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OPINIÓN: ¿Por qué el mundo enloquecerá por el bebé de Meghan y Enrique?

La realeza británica tiene un gran sentido de la oportunidad al llevar a cabo eventos importantes como bodas y nacimientos cuando el ánimo nacional necesita un empujoncito, opina Jane Merrick.
mar 16 octubre 2018 04:00 PM

Nota del editor: Jane Merrick es periodista política británica y exeditora de política del diario británico Independent on Sunday. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

(CNN) — La primavera de 2019 iba a ser un momento histórico para Reino Unido porque sería el momento de la separación de la Unión Europea .

Pero luego de que el Palacio de Kensington diera a conocer la noticia el lunes 15 de octubre, habrá otro hito de menos importancia pero mucho más simbólico en los libros de historia británica.

Lee: Enrique y Meghan Markle esperan su primer hijo

Si todo sale bien, nacerá el primer estadounidense (bueno, medio estadounidense) en la línea de sucesión próxima al trono británico.

El Palacio de Kensington anunció que Enrique y Meghan, los duques de Essex (quienes acaban de emprender una gira por Australia, Fiji, Tonga y Nueva Zelandia), están esperando a su primer hijo para abril del año próximo.
El nuevo príncipe —o princesa— no solo tendrá herencia estadounidense, sino que será el primer bebé birracial en la línea de sucesión al trono británico.

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Él (o ella) será bisnieto de la reina Isabel y el séptimo en la línea de sucesión , después de su padre Enrique. (Hay algunos miembros de la realeza de ascendencia estadounidense, pero ninguno dentro de los 40 más importantes).

Lee: Esta es la línea de sucesión al trono con el bebé de Enrique y Meghan Markle

Cualquier bebé recién nacido es símbolo de esperanza para el futuro de una familia. Sin embargo, estas expectativas serán aún mayores para el miembro más reciente de la familia real, particularmente en un momento de incertidumbre y agitación en Reino Unido. El brexit se concretará el 29 de marzo de 2019; el bebé real podría nacer unas semanas (o unos días) más tarde.

Ya sea intencionalmente o no, la realeza británica tiene un gran sentido de la oportunidad al llevar a cabo eventos importantes como bodas y nacimientos cuando el ánimo nacional necesita un empujoncito.

Cuando Guillermo y Catalina, los duques de Cambridge, se casaron en 2011, el gobierno estaba embarcándose en un periodo de recortes intensos al gasto bajo su programa de austeridad financiera.

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En 1947, la reina Isabel (que entonces era princesa) se casó con el duque de Edimburgo; fue un momento de alegría nacional cuando la euforia inmediata al fin de la guerra se desvaneció ante el sombrío prospecto del racionamiento y las dificultades económicas.

En la generación más joven de miembros de la familia real, que encabezan Guillermo y Catalina, no ha dejado de haber bodas, nacimientos y bautizos desde que comenzó la turbulencia del brexit, hace dos años; sin embargo, podría ser coincidencia, ya que varios de los jóvenes miembros de la realeza están empezando a cumplir 30 años.

Una postura más realista y obstinada sería creer que estos eventos reales sirven de poco para la gente más afectada por los recortes a los servicios públicos o a los cambios de importancia como el brexit. Sin embargo, la boda de Enrique y Meghan, en mayo pasado, sirvió para algo más: su propio legado orgulloso, birracial y estadounidense, fue un contrapunto muy necesario para el clima de miedo y hostilidad ante los migrantes que se ha amplificado desde el referéndum sobre el brexit.

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La imagen de la madre de la novia, Doria Ragland, en condición de igualdad y prominencia con la reina en las fotos oficiales de la boda fue una imagen poderosa que la familia real quería transmitir: diversidad y progreso en la más antigua de las instituciones británicas.

Hace 80 años, cuando Eduardo VIII abdicó para poder casarse con una estadounidense divorciada, el público británico trató con desdén a su novia. Hoy, el público británico ha adoptado como propia a otra estadounidense, Meghan, con una calidez fascinante: comparen a la multitud que asistió a su boda con el príncipe Enrique con la modesta asistencia a la boda de su prima Eugenie con Jack Brooksbank en el mismo lugar en Windsor, el viernes 12 de octubre.

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De hecho, en esa misma boda hubo tanta emoción por los duques de Sussex (y por los duques de Cambridge) como por la novia misma.

Es esa misma emoción la que ha rodeado al anuncio de su embarazo. Cualquiera querría desearle lo mejor a la pareja y esperar que Meghan tenga un embarazo sano y un parto seguro. Pero el nuevo bebé cargará en hombros muchas esperanzas y expectativas.

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Además, será el primer estadounidense en estar tan cerca del trono británico.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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