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OPINIÓN: ¿Trump debería hablar con el fiscal que investiga el caso ruso?

Un agente retirado del FBI y un exfiscal, dan su opinión sobre si el presidente de EU si una reunión con Robert Mueller sería una ocasión política y jurídica trascendental.
mié 17 enero 2018 06:47 PM
Trump
Trump Muchos analistas jurídicos afirman que ningún abogado que se precie de ser hábil le recomendaría a Trump que accediera a entrevistarse con el fiscal especial. (Foto: KEVIN LAMARQUE/REUTERS)

El diario estadounidense The Washington Post informó a principios de enero que el fiscal especial Robert Mueller le avisó al equipo de abogados del presidente de ese país, Donald Trump, que es muy probable que opte por entrevistarlo. Trump indicó que podría estar dispuesto a que lo entreviste el equipo de Mueller, pero hace unos días, dijo "ya veremos qué pasa".

Una entrevista de alto perfil entre Trump y el fiscal designado para investigar la interferencia de Rusia en las elecciones de 2016 —además de la cuestión de si tenían lazos con el equipo de campaña de Trump— sería una ocasión política y jurídica trascendental.

CNN Opinion pidió a James Gagliano, agente del FBI retirado con dos décadas de experiencia, y a Paul Callan, exfiscal, que dieran su opinión sobre si Trump debería reunirse con Mueller y si así fuera, en qué condiciones.

El exagente del FBI opina que Trump debería declarar

Muchos analistas jurídicos, entre ellos Paul Callan, afirman que ningún abogado que se precie de ser hábil le recomendaría a Trump que accediera a entrevistarse con el fiscal especial, Robert Mueller. En la estrategia más común (y la más segura) en derecho penal se valora mucho la limitación de la exposición de un cliente. En boca cerrada no entran moscas, como dice el dicho. Sin embargo, yo propondría un enfoque jurídico menos convencional para un presidente nada convencional por cuatro razones:

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La primera es que hay razones para pensar que Mueller no tiene argumentos sólidos contra Trump en el tema de la colusión. Las denuncias que se presentaron contra Paul Manafort, el exdirector de campaña de Trump, y Rick Gates , socio de negocios de Manafort, se relacionaron con acusaciones de conspiración y lavado de dinero que presuntamente ocurrieron antes de que trabajaran en la campaña. Por otro lado, Michael Flynn y George Papadopoulos se declararon culpables de mentirles a los agentes del FBI, delitos por los que se sigue un procedimiento accesorio, lo que significa que hubo una conducta antijurídica —mentir— relacionada con la investigación de un delito, pero no hubo complicidad en el delito que se investiga.

En otras palabras, ninguno de estos personajes relacionados con la campaña de Trump ha sido sujeto de denuncia en un caso subyacente relacionado con la colaboración ilegal con el Kremlin para influir en las elecciones. Eso es crucial porque bien podría significar que Trump solo tiene que temer que lo acusen de obstrucción de la justicia por su interacción con el exdirector del FBI, James Comey , o de falsedad de declaraciones si les miente explícitamente a los investigadores.

Para quienes se inclinan por creerle a Trump, quien ha proclamado su inocencia repetidamente, el mejor consejo jurídico sería ayudar a que concluya la investigación del fiscal especial. Las entrevistas con las personas de interés generalmente son el acto final de un melodrama judicial. Al acceder a reunirse con los investigadores y decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, Trump ayudaría a cerrar concluyentemente este capítulo. Con suerte, Estados Unidos podría pasar a otra cosa.

En segundo lugar, si Trump y sus abogados conocieran más datos específicos de los argumentos que Mueller podría estar tejiendo en su contra, estarían en mejores condiciones para combatir las posibles acusaciones. La información lo es todo en el juego del gato y el ratón del sistema jurídico estadounidense. En esencia, Trump estaría siguiendo los sabios consejos de Sun Tzu, el estratega militar chino que afirmó que "si conoces al enemigo y te conoces, no tienes que temer el desenlace de cien batallas".

Los abogados de la Casa Blanca dan sus consejos basados en el análisis especulativo, es decir, discerniendo específicamente en qué se está centrando la investigación del equipo de Mueller. ¿Los investigadores siguen decididos a desenterrar pruebas sobre la colusión con Rusia o dejaron eso a un lado y pasaron a otra cosa? Si así fuera, ¿extendieron el alcance de la investigación y ahora están escarbando en los negocios anteriores de Trump y en el cumplimiento de sus obligaciones fiscales? Solo hay una forma de averiguarlo: acceder a que lo entrevisten para descubrir lo más posible a través de la línea que siga el interrogatorio de la fiscalía.

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En tercer lugar, Trump es extremadamente diestro en el uso de la "hipérbole veraz", sobre la que abundó en el libro El arte de la negociación. Tal vez pueda aprovechar esa destreza para evitar contar toda la verdad sin comprometerse jurídicamente.

Para tener un contexto, Trump define la "hipérbole veraz" como "una forma inocente de exageración". Además, la explica desde un punto de vista empresarial, en el que el lenguaje impreciso puede ser clave para la imagen de una marca, para el incremento de las ventas y para los márgenes de ganancias. Este seguramente podría ser un medio eficaz para no decir toda la verdad y evitar la intención demostrable de mentir bajo juramento o cuando hable con los agentes del FBI. Para que lo condenen por perjurio, se debe demostrar la "intención" de engañar. Demostrar la "intención" también es requisito del delito de obstrucción a la justicia.

Cuando le pregunten sobre las instrucciones cuestionables que le dio a Comey —Comey afirma que Trump dijo: "espero que veas que tienes el camino libre para olvidarte de esto, para que dejes ir a Flynn"—, Trump puede recurrir a la "hipérbole veraz" para propinar ese golpe. Comey ha descrito en detalle sus interacciones con Trump y lo citó en el famoso memorando que filtró al New York Times. En respuesta, Trump simplemente podría explicarles a los investigadores de Mueller cuáles eran las intenciones de sus palabras y restarle importancia a lo que Comey intuyó.

Finalmente, al acceder a reunirse con Mueller, Trump podría ganar finalmente en el tribunal de la opinión pública. En otras palabras, demostraría que no tiene nada que ocultar y sus partidarios se regocijarían con su transparencia evidente. De hecho, si Mueller no puede demostrar que hubo colusión, se fortalecerá el argumento de Trump de que es víctima de una cacería de brujas política y de los empeños de la prensa y de sus oponentes políticos por socavar su presidencia. Esto podría incluso beneficiarlo.

Por lo tanto, si Trump quiere que esta saga termine —y tal vez mejorar sus índices de aprobación—, debería acceder a hablar con Mueller.

James Gagliano es analista de CNN experto en corporaciones policiacas y agente especial supervisor retirado del FBI. También es profesor asistente adjunto en la Universidad St. John's en Nueva York, Estados Unidos. Las opiniones en este comentario pertenecen exclusivamente al autor.

El exfiscal dice que Trump no debería declarar

El exagente especial del FBI, James Gagliano, propone que sería buena idea dar un testimonio presidencial. No estoy de acuerdo. Cualquiera de los abogados personales de Trump que recomiende que se someta al interrogatorio del hábil equipo de fiscales e investigadores de Mueller estaría proponiendo un acto cargado de riesgos jurídicos. El discurso incontrolado de Trump podría dejarlo en riesgo de que lo destituyan y de que le imputen cargos penales.

La regla de oro de Trump debería de ser guardar silencio cuando Mueller anda cerca.

El argumento de dejarse entrevistar para conocer el plan de la fiscalía

Gagliano cree que Trump, quien es encantador ocasionalmente, podría librarse de los cargos penales o de la destitución con su encanto porque las pruebas de la "colusión" podrían ser débiles. En el proceso, de acuerdo con Gagliano, Trump podría saber qué trama la fiscalía. En ese mismo tenor, Trump tendría la oportunidad de explicar sus muchos actos sospechosos. Tal vez cuando Trump presuntamente dictó el comunicado de prensa que Donald Trump hijo dio a conocer sobre la reunión con los rusos en la torre Trump, no sabía que su hijo la había organizado para conseguir información comprometedora sobre Hillary Clinton de parte de un agente ruso.

Lee: Trump buscó el respaldo del fiscal general en la trama rusa

Claro que para presentar esa defensa, Trump tendría que sacrificar a su propio hijo. Según su propio testimonio ante el Congreso estadounidense, Donald hijo habló con su padre sobre los correos electrónicos en los que organizó la reunión en la torre Trump. Aunque se negó a responder preguntas detalladas sobre la discusión, parece que alguno de los dos disfrazó engañosamente el propósito de la reunión como una discusión sobre las políticas de adopción en Rusia. Así que esta es la realidad: en la situación en la que está Trump, solamente los fiscales podrán ver sin trabas cuál es la defensa de Trump en su camino a la horca política. Podría verse obligado a incriminar a su propia familia para protegerse.

Además, conforme la investigación de Mueller se extiende más allá de la interferencia de Rusia, podría cruzarse la "línea roja" de Trump respecto a que no habría interrogatorios ni investigaciones sobre la organización Trump antes de las elecciones y sobre los negocios de su familia. En otras palabras, Mueller podría hacerle a Trump preguntas que trasciendan la colusión y podría demostrar que estuvo involucrado o que fue cómplice de delitos financieros previos a la campaña. Si necesitan más pruebas, piensen que la segunda persona elegida para dirigir la investigación en la fiscalía especial es Andrew Weissmann, experto en lavado de dinero y fraudes.

El mito de la hipérbole veraz

Trump en efecto usó el término "hipérbole veraz" en El arte de la negociación, el famoso best-seller sobre sus primeros años de carrera. En sus propias palabras, "la clave definitiva para mi estilo de promoción es la bravuconería… Aprovecho las fantasías de la gente. La gente tal vez no piense en grande, pero se pueden emocionar mucho con quien lo hace. Por eso, un poco de hipérbole nunca es malo. La gente quiere creer que algo es lo más grande, lo mejor y lo más espectacular. Yo lo llamo hipérbole veraz. Es una forma inocente de exageración… y una forma de promoción muy efectiva".

Que te interroguen uno de los mejores fiscales del país y los agentes del FBI no se parece en nada a vender bienes raíces a un palurdo fanático, ansioso de que le tomen el pelo. Esta gente tiene una palabra para lo que Trump llama "hipérbole veraz": "perjurio", si se comete bajo juramento, o "falsedad de declaraciones" si le miente al FBI en un entorno más informal. Ambos son delitos y además, causales de destitución.

Hay que recordar que Trump no es precisamente famoso por decir la verdad. Disfrazar una mentira de "hipérbole veraz" no es una defensa, es una confesión de que usó hechos exagerados que sabía que eran falsos para "aprovechar las fantasías de la gente"… y en el proceso, ganar algo de dinero.

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Si hubiera alguna duda sobre que Trump suele mentir, solo habría que ver su historial de campaña y sus primeros meses en la presidencia. El New York Times publicó hace poco un recuento detallado que —afirman— contiene más de 100 ejemplos demostrables de mentiras durante los primeros diez meses de la presidencia de Trump. Todo esto podría usarse para socavar su credibilidad.

Durante la campaña, el sitio web Politifact publicó una encuesta que indicaba que el 70% de las declaraciones que Trump hizo durante la campaña contenían falsedades verificables. Politico señaló que los resultados de dicha encuesta indican "que la frecuencia, la espontaneidad y la aparente irrelevancia de sus mentiras no tiene precedentes" en la historia de las campañas presidenciales. Como hacer preguntas sobre las mentiras anteriores sería justo, el proceso de preparación de Trump para una sesión con Mueller sería extraordinariamente difícil… y no valdría la pena por el riesgo que implica para él o para su familia.

El tribunal de la opinión pública

Aunque se emitiera una orden de comparecencia para Trump en la investigación de Mueller, aún queda una ruta de escape: podría —y debería— invocar la Quinta Enmienda. El consejo político convencional es que los políticos no deben invocar la Quinta Enmienda porque los hace ver como trúhanes. Este consejo no se aplica a Trump, cuyos simpatizantes, que componen entre el 30 y el 35% del electorado, creen que los agentes federales que lo investigan son "trúhanes" que quieren inculparlo por atreverse a atacar a la arraigada burocracia liberal.

En otras palabras, si Trump invoca la Quinta Enmienda, no perderá su apoyo. De hecho, es probable que lo apoyen más. En estas circunstancias, los abogados de Trump harían bien en recomendarle que no declare. Nadie sabe si el impredecible presidente de Estados Unidos seguirá sus consejos. ¿Quién sabe? Tal vez lo interrogue un agente amistoso del FBI que crea en las "hipérboles veraces" y en el valor de los edificios que llevan el nombre de Trump.

Paul Callan es analista jurídico de CNN y fue fiscal de homicidios en Nueva York. Actualmente es asesor del despacho de abogados neoyorquino Edelman & Edelman PC; se especializa en encarcelamientos injustificados y casos de garantías individuales. Síguelo en Twitter como @paulcallan . Las opiniones en este comentario pertenecen exclusivamente al autor.

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