OPINIÓN: 4 riesgos muy claros para la relación México-Estados Unidos en 2018
Nota del editor: Marco A. Morales es Investigador Afiliado al Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Su cuenta de Twitter es @marco_morales . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
(Expansión) – El 20 de enero próximo se cumple un año de la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos. La anomalía en el estilo personal de gobernar de Trump ha modificado el estado de la relación México-Estados Unidos hasta hacerla retroceder a los 80s. Tomó varias décadas para que México y sus negociadores políticos y comerciales transformaran una relación monotemática de confrontación, en una relación pluritemática de colaboración. El TLCAN fue instrumental para lograrlo.
En tan solo un año, regresamos a una relación bilateral definida, esencialmente, por dos temas: por un lado, migración y la necesidad de detener el influjo de “criminales”, “narcotraficantes” y “violadores” que provienen de México; y, por el otro, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la necesidad de terminar el “peor acuerdo comercial” en la historia.
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Políticamente, entonces, la relación México-Estados Unidos está en un punto mínimo de colaboración que la llena de incertidumbres. Administrativamente, la relación continúa en una aletargada normalidad que administran las burocracias de ambos países, aunque sin un mandato claro por las aun prevalentes ausencias de mandos medios y superiores en Estados Unidos. Ese es el balance del primer año. Faltan, al menos, tres años más. El próximo año puede ser aún más complicado por las coyunturas político-electorales en ambos países, con cuatro riesgos muy claros para 2018.
Primero
La terminación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Después de cinco rondas de negociación, no parece haber demasiado progreso. Esto resulta preocupante porque el reloj político en ambos países está en cuenta regresiva. Con cada nueva ronda de negociaciones se reduce el mandato político para avanzar porque en julio de 2018 simultáneamente expira la Autoridad de Promoción Comercial (TPA) en Estados Unidos y sucede la elección presidencial en México.
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Tanto un mal acuerdo como su terminación pueden tener costos económicos altísimos en México, pero tampoco serían menores en Estados Unidos. El mayor riesgo es que los beneficios políticos de terminar el acuerdo para Trump pueden ser mayores que el costo económico de mediano y largo plazo. Hasta el momento, no queda claro que las presiones del sector económico sobre la Casa Blanca estén siendo escuchadas.
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Segundo
Una política exterior con Estados Unidos fuera de los canales diplomáticos. La gran constante desde la llegada de Luis Videgaray a la Cancillería en enero de este año ha sido el uso de Jared Kushner como canal extraoficial a la Casa Blanca. No es extraño que el Canciller Videgaray aparezca en Washington para reunirse con Kushner en visitas no anunciadas al resto de la Cancillería, incluyendo nuestra Embajada en Washington.
Podría argumentarse que esta era la única forma de entenderse directamente con la Casa Blanca con la llegada de Trump. Sin embargo, esta manera de conducir la política exterior fortalece al hombre pero debilita a la institución y al aparato burocrático. (Podría también argumentarse que es una apuesta para trascender la administración Peña Nieto en el gabinete de un posible presidente Meade.)
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El riesgo de una política exterior basada en personas, en lugar de instituciones, es claro. Si Kushner permanece, pero Videgaray no, alguien más tendría que tomar la batuta de esta relación y no es claro que todos los potenciales candidatos tengan la voluntad o el capital humano para hacerlo. Si Videgaray permanece, pero Kushner no, el canal extraoficial muere. Y volvemos a empezar de cero.
Tercero
El lugar incierto de Kushner en la Casa Blanca. Directamente relacionado con el punto anterior, en las últimas semanas ha surgido especulación sobre la posible salida de Kushner de la Casa Blanca. La especulación se agrava cuando surgen revelaciones en la investigación sobre Michael Flynn que sugieren la participación activa de Kushner en la relación de la campaña de Trump con Rusia. De confirmarse, Kushner podría ser un lastre para una Casa Blanca que busca terminar esta investigación de una vez por todas.
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Agravando la situación, al momento de escribir estas líneas, se especula que Rex Tillerson podría ser sustituido en las siguientes semanas por Mike Pompeo en el Departamento de Estado. Sin Kushner, y con estos cambios, termina siendo muy incierto el papel del Departamento de Estado en la relación con México.
Cuarto
La incertidumbre en la dirección de la política exterior mexicana a partir del 1 de diciembre de 2018. Si continúan las tendencias actuales, la elección presidencial mexicana se decidiría entre Meade y López Obrador. Posiblemente la incertidumbre sea menor con un presidente Meade: continuidad de la política exterior como la entiende el priismo tradicional.
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El caso, sin embargo, podría ser muy distinto si López Obrador llega a la Presidencia. Es difícil prever un escenario de armonía entre dos presidentes con características muy similares: ambos xenófobos (anti-mexicano uno, anti-estadunidense el otro), ambos nacionalistas, ambos proteccionistas y ambos aficionados a las verdades alternativas como forma de política. La triste realidad es que un presidente López Obrador provee todos los elementos para una confrontación ilimitada y la degradación continua de la relación bilateral con Estados Unidos.
En suma, la relación entre México y Estados Unidos nunca ha sido una entre iguales. En tiempos recientes, sin embargo, se transformó en una de conveniencia entre socios desiguales. Aunque no era perfecta, la colaboración o tolerancia en muchas áreas permitió solucionar muchos problemas y reducir el impacto de otros tantos. Sin embargo, el discurso político y las realidades alternativas amenazan seriamente el futuro de una relación sin duda de conveniencia, pero con beneficios mutuos y compartidos.
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