Estados Unidos: 16 años liderando
Estados Unidos se distingue por ser, desde hace 16 años consecutivos, el único país del continente que aplica la pena de muerte.
En 2024 se registraron 25 ejecuciones en nueve estados, cifra que, aunque modesta en comparación con algunos países de Oriente Medio, reafirma una tradición que se mantiene a pesar de las numerosas críticas internacionales y los esfuerzos legislativos para limitar su aplicación.
El método tradicional de la inyección letal continúa siendo el más empleado. Sin embargo, en un giro controvertido, Alabama adoptó el uso de gas nitrógeno para llevar a cabo ejecuciones, lo que marcó la primera vez que se emplea este método en la historia del país.
A nivel federal, la administración Biden conmutó 37 de las 40 penas de muerte existentes, aunque no eliminó la pena capital de la legislación.
En paralelo, cinco hombres enfrentaban procesos con posibilidad de ejecución en comisiones militares en Guantánamo.
La pena de muerte sigue siendo legal en 27 estados del país, aunque 11 de ellos no la han aplicado en al menos una década. En 2024, el número total de personas condenadas a muerte en Estados Unidos era de 2,049, incluidas 45 mujeres.
Reveses, avances y moratorias
En África, el contraste es evidente. Zimbabue adoptó medidas que eliminan la pena de muerte para delitos comunes, una decisión que representa un avance hacia un sistema judicial más humanitario y respetuoso de los derechos fundamentales. Paralelamente, Zambia ratificó el Segundo Protocolo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, compromiso que sella su intención de erradicar la pena capital y alinea sus políticas con las demandas internacionales de derechos humanos.
La situación en Asia también ha experimentado cambios relevantes. Malasia, en un movimiento considerado emblemático, abolió el carácter obligatorio de la pena de muerte para ciertos delitos. El país revisó más de mil sentencias, lo que permitió reducir de manera notable la población en riesgo de ejecución.
Este cambio legislativo no solo representa un avance interno, sino que forma parte de un esfuerzo más amplio en la región para sustituir la pena capital por medidas alternativas que garanticen procesos judiciales más equitativos.