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OPINIÓN: El futuro del Internet de las Cosas depende de esto

Mark Surman y Michelle Thorne opinan que lo llamativo y las ganancias no deberían ser lo único importante para las grandes empresas de tecnología.
sáb 28 octubre 2017 07:00 AM

Nota del editor: Mark Surman es director ejecutivo de Mozilla Foundation, una comunidad global dedicada a mantener la apertura y la gratuidad de internet. Síguelo en Twitter como @msurman . Michelle Thorne encabeza las investigaciones de Mozilla Foundation sobre el Internet de las Cosas. Síguela en Twitter como @thornet. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a los autores.

(CNN) — La vida en línea ha sido dura últimamente, tanto para los miles de millones de personas que usan la red todos los días como para los gigantes que están detrás de gran parte del hardware y el software en el mundo.

Por otro lado, entre hackeos y desinformación, internet está llegando a una nueva frontera. Los dispositivos conectados, mejor conocidos como Internet de las Cosas, introducen al internet en aspectos cada vez más privados de nuestra vida.

Primero, las noticias más recientes:

Una violación masiva a la seguridad cibernética de Equifax expuso la información más delicada de millones de estadounidenses, tal como números de seguridad social y direcciones. Tras el suceso, hubo más drama digital: tuits erróneos, sitios web falsos e intentos de phishing .

En Facebook, Mark Zuckerberg reconoció que unas cuentas rusas con motivos políticos usaron la red social durante las recientes elecciones presidenciales en Estados Unidos. "No quiero que nadie use nuestras herramientas para socavar la democracia", afirmó Zuckerberg.

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OPINIÓN: Facebook y Google, culpables de promover la desinformación

Al otro lado del Atlántico, Google se enfrenta a una multa de la Unión Europea por prácticas monopólicas, por la asombrosa suma de 2,700 millones de dólares . Las autoridades afirman que el gigante de las búsquedas priva a los usuarios de internet de su derecho de elegir y priva a sus competidores de su derecho a una competencia justa. ( Google no está de acuerdo y afirma que mejora las opciones para los usuarios y la competencia).

Lee: 4 dispositivos de uso diario con los que debes tener cuidado

En el continente africano, el gobierno de Togo desactivó internet en medio de protestas crecientes. Bloquearon los sitios de redes sociales, los bancos en línea y los mensajes de texto móviles en un golpe a la libertad de expresión y otros ideales democráticos.

Esta clase de noticias nos recuerdan que la vida en línea está íntimamente ligada a la vida fuera de la red. Lo que pasa en internet afecta nuestras finanzas e incluso a nuestras democracias.

Lee: ¿Privacidad en la era del Internet de las Cosas?

Todo esto ocurre mientras el Internet de las Cosas crece exponencialmente. En la década de 1990, internet estaba encadenado a nuestro escritorio. En la pasada década, ha saltado a nuestro teléfono y a nuestro bolsillo. Ahora, internet está entrando a todas partes: a nuestras ciudades, a nuestros autos, a nuestros termostatos e incluso a nuestros saleros .

En consecuencia, la conexión entre la vida en línea y el resto de los aspectos de la vida se está profundizando. Dentro de 5 o 10 años, las consecuencias de otro hackeo a Equifax o de otra desactivación de internet serán mucho mayores.

¿Qué hacer? En este momento, el Internet de las Cosas está en un punto de inflexión. Está en todas partes, pero sigue en pañales. Aún no se escriben las reglas ni se establecen las convenciones sociales. Hay muchos futuros posibles… y algunos son más sombríos que otros.

Lee: El Internet de las Cosas, la razón del aumento en el 'malware'

Si continuamos con los patrones de diseño actuales de internet (en control de un puñado de gigantes de Silicon Valley y con los datos personales como moneda de cambio), esos futuros sombríos seguramente prevalecerán.

Los dormitorios conectados, los autos, los marcapasos y las máquinas de diálisis estarán en control de las empresas, no de las personas. Los datos personales, capturados a un nivel aún más granular, seguirán siendo moneda de cambio y las amenazas tales como los hackeos se extenderán a ámbitos más íntimos de nuestra vida.

nullYa hay ejemplos que nos hacen pensar, tales como el de My Friend Cayla, el juguete conectado a internet que el gobierno alemán catalogó de " aparato de espionaje ilegal ". Cayla es una muñeca parecida a la Barbie, aparentemente inocua. Sin embargo, Cayla graba conversaciones, vende productos a jóvenes impresionables y es vulnerable a los hackeos.

Hasta las buenas noticias suscitan dudas. Tesla dio a sus clientes afectados por el huracán Irma una recarga de batería , gesto noble. Pero algunos floridenses y periodistas cuestionaron las implicaciones : ¿qué pasa si alguien que no sea Tesla logra acceder a una flota de vehículos? Esta es una inquietud respecto a los autos conectados que ha existido desde mucho antes del huracán Irma.

Lee: Cero privacidad, el precio de tener un wearable

Por otro lado, nosotros, los usuarios y los consumidores de internet, podemos exigir patrones de diseño nuevos y mejorados. El Internet de las Cosas puede adoptar valores como los del internet temprano: descentralizado, de libre acceso y en armonía con la privacidad. Aquí también hay ejemplos. Cada vez más tecnólogos se preguntan no solo qué es posible, sino qué es responsable.

En el evento ThingsCon que se llevó a cabo recientemente en Berlín , se exhibieron creaciones de este movimiento. Nos encontramos con el concepto de las marcas de confianza del Internet de las Cosas, etiquetas de terceros que indican si un dispositivo respeta lo suficiente la privacidad. Nos presentaron la Base de Conocimiento de Simply Secure , un kit de herramientas que enseña a los desarrolladores y a los diseñadores a fabricar productos seguros, que respeten la privacidad.

También vimos el SolarPak , una mochila creada en Senegal, equipada con un panel solar. Acumula energía durante el día para alimentar una pequeña lámpara led por la noche, lo que permite que los estudiantes estudien.

nullEstas son ideas y dispositivos que resuelven problemas, como lo hacen muchos productos tecnológicos. Pero también dan prioridad a la responsabilidad; la recopilación de información y la obsolescencia planeada no son parte de la ecuación.

Esta no es una cuestión simple. Las grandes plataformas de tecnología son importantes para que el Internet de las Cosas sea más responsable y ético. Sin embargo, la dinámica en la que unos cuantos controlan tanto en nuestra vida es, sencillamente, demasiado arriesgada.

Lee: ¿Cómo serán los hackeos en 2050?

Conforme le abrimos las puertas de partes más íntimas de nuestra vida a internet, los consumidores y los usuarios deben seguir teniendo el control. No basta con que los consumidores exijan ruidosamente; los reguladores y los líderes del sector deben tomar medidas. Juntos, debemos asegurarnos de que en el hardware y el software nuevo se dé prioridad a la responsabilidad, no al atractivo ni a las ganancias.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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