Dentro de Israel, cada semana se celebran protestas multitudinarias en ciudades como Tel Aviv y Jerusalén, en las que va creciendo el reclamo de llamar a elecciones adelantadas para sustituir el gobierno de Netanyahu, que en esta administración de alió a la extrema derecha.
Más presión del exterior
Una muestra de la mayor presión que Netanyahu está recibiendo desde el exterior es la llamada que sostuvo la mañana de este jueves con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
El mandatario estadounidense dijo al primer ministro del Israel que el apoyo de su país depende del “anuncio e implementación de una serie de pasos específicos, concretos y medibles para evitar el daño a civiles, el sufrimiento humanitario y garantizar la seguridad de los trabajadores humanitarios”, de acuerdo con un comunicado de la llamada publicada por la Casa Blanca.
El presidente "dejó claro que la política de los Estados Unidos con respecto a Gaza estará determinada por nuestra evaluación de la acción inmediata de Israel en estos pasos", agregó.
"Sí, ha habido una creciente frustración", dijo a los periodistas el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, tras la llamada.
Biden estimó el martes que Israel "no hizo lo suficiente para proteger a quienes intentan repartir la ayuda que los civiles necesitan desesperadamente".
Biden y Netanyahu habían hablado por última vez el 18 de marzo, en un contexto ya difícil debido a la degradación de la situación humanitaria en la Franja de Gaza, asediada y al borde de la hambruna, donde 33,037 palestinos han muerto en seis meses de guerra, según el último balance de Hamás.
Las relaciones entre los dos aliados se tensaron desde que Washington permitió el voto en el Consejo de Seguridad de la ONU a finales de marzo de una resolución a un "alto el fuego inmediato", que no obstante todavía no ha tenido efecto en el terreno.