OPINIÓN: Una idea para revolucionar los Juegos Olímpicos
Nota del editor: Natalie Vie pertenece al equipo estadounidense de esgrima y ha sido campeona nacional de Estados Unidos en dos ocasiones. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) – Un gran océano de concreto fresco brillaba fuera de la arena de esgrima en la Villa Olímpica. Yo estaba en Río de Janeiro para los Juegos Olímpicos de prueba, tres meses antes de los Juegos Olímpicos de Verano de 2016.
Me siento honrada de haber podido viajar a Río de Janeiro —y a todo el mundo— para representar a mi país y mi deporte. Siento que realmente soy el producto del movimiento olímpico y que mis experiencias como deportista de alto rendimiento me han moldeado para ser la mejor versión de mí misma. Cuando peleo con un oponente me siento conectada a él sin tener que hablar un lenguaje común, porque la esgrima es un lenguaje propio. Esto y mucho más es lo que la esgrima —y el Movimiento Olímpico en términos más generales— me ha dado.
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Sin embargo, como participante en este increíble movimiento global, no puedo evitar preguntarme si las muchas controversias fiscales, ambientales y sociales que a menudo rodean a las sedes olímpicas pueden prevenirse. Y si es posible, ¿es éticamente responsable continuar como hasta ahora, sin tratar de evitar estos perjuicios fiscales, ambientales y sociales?
A pesar de que celebrar los Juegos Olímpicos es algo prestigioso, rara vez es lucrativo. Los Juegos de 1984 en Los Ángeles a menudo son descritos como los primeros desde 1932 en producir alguna ganancia. Muchos países, por su parte, han tardado años en pagar sus deudas; y, a menudo a expensas de los contribuyentes. Los Juegos de 1976 en Montreal terminaron costando mucho más de lo previsto inicialmente, mientras que los Juegos de Verano de Atenas en 2004 —que costaron al país unos 11,000 millones de dólares, según algunas estimaciones— fueron ampliamente considerados como un síntoma del tipo de mala gestión económica que condujo al colapso económico posterior de Grecia.
Pero los cuestionables fundamentos económicos de celebrar unos Juegos Olímpicos no son el único problema. La Copa Mundial y los Juegos Olímpicos en Río también han generado conflictos sociales e incluso enfrentamientos violentos entre la policía brasileña y aquellos que se negaban a ser desalojados de sus hogares debido a la construcción de la Villa Olímpica y de las instalaciones de la Copa Mundial.
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Esto se ha sentido particularmente personal para mí. Por un lado, Río es una parada en nuestro Circuito de Copa del Mundo anual de la Federación Internacional de Esgrima (FIE), así que he pasado mucho tiempo allí. Además, la Villa Olímpica fue construida en Barra de Tijuca, donde mi familia y yo vivimos durante un breve tiempo cuando era chica.
Sé que no soy la única a la que entristece esta agitación. La esgrimista Akhnaten “Akhi” Spencer-El, quien compitió en los Juegos Olímpicos de 2000 en Sydney, me dijo: “Me entristece como una atleta olímpica y como parte del equipo de Estados Unidos que estemos contribuyendo de alguna manera al sufrimiento de las personas. Parece contrario a la esencia de los Juegos Olímpicos”.
O como mi amigo de toda la vida y entrenador de los Juegos Olímpicos en Río Cristiano Rivera lo expresó: “Las controversias que enfrentan estos Juegos traen exactamente todo lo contrario a lo que hemos trabajado durante toda la vida”.
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Con todo esto en mente, es hora de que nosotros, como comunidad, abordemos los muchos problemas sociales, ambientales y económicos que han afectado a muchas de las ciudades sedes olímpicas durante años. Y la mejor manera de hacerlo es aprender de aquellas ciudades anfitrionas que han tenido cierto éxito.
Los Juegos Olímpicos de Verano de Barcelona en 1992 son un buen ejemplo.
La ciudad terminó con un superávit, y los Juegos se convirtieron en un catalizador para los planes largamente pospuestos de invertir en la infraestructura de la ciudad. Los funcionarios querían reestructurar la ciudad después del régimen de Franco, y albergar los Juegos Olímpicos fue visto como una buena oportunidad para hacerlo. Con esto en mente, la mayor parte del gasto en infraestructura fue destinado a mejoras y actualizaciones de las estructuras existentes, inversiones que todavía están dando sus frutos. Barcelona ya es un escenario habitual de varios eventos deportivos internacionales, incluyendo la Copa del Mundo de Espada Femenina de la FIE, como parte de la Copa Mundial del circuito FIE, en la cual compito.
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El sitio web del Comité Olímpico Internacional define el movimiento olímpico por las actividades en las cuales participa, algunas de las cuales incluyen: “La oposición a todas las formas de explotación comercial del deporte y los atletas... Crear conciencia de los problemas medioambientales... Apoyo financiero y educativo para los países en desarrollo a través de la Institución de Solidaridad Olímpica del COI”.
Sin embargo, con demasiada frecuencia, las acciones de la comunidad olímpica no cumplen esos elevados estándares. Así que, aunque es posible aprender de las experiencias individuales de algunas ciudades anfitrionas, podría ser el momento para una solución más radical.
Cuando regresé a casa después de los Juegos Olímpicos de prueba, mi novio propuso una idea simple, pero que sería innovadora si se llevara a cabo: un sitio permanente para los Juegos Olímpicos.
El entrenador Rivera concordó en que esto podría ser el mejor camino a seguir.
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“Los Juegos Olímpicos tienen que abandonar la idea de hacer circular el sitio olímpico y volver a las raíces de tener un lugar como hogar”, me dijo. “Yo no me opondría a que regresaran a Olimpia”.
¿Cómo podría esto beneficiar a los Juegos?
Para empezar, reduciría drásticamente los costos de infraestructura, lo cual daría a los futuros Juegos muchas más posibilidades de ser rentables.
Además, al enfocarse en mejorar la infraestructura existente, en vez de lanzar proyectos totalmente nuevos, un sitio permanente podría ayudar a mitigar los graves efectos ambientales que están asociados con la construcción de lugares para los Juegos tanto de Verano como Invierno. Al hacer esto, los juegos también podrían ser menos dependientes de la inversión empresarial, lo cual los ayudaría a regresar a sus raíces y a ayudar a cumplir con una de las definiciones del movimiento olímpico del COI: oponerse a todas las formas de explotación comercial del deporte y de los atletas.
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Pero incluso si una sede olímpica permanente no es considerada en los planes, es momento de una conversación más abierta e inclusiva sobre cómo se gestionarán los futuros Juegos; antes de que se seleccione otra ciudad anfitriona.
Personalmente, me gustaría ver un compromiso de que ni una familia más será desalojada por la fuerza de su hogar, mientras que los hábitats naturales locales también deben ser respetados. Otro objetivo debe ser garantizar que cualquier anfitrión potencial no está incurriendo en una deuda inmanejable que corra el riesgo de afectar negativamente a la economía del país respectivo.
Mientras agrupaba mis ideas para este artículo de opinión, hablé con numerosos entrenadores y atletas. Pero eso debe ser solamente una de la serie de conversaciones que el movimiento olímpico sostenga. Si vamos a desarrollar soluciones ambientales y socialmente sostenibles, entonces la comunidad deportiva mundial tendrá que asegurarse de que se produzcan muchas más de estas discusiones en los años venideros.