Pese a todo, asegura que no dejará esta próspera ciudad, conocida por sus comercios, hospitales y universidades.
"Nabatieh es como nuestra madre, así que me quedo", sentenció un día después del peor bombardeo contra esta localidad, que hasta ahora había sido golpeada una vez, casi sin causar daños.
En medio de la desolación, se alza un árbol con sus hojas aún verdes, que milagrosamente no fue impactado.
"Moriremos acá"
Apoyado sobre su bastón, Helmi Jaber lamenta el destino del barrio que hasta anoche era "el más bonito, con el mejor mercado".
Ahora, asegura, "todos tenemos miedo de un nuevo bombardeo, [los israelíes] llevan a cabo una política de tierra quemada en Nabatieh y nadie está salvo".
"¿Y nuestros dirigentes que viajan y van a grandes hoteles? ¿Acaso ellos van a ayudarnos?", ironiza, sin ocultar su amargura, en un país que desde hace años va de calamidad en catástrofe, entre el colapso económico del Estado, los escándalos político-financieros y la represión de protestas.
Antes de eso, Líbano conoció varios conflictos: la interminable guerra civil (1975-1990), la invasión israelí y el sitio de Beirut en 1982, la guerra entre Israel y Hezbolá de 2006...
Ali Taha, de 63 años, llama al centenario mercado su "hogar", mientras evoca sin parar sus recuerdos en el lugar.
"Nacimos acá, nos quedamos acá y moriremos acá", insiste.