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¿Por qué Biden dejó la candidatura y qué sigue para los demócratas?

Casi un mes después de un pésimo primer debate y de la presión de su partido, Biden renuncia a ser reelegido. Así se gestó su salida de la campaña.
dom 21 julio 2024 02:38 PM
El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, aborda el Air Force One en el Aeropuerto Internacional de Filadelfia, Pensilvania, EE. UU., el 20 de octubre de 2022.
Biden no estaba en condiciones de continuar y, de aferrarse, se le abriría a Trump la puerta de la Casa Blanca.

Casi un mes más tarde, lo que comenzó como murmullos tras un pésimo primer debate por parte del presidente Joe Biden, se convirtió en realidad esta tarde: el mandatario no será el candidato demócrata para la Casa Blanca y el partido deberá encontrar a la persona ideal que enfrente a un fortalecido Donald Trump en la elección del 5 de noviembre.

Hasta ahora, los jerarcas del partido han arropado a Kamala Harris como la potencial sucesora oficial en la nominación, aunque queda camino por delante, como esperar la reacción de otros potenciales candidatos.

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El camino a este momento histórico, en el que un presidente en turno decline competir en una elección para mantenerse cuatro años más en el cargo, no ocurría desde que en 1968 Lyndon Johnson declinó competir en medio de la convulsión de movimientos sociales por los derechos civiles en su país y las protestas por la guerra de Vietnam.

Recomendamos: ¿Quién es Kamala Harris, la posible futura candidata demócrata?

Sin oposición ni exposición

Como presidente en turno, Joe Biden no tuvo que hacer campaña para ganar la nominación de su partido. Esto evitó que tuviera que acudir a los votantes, sostener debates y realizar entrevistas de manera frecuente.

Algunos analistas y estrategas demócratas consideran que con ello no hubo oportunidad de ver el estado de oxidación política del presidente, quien además ha sido uno de los que menos exposición ha tenido con medios de comunicación en la historia reciente del país.

A lo largo de sus tres años y medio en el cargo, Biden ha celebrado menos conferencias de prensa y entrevistas combinadas que otros presidentes desde Ronald Reagan en la década de 1980 en el mismo momento de su presidencia, según datos de la académica presidencial Martha Joynt Kumar.

Ha celebrado un promedio de 10.5 ruedas de prensa al año, frente a las 22 anuales de Trump y las 35.5 de George H. W. Bush, según un análisis de la Universidad de California en Santa Bárbara. Reagan tuvo menos, con 5.8 al año.

Biden respondió a más preguntas que Bill Clinton o Barack Obama, pero menos que George H.W. Bush y George W. Bush, y muchas menos que Trump.

Solo un puñado de personas conocían del estado mental y físico real de Biden, quien de cara al primer debate presidencial se refugió una semana en Campo David, la residencia de descanso de los mandatario estadounidenses, para intentar ponerse ‘en forma’ previo a su encuentro con Trump.

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La peor noche

El debate del 27 de junio desnudó el estado actual del presidente, quien a sus 81 años muestra señales de deterioro físico y mental. Biden no solo fue incapaz de debatir a Trump y su oleada de mentiras e inconsistencias, sino que incluso no pudo hilar respuestas coherentes a preguntas de política pública sencillas.

Además, el formato del debate, que lo dejaba a cuadro mientras Trump hablaba, evidenció a un Biden frágil, que mantenía la boca abierta y la mirada perdida. Por si fuera poco, la voz ronca del presidente y un balbuceo constante impidió que el presidente se escuchara con claridad, algo de lo que su rival sacó ventaja en un par de ocasiones.

Aunque el equipo de campaña de Biden dijo que el mandatario tuvo un resfriado, el daño fue demasiado grande.

Reclamos de cambio

Como fichas de dominó, varios demócratas importantes en el partido y donadores de peso comenzaron a pedir un cambio en la nominación. Biden no estaba en condiciones de continuar y, de aferrarse, se le abriría a Trump la puerta de la Casa Blanca.

La primera persona que expresó su preocupación fue Jamie Raskin, representante de Maryland, el 30 de junio. Le siguió R.T. Rybak, exvicepresidente del Comité Nacional Demócrata y ese mismo día, Tom Harkin, exsenador de Iowa, pidió la dimisión del presidente.

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Para mediados de julio, incluso personajes como Barack Obama, Nancy Pelosi y Adam Schiff expresaron en privado y, a veces en público, su consternación sobre la potencial debacle electoral a la que se expondrían con Biden en la candidatura. Las encuestas muestran en la actualidad una ventaja desde 5 y hasta 7 puntos de Trump en los estados clave que los demócratas deben conseguir en noviembre.

A la par de los políticos, algunos de los principales donantes demócratas, incluyendo el actor George Clooney y el abogado John Morgan, retiraron su respaldo al presidente y presionaron para que el partido buscara otro candidato.

¿Qué sigue para los demócratas?

Tan solo Biden dejó la candidatura, el presidente expresó su respaldo para la vicepresidenta Kamala Harris, quien se perfila como la sucesora en la nominación.

Para ganar la nominación del partido a la presidencia, un candidato necesita 1,968 delegados que voten por él o ella en la convención, que este año será del 19 al 22 de agosto en Chicago. Los 3,894 delegados que Biden tenía asegurados no pasan en automático a Harris, pues quedan “libres” de votar por la persona que ellos elijan.

Desde luego, el partido puede arropar a una persona por unanimidad para tomar la candidatura o llegar a una convención “abierta”, en la que en medio de negociaciones y debate el partido elegirá a quien consideran la mejor opción para enfrentar a un Trump fortalecido.

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