OPINIÓN: ¿Tengo que transformarme de maestro de Economía a experto en armas?

Nota del editor: W. Andrew Tillman da clases de Economía en una preparatoria de Tampa, Florida. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) — Mi primer día como maestro de preparatoria fue el 11 de septiembre de 2001.

Gracias a mi entrenamiento para ser maestro, sabía que el primer día de clase tenía que poner un tono profesional, establecer una ética de trabajo y crear un entorno de aprendizaje. Sin embargo, nada me preparó para guiar a los alumnos por un ataque terrorista.

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Ese día aprendí muchísimo. Aprendí que hay que mantener la calma, lo difícil que es explicar el terrorismo a una generación que no lo conocía y a reconocer la necesidad de que tanto mis alumnos como yo nos tomáramos el tiempo para reflexionar y reaccionar a lo ocurrido.

Desafortunadamente, después del 11-S he tenido muchas oportunidades para reflexionar sobre la mejor forma de enseñarles a los alumnos que podrían estar traumatizados por la violencia. Luego de la tragedia de la semana pasada en Parkland, Florida (a unas horas de donde doy clases ahora), recordé la lección que aprendí el primer día de mi carrera. Vi mis propias inquietudes reflejadas en la voz de mis amigos, mis alumnos y mis colegas: ¿ahora qué hacemos? Una de las posibles soluciones que se han propuesto es permitir que los maestros porten sus propias armas para disuadir a cualquier terrorista en potencia.

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¿Cómo resultaría eso, exactamente? ¿Los estudiantes se refugian en un armario o detrás de un escritorio mientras yo me transformo instantáneamente de maestro de Economía en soldado, como Superman en una cabina telefónica? En esta hipótesis, en los días en los que no nos ataque un terrorista (estos pistoleros son terroristas, no nos engañemos) ¿en dónde se guardaría esa arma? ¿Qué pasaría si un estudiante o un empleado inestable de la escuela se apoderaran de ella? ¿Qué tan a salvo estaríamos? ¿Habremos sido los causantes de nuestra propia destrucción?

nullDigamos que logramos resolver todas esas inquietudes respecto a las armas. ¿Cómo vamos a pagar la capacitación y las herramientas necesarias para que me transforme en un maestro-superhéroe-soldado? Este año ha estado lleno de recortes presupuestales a la educación en todo el país. Los maestros de Virginia Occidental están en huelga por los recortes a los salarios y las prestaciones, y no es un problema localizado.

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Los gobiernos estatales no están en condiciones de gastar más de lo que tienen y se han visto obligados a recortar los recursos físicos y económicos de las escuelas de todo el país. ¿Pero de repente hay recursos para comprar armas, chalecos antibalas y capacitación para todos los maestros del país?

Si vas a invertir en los maestros, mejor invierte en infraestructura para enseñarle a la gente por qué la violencia está mal. Invierte en más consejeros escolares que ayuden a detectar problemas de salud mental. Invierte en una reforma sensata a las leyes sobre armas para que nosotros podamos hacer nuestro trabajo sin que haya simulacros de confinamiento.

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No inviertan tiempo, dinero y energía intelectual poniendo a los alumnos y a los maestros en una situación crítica que podría haberse prevenido, para empezar. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo hace poco que evaluaría la posibilidad de dar un incentivo a los maestros que lleven armas a la escuela. Como ya encontró dinero extra, ¿qué tal si lo invierte en pagarles a los maestros lo que valen?

Soy maestro de una escuela pública en Florida; me preocupan las nuevas responsabilidades que nos han asignado. Las imágenes que los estudiantes enviaron desde la preparatoria Stoneman Douglas hicieron que temiera y me preocupara por los tiroteos que han asolado a las escuelas de nuestro país por tanto tiempo.

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Durante el día, los maestros somos consejeros, confidentes, mentores, padres sustitutos, guías morales, instructores y asesores de los alumnos. ¿Y la gente quiere alargar esta lista?

Tengo un hijo que va a una escuela pública y veo su rostro en el de mis alumnos. Quiero para ellos lo que quiero para mi hijo. Soy originario de Texas y tengo armas para cazar; creo en la Segunda Enmienda, pero creo que es ilógico agregar armas a un entorno en el que se intenta prevenir la violencia.

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No necesitamos armas en las escuelas. Necesitamos una cultura de no violencia.

No necesitamos pensamientos ni oraciones. Necesitamos acción legislativa significativa.

No necesitamos rifles. Necesitamos recursos.

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