Los soldados israelíes prosiguen la ofensiva terrestre y la campaña de bombardeos iniciada el 7 de octubre, en respuesta al ataque en el cual los islamistas mataron a más de 1,400 personas, en su mayoría civiles, y secuestraron a unas 240 en el sur de Israel, según el balance del Estado hebreo.
La ofensiva israelí, según las autoridades de Hamás, se cobró por su lado la vida de casi 9,500 personas, entre ellas 3,900 niños.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, afirmó que se habían realizado progresos con vistas a la obtención de una "pausa humanitaria", aunque no ofreció más detalles.
El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, reiteró en una reunión con pares de cinco países árabes en Amán el apoyo de Washington a establecer "pausas humanitarias" para distribuir ayuda a los civiles palestinos.
Blinken llegó a la capital jordana tras reunirse la víspera con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien rechazó cualquier "tregua temporal" sin la liberación de los rehenes secuestrados por Hamás.
El ministro jordano de Relaciones Exteriores, Ayman Al Safadi, urgió a todas las partes a trabajar conjuntamente para "parar una catástrofe que perseguirá a la región por generaciones".
Evacuación por Rafah suspendida
Un ataque israelí contra un convoy de ambulancias dejó el viernes 15 muertos y 60 heridos, según un balance de Hamás confirmado por la Media Luna Roja palestina.
Ese ataque generó condenas internacionales y preocupación por la seguridad de los trabajadores de salud.
"Las imágenes de los cuerpos esparcidos en la calle fuera del hospital son desgarradoras", reaccionó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
Hamás afirmó que el convoy evacuaba heridos hacia Egipto por la puerta de Rafah, único paso de la Franja que no está controlado por Israel.
Israel aseguró por su lado que la ambulancia contra la que apuntó era "usada por una célula terrorista de Hamás".
Hamás suspendió el sábado la evacuación de personas con pasaportes extranjeros por Rafah, después que Israel se negara a autorizar la salida de palestinos heridos para ser atendidos en hospitales egipcios.
"Ningún titular de un pasaporte extranjero podrá salir de la Franja de Gaza hasta que los heridos que necesitan ser evacuados de los hospitales del norte de la Franja puedan ser transportados por el paso de Rafah" hacia Egipto, indicó un funcionario fronterizo, que pidió el anonimato.
El ejército israelí estrecha además el cerco de la ciudad de Gaza, en el norte del enclave, con el objetivo declarado de destruir depósitos de armas, redes de túneles y centros de mando de Hamás.
Miles de personas se manifestaron el sábado en varias ciudades, entre ellas Londres, París, Berlín y Washington, para denunciar los bombardeos de la población civil en Gaza.
En Israel, miles de manifestantes acentuaron la presión sobre Netanyahu.
En Tel Aviv, una protesta de las familias y apoyos de los rehenes secuestrados por Hamás pidió más esfuerzos al dirigente para la liberación de los cautivos.
Y en Jerusalén, centenares de personas se congregaron frente a a la residencia de Netanyahu pidiendo su dimisión y culpándolo del sangriento ataque del 7 de octubre.
Tensiones regionales
El conflicto incrementó las tensiones entre Israel y sus vecinos. Blinken se reunió en Amán con sus homólogos de Arabia Saudita, Catar, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Jordania, en un contexto de temor a una escalada del conflicto.
Estados Unidos reiteró su llamado para la creación de un Estado palestino, pero tras décadas de estancamiento de las negociaciones, los observadores ven pocas posibilidades de un avance en esa dirección en el actual contexto.
Turquía, adonde Blinken llegará el domingo, indicó el sábado que retiró a su embajador en Israel.
"Netanyahu ya no es alguien con quien podamos hablar. Lo tachamos", declaró el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
El jefe del movimiento proiraní libanés Hezbolá, Hassan Nasrallah, afirmó la víspera en su primer discurso desde el inicio del conflicto que la posibilidad de "una guerra total" era algo "realista".