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"Te imaginas dónde estaremos en cuatro años"

Los partidarios del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, festejan su regreso a La Casa Blanca, así como cada una de las órdenes ejecutivas que firmó en su primer día como mandatario.
mar 21 enero 2025 05:04 AM
Un hombre lleva una bandera estadounidense fuera de un centro de detención, en el que algunas personas que participaron en el ataque del 6 de enero de 2021 contra los Estados Unidos El Capitolio se celebra, el día de la inauguración del segundo mandato presidencial de Donald Trump en Washington, EE. UU. 20 de enero de 2025. Los partidarios esperan que EE. UU. El presidente Donald Trump emitirá indultos para algunos de los cargos relacionados condenados el 6 de enero.
“¿Te imaginas dónde estaremos en cuatro años?”, dijo un seguidor de Trump tras la firma de las órdenes ejecutivas.

Donald Trump ha vuelto a la Casa Blanca y con él, la promesa de un Estados Unidos restaurado. Para sus seguidores, este día no solo marca un nuevo comienzo, sino el cumplimiento de un sueño largamente esperado en medio de una nación dividida.

Entre sus adeptos, el republicano es una figura prácticamente infalible, nada le sale mal y cuando algo no funciona suele ser culpa de algún rival, real o imaginario.

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Sentada en la barra de un restaurante cerca de la Casa Blanca, una joven rubia aplaude con cada orden ejecutiva que el recién inaugurado mandatario firma en medio del Capital One Arena, un estadio en el corazón de Washington que Trump llenó por segunda tarde consecutiva.

Su aplauso se convierte en un grito hacia el final, cuando Trump firma el "fin de utilización del gobierno federal como arma política". "¡Sí! ¡Sí!", exclama sin importarle las miradas a su alrededor. "¡Era hora, ya era hora!".

La joven voltea con su pareja, un hombre que contrasta con ella por su estoico silencio, y le dice en voz alta, como queriendo ser escuchada por todo el lugar, que solo un “hombre que ha sido perseguido políticamente” como Trump habría firmado eso. Es el día uno de un cuatrienio pero a los ojos de la nación MAGA el presidente ya es un héroe.

"Lleva un día, es el primer día y cumplió todo lo que dijo que haría”, comenta Carlos, un hombre que ocupa el otro extremo de la barra y solo se identifica con su nombre de pila. “¿Te imaginas dónde estaremos en cuatro años?".

Detrás de la barra, un mesero hispano solo sonríe sin decir nada. Hace dos días hablaba español a petición de cualquier cliente, esta noche solo entiende y habla inglés.

El frío fue un tema del día. La ceremonia, planeada originalmente para ser realizada en la escalinata del Capitolio, tuvo que ser movida al interior del recinto por primera vez en 40 años. No obstante, apostados a lo largo de la Avenida Pennsylvania, miles de seguidores de Trump esperaron al menos siete horas para verlo pasar unos segundos a bordo de un vehículo.

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El termómetro nunca estuvo arriba de -1 grado y el día soleado era solo un engaño, pues el viento hizo que la sensación térmica fuera al menos cinco grados menor.

“No se vayan, hay que estar aquí para el presidente”, gritó una señora cuando la transmisión que la gente seguía desde su celular mostró que Trump todavía almorzaría dentro del Capitolio.

La espera fue mayor para quienes acudieron al Capital One Arena. Más de 12 horas para quienes se formaron a las 5:00 y asegurar un sitio para ver al presidente.

“Totalmente valió la pena”, dijo Randy Smith a unas calles del estadio tras finalizar el evento del presidente. “Verlo firmar las órdenes ejecutivas y restaurar el orden en nuestro país desde el primer momento me llena de mucho orgullo, estamos de vuelta”.

Smith, de 38 años, vive en Pensilvania, uno de los estados columpio que le dio la victoria a Trump en noviembre sobre Kamala Harris. Sus prioridades, además de la frontera, es el regreso de las fábricas y los empleos manufactureros que se han ido a México y a otros países de mano de obra más barata.

“No, no voté”, reconoce entre risas. “Pero era evidente el país necesitaba de Trump, tenemos que poder volver a decir lo que pensamos”.

“¿Aunque eso incluya ideas ofensivas o políticamente incorrectas?”, se le cuestiona. “Es libertad de expresión sobre todas las cosas”, asegura. “Si te ofende, es tu problema, tenemos que ser nuevamente una nación de adultos”.

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En la mente de Reneé Williams, otra fanática de Trump, el futuro de Estados Unidos pendía de un hilo. Con Biden había un declive profundo, añade, los migrantes ilegales invadían y la vida era muy cara. Casi por arte de magia, Trump la hace olvidar esos problemas y tan solo verlo en la presidencia es motivo de tener fe en un mejor futuro.

El frío hace que Williams lleve tres playeras debajo de sus dos chamarras, una de ellas muestra a Trump con los brazos abiertos arriba de la Casa Blanca y la frase “Daddy’s Home” o, en español, “Papi está en casa”.

“Es muy bueno lo que viene”, afirma sonriente y moviendo las piernas para desentumirlas del frío. “Para todos, incluso para quienes no creen en él”.

Meskerem, una chofer de una plataforma de movilidad, no tiene miedo. Tampoco está feliz, desde luego, pero ha decidido desde el día de la elección pensar en que todo estará bien, siempre y cuando sea cuidadosa.

“Tienes que aceptar las reglas del lugar donde vives”, dice, mientras busca una vía libre de los bloqueos que tienen a Washington paralizada para este día de inauguración presidencial. “Sí temo por muchos que quizá se tengan que ir de aquí”.

Mientras busca una ruta alterna en su teléfono, se reafirma a sí misma que la vida en Estados Unidos, aun con Trump, es mejor que en su natal Etiopía, de donde salió hace ya cinco años. Cree firmemente en el sueño americano y aunque desde que llegó ha enfrentado dificultades, se siente feliz rodeada de otros de sus paisanos.

“Además creo en Dios”, dice echando una mirada por el retrovisor. “Así que no estoy asustada, no tengo por qué estarlo”.

Retribución para algunos, amenaza para otros, Donald Trump ha vuelto a la Casa Blanca. El frío de enero con el que llega al poder podría extenderse para algunos mucho más allá.

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