El ejército israelí indicó el jueves por la noche que había realizado nuevos ataques en Líbano contra una centena de sistemas lanzacohetes del movimiento proiraní Hezbolá "listos para ser utilizados inmediatamente para disparar contra el territorio israelí". "
Desde esta tarde, [el ejército del aire] atacó unas 100 lanzaderas [de cohetes] y otras [...] infraestructuras terroristas que contenían unos 1.000 cañones", indicó un comunicado de las fuerzas armadas, que reafirmaron su determinación a "continuar destruyendo las infraestructuras y las capacidades [...] de Hezbolá para defender al Estado de Israel".
El ejército israelí y Hezbolá —aliado de Hamás— intercambian disparos casi diarios en esa zona desde el inicio del conflicto de Gaza hace más de once meses, lo que provocó el desplazamiento de decenas de miles de personas a ambos lados de la frontera.
Hasta "el fin de la agresión en Gaza”
Nasralá prometió que la lucha de Hezbolá contra Israel "no terminará hasta el fin de la agresión en Gaza", a pesar de "toda esta sangre derramada”. Yoav Gallant aseguró por su parte que las "acciones militares" israelíes contra Hezbolá “seguirán".
Previamente, el ejército israelí anunció haber bombardeado seis "sitios con infraestructuras terroristas" y un depósito de armas de Hezbolá en el sur de Líbano, así como un depósito de armas.
La Agencia Nacional de Noticias (ANI) libanesa informó de bombardeos israelíes en varias ciudades del sur.
El ejército israelí reportó la muerte de dos de sus soldados en combates cerca de la frontera.
El primer ministro libanés, Najib Mikati, instó a la ONU a adoptar en su reunión del viernes, donde tiene previsto abordar estos ataques, "una postura firme para detener la agresión israelí contra Líbano y la guerra tecnológica que está librando”.
El jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Antony Blinken, urgió el jueves en París a una "desescalada" en Medio Oriente.
"No queremos ver ninguna escalada por ninguna de las partes", que comprometería el objetivo de un alto el fuego en Gaza, declaró Blinken tras reunirse con el canciller francés, Stéphane Sejourné.