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El segundo gobierno de Trump será un retroceso democrático para America Latina

El republicano tendrá una política de mano dura con los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, pero ha mostrado su afinidad con otros líderes controversiales como el argentino Javier Milei.
vie 15 noviembre 2024 05:04 AM
Donald Trump y su relación con América Latina
El presidente Javier Milei es uno de los líderes latinoamericanos más cercanos a Donald Trump.

Donald Trump regresará a la Casa Blanca el 20 de enero de 2025 y esto significará un giro en la política estadounidense hacia América Latina. Más allá de la relación con México, que estará marcada por temas de seguridad y migración, toda la región enfrentará retos durante el segundo mandato de magnate inmobiliario.

Para los especialistas de la Oficina para America Latina en Washington (WOLA) el regreso del republicano a la presidencia de Estados Unidos puede significar un retroceso democrático para la región.

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Un ejemplo es Guatemala, donde la presencia o ausencia de apoyo de los Estados Unidos ha sido crucial para la celebración de elecciones justas y esfuerzos anticorrupción.

Y, aunque mostró mano dura con los regímenes autoritarios de Venezuela, Cuba y Venezuela —a los que denomino “el eje del mal”—, mantuvo una relación cordial con otros líderes controversiales, como el brasileño Jair Bolsonaro.

“La postura transaccional e ideológica de la administración entrante corre el riesgo de retirar el apoyo al gobierno democrático, empoderando a los autócratas con graves consecuencias para los derechos básicos”, indican Maureen Meyer, vicepresidente de programas de WOLA, en un podcast sobre el tema.

Otros especialistas temen que Trump llevará a cabo una diplomacia de amenazas. "Será sencillamente una diplomacia sin valores, por motivos transaccionales y por su proyecto político", resumió Christopher Sabatini, investigador para América Latina en Chatham House.

Esto es lo que los países en América Latina esperan del segundo mandato del magnate.

Una política de mano dura selectiva

Durante su primer presidencia, Donald Trump mantuvo una política de mano dura con los países con regímenes autoritarios de izquierda en la región: Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Trump encabezó una ofensiva internacional contra Maduro, cuando en 2019 consiguió la reelección por primera vez en unos comicios boicoteados por la oposición. Impuso sanciones y dijo que "todas las opciones", incluida la militar, estaban sobre la mesa.

Venezuela pasó a culpar a Trump de su profunda crisis.

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"Podría intentar repetir su política sobre Venezuela, es decir, hacer todo lo posible por derrocar al régimen de Maduro", indicó la politóloga Vanda Felbab-Brown, investigadora del Brookings Institution en Washington DC, a la agencia AFP.

El presidente Nicolás Maduro, cuyo gobierno rompió relaciones con Estados Unidos durante el primer mandato de Trump, apostó un día después de la elección de Trump a tener "relaciones de respeto, sensatez, diálogo y entendimiento”.

"En su primer gobierno no nos fue bien, este es un nuevo comienzo para que apostemos a ganar-ganar y le vaya bien a Estados Unidos y le vaya bien a Venezuela", dijo el mandatario izquierdista.

Al igual que con Venezuela, Trump también ejerció una presión fuerte contra los gobiernos de Miguel Díaz-Canel en Cuba y Daniel Ortega en Nicaragua.

La selección del cubano americano Marco Rubio como su secretario de Estado es una muestra de que las políticas de mano dura contra Venezuela, Cuba y Nicaragua seguramente tendrán continuidad.

Rubio “traerá consigo un endurecimiento de la política hacia Venezuela y Cuba: sanciones más severas y, por desgracia, una retórica más dura y poco constructiva”, dijo Sabatini, que sostiene que esta línea "favorecería una mayor influencia" en la región de China y Rusia, importantes aliados de Maduro.

La oposición venezolana, que se declara ganadora de las elecciones del 28 de julio, celebró la selección de Rubio como el jefe de la diplomacia estadounidense.

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"Conoce de primera mano la problemática que aqueja a Venezuela y estamos seguros de que será un gran aliado en nuestra lucha por recuperar la libertad y la democracia en nuestro país”, dijo Edmundo Gonzalez, el candidato opositor, en un mensaje publicado en X.

Sin embargo, Trump puede pasar por alto las violaciones de los derechos humanos y las fallas democráticas en otros países, como en El Salvador gobernado por Nayib Bukele, con tal de obtener ayuda para cumplir sus objetivos migratorios.

Además, algunos especialistas creen que puede aumentar la polarización en la región, pues ha mostrado su simpatía con los líderes de extrema derecha de varios países latinoamericanos.

Por ejemplo, el presidente de Argentina, Javier Milei, lo felicitó tras conocerse su victoria a través de mensajes en Instagram y X. "Usted sabe que puede contar con la Argentina para hacer grande a los Estados Unidos nuevamente", escribió en uno de ellos.

El presidente argentino asistirá este fin de semana a una a una cumbre conservadora en Mar-A-Lago, la residencia de Trump en Florida, donde espera reunirse con el presidente electo y con Elon Musk, propietario de la red social X, y un personaje cada vez más cercano al próximo presidente estadounidense.

Trump también guarda una relación cordial con el expresidente brasileño Jair Bolsonaro, quien copió su estrategia de desconocer el resultado de unas elecciones que no le favorecieron. Incluso, sus seguidores asaltaron las sedes de los tres poderes en Brasilia, un eco al ataque contra el Capitolio del 6 de enero de 2021.

Además, también ha estado cerca de José Antonio Kast, un líder de extrema derecha en Chile, “gente que todavía no está en el poder, pero que puede seguir el mismo libreto en caso de estarlo”, dijo Adam Isacson, director de supervisión de Defensa de WOLA, en un podcast.

China, una sombra en la región

Como región América Latina ha dejado de ser prioritaria para Estados Unidos y es "poco probable" que esto vaya a cambiar con Trump, adelantó Michael Shifter, profesor de la Universidad de Georgetown en Washington, en entrevista con AFP.

Sin embargo prestará atención al papel de China, su gran rival.

"Si repite los errores de su primera administración amenazando y castigando a gobiernos latinoamericanos por su cercanía con China, será contraproducente", advierte Shifter.

Vanda Felbab-Brown, directora de la Iniciativa sobre Actores Armados No Estatales de Brookings Institution, con sede en Washington, también opina que de entrada Trump usa "la diplomacia del palo".

"Es fanfarronería, son amenazas, un lenguaje agresivo”. Rusia y China podrían beneficiarse.

Si bajo la administración Trump las relaciones se deterioraran con un país latinoamericano "China está bien posicionada para sacar ventaja", asegura Felbab-Brown.

Estados Unidos "no tiene el espacio fiscal ni el interés político para invertir en grandes proyectos de infraestructuras" como hace China, abunda Sabatini. De modo que compite con Pekín "con las manos atadas a la espalda en lo diplomático y lo económico".

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