OPINIÓN: La neutralidad en Internet ha muerto, al menos por ahora

Nota del editor: Javier Murillo Acuña es fundador y presidente del Consejo de Metrics. Síguelo en Twitter en @JavierMurillo y en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.

(Expansión) — La neutralidad en Internet ha muerto, al menos por ahora. En una votación de 3 a 2 la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC por sus siglas en inglés) aprobó una medida para eliminar las reglas que Obama implementó en su administración. Esas reglas habían impedido que los proveedores de Internet bloquearán y estrangularán el tráfico en forma selectiva, lo que los obligó a crear una oferta de accesos rápidos pagados en los Estados Unidos. No más.

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Si creen que la votación de la FCC no nos afecta, porque eso está pasando solo en Estados Unidos, como bien podría decir Andrea Legarreta, están en un error. En el tema de Internet la instrumentación de las reglas que se ponen en Estados Unidos pasan, casi todas, en forma directa, ya que en México tenemos un regulador “autónomo”, el Instituto Federal de Telecomunicaciones, (IFT) que rara vez presenta una defensa legal ante ataques a los consumidores de los grandes proveedores de Internet que se verán obligados a transferir las tarifas que se pongan en Estados Unidos. En una frase, ¡Estamos jodidos!

Pero esto no termina aquí, qué pasa con los contenidos. Para explicarlo mejor usaré una analogía. Piense cómo se siente cuando llega a la sala del aeropuerto para documentar maletas y desde lo lejos logra atisbar y comprobar, no sin frustración, que por mucho que se haya levantado temprano para ganar un mejor lugar en la fila al resto de los pasajeros, ésta rebasa los unifilas y le toca a usted un tiempo “cola” de más de una hora. Pero su frustración aumenta cuando cae en cuenta que hay una fila que avanza más rápido, que solo tiene gente esporádicamente y a la que usted no puede acceder ya que no es un pasajero con pase prioritario.

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Pues así sucederá con los contenidos de Internet, solo aquellos que puedan o sean elegibles para pagar un canal de alta velocidad tendrán acceso, lo que automáticamente nos pone en la peor de las posiciones: pagaremos más por Internet y nuestro proveedor de Internet podrá decidir que contenidos recibiremos en canales de alta velocidad por sobre otros que serán más lentos. Esto representará una expresión más de la concentración económica que ya es evidente en otros ámbitos, solo que ahora pasará a Internet que era de los últimos lugares “libres” de manipulación económica que nos quedaban.

Cuando creímos que todo estaba mal, hay algo que lo hace aún más grave. No olvidemos que los gigantes de las redes sociales deciden con base en algoritmos de edición de contenido que “nos conviene más” ver, ya sea porque “nos gusta más” o porque les conviene más a ellos que lo veamos.

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¿Les ha pasado alguna de las siguientes situaciones? Dan clic a una nota que está fuera de Facebook y les advierte que usarán datos; o que sin ser amigo de sus amigos, Facebook les sugiere a una persona que agregaron en WhatsApp; o que tiene meses que no ven ni una publicación de su tía lejana que vive en otra ciudad, o del cuate con el que trabajaron hace años; ¿si? Pues todo esto es consecuencia de que a Facebook (WhatsApp e Instagram que son propiedad de Facebook), tienen un contrato con los ISP para “regalarnos” datos de Internet.

Aunque Mark Zuckerberg, presidente de la compañía, ha pregonado por el mundo que lo hace con el fin de llevar conexión a grupos marginados, está demostrado que todo es parte de una treta de negocios para que vivamos en sus propiedades digitales y por lo tanto consumamos lo que a él y a sus algoritmos de inteligencia artificial les convenga. En consecuencia la pérdida de la neutralidad en la red también propiciará que la gente que no pueda pagar por su conexión use más Facebook y todos sus dominios. La discriminación digital se hará más profunda.

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Internet libre y con ella la libertad de expresión están bajo ataque. Por donde sea que se vea los usuarios de a pie estamos en una posición de desventaja, lo único que nos queda es la resistencia civil digital, solo falta que alguien se anime a liderarla. ¿Quién será el guapo?

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