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La guerra acercó a Irán a un solo destino: más radicalización

Aun antes del arranque de la reciente guerra entre Israel e Irán, el gobierno de Jamenei atravesaba por una crisis severa de confianza y las protestas contra el régimen eran más frecuentes.
mar 24 junio 2025 07:52 AM
Por qué bombardear Irán podría fortalecer a los más radicales del régimen
La gente asiste a una protesta contra el ataque estadounidense a las instalaciones nucleares, en medio del conflicto entre Irán e Israel, en Teherán, Irán, el 22 de junio de 2025.

Bombardear Irán es un acontecimiento que desde la llegada al poder del régimen teocrático en 1979 eludió la mente de al menos ocho presidentes estadounidenses, incluyendo al propio Donald Trump en su primer mandato; sin embargo, tras cruzar esa línea el sábado pasado, el camino apunta a una mayor radicalización de la república islámica pese al cese al fuego anunciado ayer.

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El régimen de los ayatolás, de acuerdo con especialistas, está en un punto de inflexión crucial debido a la avanzada edad del líder supremo Alí Jamenei, quien a sus 86 años fabrica un plan de sucesión en el que los militares, con una postura más radical y bélica que el clero islámico, tendrán un rol más profundo.

De hecho, según reportes de medios locales, los generales que no han sido asesinados en recientes ataques en Irán ocupan en el organigrama de gobierno sitios más elevados, por primera vez desde la revolución que depuso al Shah Mohammad Reza Pahlaví a finales de los años 70, todos con una postura más radical contra Estados Unidos e Israel. Si en años recientes el enriquecimiento de uranio para desarrollar un arma nuclear fue una prioridad para Teherán, con los militares al mando ese objetivo es existencial.

“Imagina Corea del Norte”, explicó un oficial de la Marina estadounidense bajo condición de anonimato y quien conoce de los movimientos recientes de la milicia de su país en Medio Oriente. “Irán ve en un arma nuclear el seguro de vida con el que han contado, desde hace décadas, los Kim”.

En la shura, o el consejo privado del líder supremo Jamenei, dominan personajes de la Guardia Revolucionaria Islámica, que no solo guardan sed de revancha tras el inédito ataque de Estados Unidos a las centrales nucleares y laboratorios de Fordow, Natanz e Isfahan, sino desde el asesinato en 2020 del general Qasem Soleimani, uno de los símbolos más queridos de la república islámica.

Con sed de cambio

Aun antes del arranque de la reciente guerra entre Israel e Irán, el gobierno de Jamenei atravesaba por una crisis severa de confianza y las protestas contra el régimen eran más frecuentes.

En 2022 y 2023, miles de iraníes tomaron las calles de las principales ciudades del país en protesta por la muerte de Mahsa Amini, una mujer de 22 años quien falleció en circunstancias sospechosas bajo la custodia de la Patrulla de Orientación, el brazo policial del gobierno iraní que vigila la “moral” en una sociedad teocrática. Amini fue arrestada por no usar correctamente el hijab, uno de los velos tradicionales de la religión islámica.

Lo masivo de las protestas mostró la vulnerabilidad del régimen, mientras que una encuesta de 2023 realizada por el Instituto Gamaan, un centro de investigación neerlandés, arrojó que más del 80% de los iraníes rechazan la república islámica en favor de un gobierno auténticamente democrático. El estudio, realizado con 158,000 respondientes en el país a través de herramientas tecnológicas altamente seguras para evitar represalias, es una de las muestras más recientes de la sed de cambio de la sociedad.

Los recientes asesinatos contra generales no derivaron en muestras de molestia entre los ciudadanos, aunque esa percepción podría cambiar si los bombardeos sobre infraestructura civil en Teherán y otras ciudades se reanudan con fuerza.

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El escenario del caos

A diferencia de otras naciones islámicas, como Irak y más recientemente Siria, en Irán no existe una oposición ni prominentes figuras que permitan una transición hacia un gobierno democrático o, en el peor de los mejores escenarios, menos radical y adverso a Occidente.

“Es altamente improbable que, como algunos en Israel y Estados Unidos esperan, estos ataques aceleren el colapso del régimen iraní”, escribió Ilan Goldenberg, ex Líder de Equipo para Irán de la Oficina del Secretario de Defensa de Estados Unidos, en un ensayo para Foreign Affairs. “Incluso si la muerte de tantos oficiales de alto rango de Irán cause que el régimen caiga, la inestabilidad y la violencia que vendría de ello no producirá una democracia, sino que llevará a un liderazgo más radical o a un vacío peligroso”.

En un país de 90 millones de habitantes y un territorio más vasto que Irak o Afganistán, Estados Unidos e Israel carecen de la capacidad de llevar a buen término un cambio de gobierno que dure en el mediano y largo plazos. Las lecciones no aprendidas de Afganistán sirven a Washington como un duro recordatorio de que su historial en la región es negativo.

“Irán podrá aceptar por ahora una paz en los términos de Estados Unidos y sonreír para la cámara”, añadió el oficial de la Marina. “Pero eso solo les gana tiempo para conseguir sus objetivos, esos no han cambiado desde el sábado”.

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