Los comicios, realizados únicamente en territorios controlados por el gobierno, fueron tachados de irregulares por las potencias occidentales y grupos de derechos humanos.
Al Asad, un oftalmólogo formado en el Reino Unido, vio cambiar su destino con la muerte en 1994 en un accidente de tránsito de Basel, su hermano mayor, que estaba destinado al poder.
Entonces se vio obligado a abandonar Londres, donde conoció a su esposa Asma, una sirio-británica que trabajaba en la City para JP Morgan.
Hizo un curso militar antes de iniciarse en asuntos políticos junto a su padre, líder del partido Baaz, que impuso un régimen hermético en el país, en el que la más mínima sospecha de disidencia podía llevar a la cárcel o algo peor.
Bashar al Asad sucedió a su padre tras su muerte en el año 2000, a través de un referéndum celebrado sin oposición. Fue reelegido para un segundo mandato en 2007.
Entonces, con apenas 34 años, encarnó una figura reformadora para iniciar la liberalización económica y una relativa apertura política del país.
Comenzó inyectando una tímida dosis de libertad, pero la "Primavera de Damasco" fue de corta duración. Los opositores fueron rápidamente silenciados y encarcelados.
¿Cómo reprimió la Primavera Árabe en Siria?
Cuando, en el marco de la Primavera Árabe, la revuelta explotó en su país en marzo de 2011, la reprimió sin piedad, provocando una militarización del levantamiento que se transformó en conflicto armado.
La guerra dejó más de 500,000 muertos y desplazó a la mitad de la población. Pero la posición de Al Asad sobre los manifestantes y la oposición no cambió.
Ante Siria y el mundo, el político, padre de dos varones y una niña, justificó los bombardeos y las campañas militares como una guerra contra los "terroristas".
Mientras tanto, su aparato de seguridad aplicó un brutal sistema de encarcelamiento de disidentes, con una red de centros de detención y cárceles repartidos por todo el país, que se volvieron famosos por sus abusos.