OPINIÓN: Esta vez, la bancarrota no sacará a Trump del lío
Nota del editor: Dean Obeidallah fue abogado; conduce el programa The Dean Obeidallah Show, que se transmite diariamente por la estación estadounidense SiriusXM, además de que es columnista del sitio The Daily Beast. Síguelo en Twitter como @deanofcomedy . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) — En Estados Unidos hay un dicho que reza que cuando las cosas se ponen duras, los más duros se ponen a trabajar. Pero en el caso de Donald Trump, ese dicho podría quedar como: "cuando las cosas se ponen duras, Donald Trump se declara en bancarrota", al menos en lo que respecta a sus negocios que se toparon con momentos particularmente difíciles.
En vista de esos antecedentes, ¿Trump estará soñando con declararse en bancarrota en la presidencia, considerando lo objetivamente mal que le está yendo? La historia de las bancarrotas de Trump indica que sí. Primero, tenemos el caso del casino Taj Mahal de Trump, en Atlantic City, Nueva Jersey. Pese a que Trump dijo que el casino era un "negocio fantástico", poco después de su inauguración, en 1990, las cosas empezaron a ir muy mal y el casino acumuló una deuda enorme. El mismo Trump garantizó 833 millones de dólares de la deuda de su imperio. ¿Qué hizo Trump cuando el panorama se volvió desolador? El Taj Mahal se declaró en bancarrota en 1990.
Luego, durante la recesión de 2008, a los casinos de Trump les fue tan mal que la deuda de su operadora de casinos, Trump Entertainment Resorts, superó los 1,700 millones de dólares . ¿Qué hizo Trump? Se declaró en bancarrota, desde luego.
Las empresas de Trump recurrieron cuatro veces a la protección por bancarrota del capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos entre 1991 y 2009. Cuando le preguntaron sobre ello durante la campaña presidencial, Trump dijo que había "usado —genialmente— las leyes del país" en beneficio de sus negocios.
Teniendo eso en mente, hay que ver la situación actual de la presidencia de Trump. Estoy hablando de una situación tan mala como la del Taj Mahal en 1990.
Tomemos por ejemplo lo que pasó este fin de semana. Trump había planeado conmemorar el primer aniversario de su presidencia asistiendo a una cena de recaudación de fondos para su Victory Fund en su club campestre privado, Mar-a-Lago. Las parejas que querían asistir tenían que pagar 100,000 dólares para entrar. Sin embargo, Trump se quedó atorado lidiando con el cierre del gobierno , situación que puede causarle más dolores de cabeza políticos.
También tenemos los índices de aprobación de Trump. Según una encuesta que CNN dio a conocer el viernes 19 de enero, Trump cuenta con un 40% de aprobación. ¿Cómo se compara con otros presidentes en este punto? Trump tiene los índices de aprobación más bajos a un año de haber tomado la presidencia que cualquier otro presidente electo "desde que comenzaron las encuestas modernas de opinión".
Luego, está la investigación del fiscal especial, Robert Mueller. Pese a que Trump le ha restado importancia, en la investigación se ha descubierto que tanto el exasesor de seguridad nacional, Michael Flynn, como el asesor de política exterior de la campaña de Trump, George Papadopoulos, le mintieron al FBI. Además, le imputaron al director de campaña de Trump, Paul Manafort —además de a otro funcionario de la campaña— el cargo de lavado de dinero, entre otras acusaciones.
Los abogados de Manafort afirman que los cargos por lavado de dinero se basan en una "teoría legal endeble" porque las autoridades no tienen pruebas suficientes para acusarlo de un delito más grave. Pese a que estos cargos no surgieron de su trabajo en la campaña, parece que el juicio de Manafort podría comenzar en el último trimestre de este año, justo a tiempo para las elecciones intermedias.
Por si eso fuera poco, la semana pasada nos enteramos de los detalles del presunto romance de Trump con la actriz porno, Stormy Daniels. Aunque esta acusación no tuvo el impacto que algunas personas esperaban, la historia no desaparecerá pronto, ya que Daniels comenzó una gira promocional para tratar de aprovechar la publicidad. Tanto Daniels como Trump negaron el romance en un comunicado enviado a través del abogado de Trump.
Esta "tormenta perfecta" de problemas está ahondando la impresión de que los republicanos estarán en problemas en las elecciones intermedias de noviembre. Prueba de ello es Alabama, en donde el demócrata Doug Jones desconcertó a todos al ganar un escaño al Senado en un estado muy republicano, en el que ningún demócrata había ganado en 25 años.
Además, la semana pasada vimos más pruebas de que podría darse una "oleada demócrata", luego de que en las elecciones especiales para el Senado estatal de Wisconsin, un demócrata ganara por 11 puntos en un distrito en el que Trump ganó por 17 en 2016. Incluso el gobernador republicano de ese estado, Scott Walker, hizo sonar la alarma con su tuit: "que un demócrata haya ganado en las elecciones especiales es una llamada de atención para los republicanos en Wisconsin".
Pese a que en una encuesta reciente de CNN se muestra que la ventaja de los demócratas en las elecciones intermedias se está reduciendo, siguen superando a los republicanos 49 a 44%.
En vista de todo esto, Trump debe estar deseando poder declararse una vez más en bancarrota. Pero no puede. Tampoco hay lagunas fiscales ni contadores caros que puedan salvarlo esta vez. Por una vez, Trump tendrá que cambiar las cosas o asumir las consecuencias. Por fin veremos si Trump es el gran negociador que dice ser.
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