El presidente de Rusia, Vladimir Putin, advirtió en septiembre que los países de la OTAN estarían "en guerra con Rusia" si permitían a Ucrania atacar territorio ruso con misiles occidentales de mayor alcance.
Lavrov aseveró que no es posible usar esos misiles "sin la ayuda de expertos y de instructores de Estados Unidos", que brindan "datos satelitales, la programación y el objetivo”, lo que convierte a Washington en un “participante directo” del conflicto, de acuerdo con Moscú.
Sin embargo, los expertos militares dicen que los misiles estadounidenses pueden ayudar a Ucrania a defender un sector que ha capturado y que puede usar como moneda de cambio con Rusia, pero no es probable que cambien el curso de la guerra de 33 meses.
Putin firmó el martes una nueva doctrina nuclear que parecía concebida como una advertencia a Washington. En ella se rebaja el umbral bajo el cual Rusia podría utilizar armas atómicas para incluir la respuesta a ataques que amenacen su integridad territorial.
Washington dijo que la actualización de la doctrina nuclear no era una sorpresa y citó "más de la misma retórica irresponsable de Rusia".
Miles de ciudadanos ucranianos han muerto, más de seis millones viven como refugiados en el extranjero y la población se ha reducido en una cuarta parte desde que el líder del Kremlin, Vladimir Putin, ordenó la invasión por tierra, mar y aire que inició el mayor conflicto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Las pérdidas militares han sido catastróficas, aunque las cifras de bajas siguen siendo secretos muy bien guardados. Las estimaciones públicas occidentales basadas en informes de inteligencia afirman que cientos de miles de personas han resultado heridas o muertas en cada bando.
Con información de AFP y Reuters