OPINIÓN: Nuestra atención inadecuada sobre Melania Trump es pura lascivia
Nota del editor: Jill Filipovic es periodista y trabaja en Nueva York y en Nairobi. Es autora del libro The H-Spot: The Feminist Pursuit of Happiness. Síguela en Twitter como @JillFilipovic . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.
(CNN) — Melania Trump no irá al Foro Económico Mundial en Davos este año ("por cuestiones de agenda y logísticas", según la Casa Blanca). Bien por ella.
Se suponía que la señora Trump asistiría al evento para apoyar a su esposo. La cancelación ocurrió después de que el diario estadounidense The Wall Street Journal informara que, de acuerdo con fuentes que conocen el tema, el abogado de Donald Trump acordó pagarle a Stormy Daniels, una actriz porno, por guardar silencio respecto a un presunto encuentro sexual con el señor Trump, ocurrido unos meses después de que la señora Trump diera a luz a Barron, el hijo de ambos.
Desde que se dio a conocer la noticia, la señora Trump no ha hecho declaraciones. Ni tendría por qué hacerlas. Si la prensa quiere prestarle atención a noticias importantes, podría centrarse en la conducta del señor Trump, no en su esposa. Después de todo, ella no hizo nada más que decidir no asistir a una conferencia exageradamente cara después de recibir noticias maritales malas.
Claro que sería genial que Melania Trump lo dejara y le quitara la mitad de sus bienes. Sin embargo, ella sabe con quién se casó y no se puede pensar que esto fue una gran sorpresa (lo que también explica que esta noticia no le ponga fin a su carrera). Claro que Donald Trump presuntamente durmió con una estrella porno mientras estaba lejos de su tercera esposa que acababa de dar a luz; es simplemente su forma de ser.
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nullDe hecho, parece que los principales facilitadores del señor Trump están muy cómodos con la noticia de mal gusto; entre ellos hay personas que uno esperaría que se sintieran muy ofendidas, como algunos de los cristianos evangélicos más prominentes. De acuerdo con Tony Perkins, del Family Research Council, un organismo de derecha, Trump tiene derecho a un mulligan —una segunda oportunidad— cuando se trata de noticias de infidelidad y otras travesuras; los evangélicos estaban "hartos de que Barack Obama y sus izquierdistas los estuvieran maltratando", explicó Perkins al sitio web Politico.
Resulta que Trump también es lo suficientemente misógino en las cuestiones que le importan a Perkins: la oposición al derecho a abortar, por ejemplo, o la limitación del derecho de las personas transgénero a que las traten con igualdad y dignidad.
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Es probable que Melania Trump esté siguiendo las mismas reglas. Su esposo no ha tratado de ocultar su misoginia ni sus infidelidades pasadas, así que es un poco difícil sentirse mal por una mujer que aparentemente está dispuesta a cambiar su belleza y el respeto básico por la generosidad pecuniaria de su esposo mujeriego.
Sin embargo, eso no significa que tenga que participar en este ritual de humillación pública: volar a su lado a Suiza y hacer de esposa discreta y ofendida. La señora Trump tampoco tiene mucho qué hacer en Davos. No es líder (ni, como todo indica, una pensadora) en negocios o política mundial; a diferencia de algunas de las primeras damas que la antecedieron, no parece que le interesen los asuntos mundiales.
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Es cierto que estaría haciendo el papel de esposa abnegada, pero tal vez la época en la que las mujeres hacían eso mientras sus esposos hacían las cosas importantes debería quedar a un lado. La señora Trump no tiene ninguna buena razón para estar en Davos. ¿Por qué habría de ir?
En todo caso, ¿por qué a alguien le importa si la primera dama de Estados Unidos, una exmodelo que parecía estar más contenta en un penthouse de la Quinta Avenida que atrincherada en el 1600 de la Avenida Pensilvania, asiste al Foro Económico Mundial?
Nuestra atención inadecuada sobre Melania Trump es pura lascivia… no nos interesa ella, sino las consecuencias de las malas decisiones de su esposo. Una vez más es símbolo de cómo los demás (especialmente las mujeres) pagan el precio del egoísmo y la falta de autocontrol del señor Trump.
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Entonces ¿qué debería hacer Melania? El señor Trump debería ir solo a Davos mientras ella pasa unos días en el spa. Mientras él esté allá, los hombres y las mujeres (aunque siendo honestos, la mayoría son hombres) del mundo empresarial, político y del desarrollo deberían tratarlo exactamente con el mismo respeto que merece un narcisista profundamente misógino.
Los periodistas deberían exigir una respuesta sobre los presuntos pagos para silenciar a Stormy Daniels en vez de centrarse en un romance. Y deberíamos dejar en paz a Melania.
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