje para Irán y Hezbolá: no nos pongan a prueba en el norte. No cometan el mismo error que cometieron una vez. Porque hoy el precio que pagarán será mucho más alto".
El ministro iraní de Relaciones Exteriores, Hossein Amir Abdollahian, alertó sin embargo que el tiempo "para encontrar soluciones políticas" que impidan una propagación del conflicto se estaba agotando.
Los 10 días de ataques no han conseguido eliminar la capacidad de Hamás de lanzar cohetes contra Israel, donde sonaron sirenas de advertencia. El grupo afirmó haber disparado una andanada contra Jerusalén y Tel Aviv.
Durante una de las alertas, Netanyahu y el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken —que visitaba Israel por segunda vez en cinco días— se refugiaron brevemente juntos en un búnker.
Con información de AFP y Reuters