Trump, en cambio, planea hacer más profunda su política comercial contra China.
Por un lado, el expresidente tiene como objetivo "asegurar la independencia estratégica de China" revocando su estatus comercial de nación más favorecida e imponiendo aranceles del 60% a todos los productos de origen chino, a expensas de un costo estimado para los hogares estadounidenses de casi 2,600 dólares al año.
“Podemos ver una resurrección de medidas similares a la Iniciativa de China, que condujo a la investigación casi persecutoria de académicos chinos y asiáticos en universidades estadounidenses para evitar el robo de propiedad intelectual”, indica la investigadora, quien recuerda que estas medidas han sido señaladas como xenófobas.
Sobre Taiwán, la isla de democracia autónoma que Beijing reclama como parte de su territorio, Trump causó nerviosismo al sugerir que pague por su defensa, comparando a Estados Unidos con una compañía de seguros. Además, culpa a esta isla de “robarse nuestro negocio de chips”.
Como vicepresidenta, Harris ha pedido mantener el statu quo, al afirmar que "apoyamos la autodefensa de Taiwán, en consonancia con nuestra política de larga data”, a pesar de que, de acuerdo con un reporte de Reuters, Xi le pidió a Biden que endurezca su tono y diga que washingtonianas se “opone” a la independencia de la isla.
“La estrategia de ‘patio pequeño y valla alta' ideada por Jake Sullivan se complementará con "amplias coaliciones" para coordinar con los aliados en respuesta a la asertividad china tanto en las disputas de Taiwán como en el Mar de China Meridional”, señala Arco Escriche.