El bajo crecimiento es un problema con historia de este país. El PIB creció a una tasa anual promedio del 2.1% entre 2000 y 2023.
En El Salvador, se importa más que se exporta —lo que se vende al exterior, sobre todo a Estados Unidos, son artículos textiles producidos en empresas maquiladoras—, lo que llevó al país el año pasado a tener un déficit de la balanza comercial de más de 8,000 millones.
Y eso, tal como indica Martínez, se compensa con las transferencias que reciben los salvadoreños de sus familiares en el exterior.
La economía salvadoreña también es altamente endeudad, a pesar de que en enero de 2023 Bukele celebró haber saldado un vencimiento de deuda por 800 millones de dólares y cargó en la red social X contra los analistas que habían advertido de un potencial escenario de impago.
Lo logró, de acuerdo con los expertos, con una reforma de pensiones y la renegociación de la deuda, lo que llevó a su vez a un mayor endeudamiento.
Con ello, El Salvador no pagará intereses ni capital de la deuda previsional hasta 2027, pero ese año deberá saldar otro vencimiento de la deuda total del país por cerca de 2,035 millones de dólares.
En 2024, el gobierno buscó abordar algunos de los desafíos más urgentes de la economía del país mediante la aprobación de un presupuesto austero para 2025, el pago de atrasos internos y la reducción de presiones de financiamiento de corto plazo a través de tres recientes operaciones de recompra de deuda.
Sin embargo, se espera que la disminución del gasto y la inversión pública asociados al plan de consolidación fiscal, junto con otros factores globales, reduzcan aún más el crecimiento en 2025 y 2026.