El avance no es exclusivo de un solo país. De acuerdo con MIT Technology y NTT Data, México, Chile, Brasil y Perú avanzan hacia esquemas de autonomía operativa que van más allá de la adopción tecnológica, e incluyen cambios en procesos, capacidades internas y estructuras organizacionales para construir una minería más segura y competitiva.
Sin embargo, el punto de partida no es homogéneo. El mismo estudio revela que el 32% de las empresas mineras reconoce estar por debajo del nivel deseable de madurez digital, mientras que el 72% admite que sus procesos aún no alcanzan los beneficios esperados de la autonomía.
Los retos mineros
Uno de los principales retos para lograr una autonomía exitosa en la minería no está relacionado con aspectos técnicos o tecnológicos, sino con la disponibilidad de talento humano. “La falta de talento especializado y la resistencia cultural superan ampliamente a desafíos técnicos como la confiabilidad tecnológica. Sin una estrategia paralela y sólida de formación, gestión del cambio y liderazgo cultural, la tecnología por sí sola no generará impacto. La autonomía requiere tanto de expertos en sistemas como de una cultura preparada para transformarse”, asegura el informe.
Algunas de las empresas que han invertido en automatización han señalado que los beneficios o mejoras esperadas no se han alcanzado en su totalidad. En ese sentido, el riesgo, más allá de la inversión realizada, radica en no lograr que las soluciones implementadas generen los resultados completos.
Además, en algunos casos la automatización es vista como una solución aislada, sin reconocer su potencial para convertirse en una transformación sostenida, capaz de generar múltiples beneficios a lo largo del tiempo.
Beneficios para el sector
Parte de los beneficios que aporta la automatización está relacionada con la sostenibilidad. Si bien este factor no suele ser uno de los principales motores de inversión, sí conlleva efectos positivos como ahorros y mejoras en el consumo energético, reducción de emisiones contaminantes y una menor exposición al riesgo, entre otros beneficios, lo que incluso permite a las empresas alinearse con el cumplimiento de objetivos ESG.
En un inicio, la reducción de costos, la eficiencia operativa y el incremento de la seguridad fueron los principales impulsores de la adopción de soluciones de automatización. “En los próximos años, la autonomía dejará de ser una ventaja diferencial para convertirse en un requisito mínimo de competitividad. Las organizaciones que hoy invierten en integración tecnológica, gestión del cambio y formación de talento estarán mejor posicionadas para enfrentar un entorno volátil y liderar el cambio”, asegura el texto.
Un ejemplo de cómo la automatización ha transformado el trabajo minero es la banda transportadora instalada en la mina subterránea Media Luna, de Torex Gold, en Guerrero. En el complejo minero Morelos, esta infraestructura permite trasladar el material desde el interior de la mina hasta la superficie y la planta de trituración, al recorrer casi en su totalidad el túnel Guajes.
Con una capacidad de hasta 800 toneladas por hora, la banda sustituyó el uso de camiones de carga al interior de la mina, lo que ha permitido reducir emisiones, tiempos de transporte, requerimientos de personal y consumo de combustibles, de acuerdo con Eliot Carrillo, gerente de la mina subterránea Media Luna.
La nueva y la vieja minería
Es cierto que aún persisten prácticas con bajos estándares de seguridad —en su mayoría asociadas a la minería ilegal—, en las que los llamados “pocitos” consisten en pequeñas áreas de extracción de minerales y materiales pétreos sin permisos ni regulación, y donde las actividades se realizan de manera artesanal.
Estas condiciones ponen en riesgo la vida de las personas que participan en este tipo de minería y, además, pueden generar mayores daños ecológicos y sociales al no existir control ni vigilancia por parte de las autoridades.
Ante esta situación, la Cámara Minera de México (Camimex) ha solicitado a las autoridades investigar estos llamados “pocitos”, ya que han estado vinculados a incidentes graves, como el ocurrido en la mina El Pinabete, en Sabinas, Coahuila, donde 10 mineros quedaron atrapados y fallecieron mientras realizaban labores de extracción de carbón en condiciones mínimas de seguridad.
En contraste, la minería responsable busca cumplir cada vez más con altos estándares de seguridad y automatización, lo que se traduce en menores índices de accidentes y entornos de trabajo más seguros. Las empresas que ya han incorporado procesos de automatización señalan que sus riesgos operativos se han reducido en un rango de entre 10 y 50%.
“Los resultados han reflejado beneficios operacionales complementarios: mejoras en la seguridad y mayor precisión en las operaciones, que apuntan a una gestión de riesgos más controlada, con mejor dominio de los parámetros críticos de operación; así como una mejor utilización de los recursos y la reducción del tiempo de inactividad, lo que refleja optimizaciones adicionales vinculadas a la continuidad operacional, aunque con menor peso relativo frente a los beneficios financieros y de productividad”, señala el texto.
Finalmente, el verdadero salto hacia la autonomía podría depender menos de la tecnología en sí y más de la capacidad del sector para reinventar sus fundamentos. A pesar de los avances en digitalización y del despliegue ordenado de hojas de ruta, muchas iniciativas siguen ancladas en una lógica de mejora incremental frente a disrupciones tecnológicas, sociales y ambientales cada vez más frecuentes, por lo que será necesaria una mentalidad de adaptación continua.