OPINIÓN: El terrorismo no es lo que los estadounidenses siempre han creído
Nota del editor: Peter Bergen es analista de seguridad nacional de CNN, vicepresidente de New America y profesor de la Universidad Estatal de Arizona. Escribió el libro United States of Jihad: Investigating America's Homegrown Terrorists. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) - El 11-S es uno de los parteaguas de la historia de Estados Unidos. Por ende es comprensible que los estadounidenses tiendan a filtrar el concepto de "terrorismo" a través de la lente del terrorismo yihadista.
La masacre del sábado en una sinagoga judía en Pittsburgh nos recuerda que la violencia política, en parte debida a las leyes sobre armas más permisivas de Occidente, es una plaga recurrente en Estados Unidos.
Si la serie de bombas que se enviaron por correo la semana pasada a varios líderes del Partido Demócrata, a CNN y al prominente filántropo judío George Soros no fueron suficiente recordatorio, ahora tenemos la tragedia de Pittsburgh para recordarnos que el antisemitismo letal es una característica del terrorismo interno en Estados Unidos.
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Según un comunicado de la Liga Antidifamación, este fue "el ataque más letal contra la comunidad judía en la historia de Estados Unidos".
Una cifra desoladora
Desde el 11-S, 18 personas han muerto en ataques antisemitas en Estados Unidos.
En 2002, un estadounidense de ascendencia egipcia, Hesham Mohamed Hadayet, disparó contra el mostrador de venta de boletos de la aerolínea israelí El Al en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles. Dos personas murieron antes de que un guardia de seguridad de la aerolínea lo abatiera a tiros.
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Ese mismo año, Naveed Haq, un estadounidense de origen pakistaní, mató a una mujer en un centro comunitario judío en la zona de Seattle e hirió a cinco personas más.
En 2009, James W. Von Brunn, un supremacista blanco, mató a un guardia de seguridad en el Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos en Washington, D. C.
Cinco años después, Frazier Glenn Cross gritó Heil Hitler luego de matar a tres personas: dos en el Centro Comunitario Judío de Kansas City y una más en una comunidad de judíos jubilados cerca de ahí.
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Ahora, tenemos la masacre del sábado en los alrededores de Pittsburgh. Robert Bowers mató a al menos once personas e hizo declaraciones antisemitas durante el tiroteo, de acuerdo con los agentes de las corporaciones policiacas que hablaron con CNN.
Bowers culpó a los judíos por la caravana de migrantes que está atravesando México, según sus publicaciones en redes sociales.
Una semana de terrorismo
Tras la oleada de presuntos paquetes explosivos que recibieron por correo algunos líderes del Partido Demócrata, CNN y George Soros, algunos partidarios prominentes de Trump como Lou Dobbs, Anne Coulter y Rush Limbaugh disputaron la noción de que un incidente terrorista de este tipo pudiera venir de la derecha.
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El viernes les demostraron que estaban equivocados con el arresto de un hombre de Florida que tenía una vagoneta tapizada de calcomanías en apoyo a Donald Trump y en contra de los demócratas. Finalmente las teorías cayeron por tierra con el ataque trágico del sábado.
La semana anterior, la violencia racista en Estados Unidos cobró la vida de dos afroestadounidenses en una tienda en la zona de Louisville. El presunto perpetrador fue Gregory A. Bush padre, de 51 años.
Bush, que es blanco, tiene antecedentes de haber hecho amenazas racistas y trató, sin éxito, de penetrar en una iglesia predominantemente negra unos minutos antes del tiroteo en la tienda, según la policía local.
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Con los ataques terroristas en Pittsburgh y Louisville, la cifra de muertos por ataques perpetrados por extremistas de derecha en Estados Unidos, desde el 11-S, asciende a 86 personas, según New America, una institución de investigación que lleva registro de la violencia política. Por otro lado, los terroristas yihadistas han matado a 104 personas en ese mismo periodo, según la misma investigación.
Tomar la amenaza en serio
Después del 11-S, Estados Unidos se puso en pie de guerra e implementó varias medidas costosas para proteger a la patria de la amenaza yihadista. Pero ahora que vemos los horrores del terrorismo interno, ¿hay algo que debamos hacer para tomar más en serio esta amenaza?
Un portavoz de la Asociación de Agentes del FBI dijo en el programa de Josh Campbell en CNN, el sábado, 27 de octubre, que "es hora de tratar al terrorismo interno como la amenaza nacional que es y llevar registro, analizar y castigar la violencia política a nivel federal. Ganar la lucha contra el terrorismo interno no es cosa de partidos ni de posturas políticas, es sobre poner fin a la violencia política". El portavoz observó que actualmente, el terrorismo interno no es delito federal. Clasificarlo como delito federal ciertamente enviaría el mensaje poderoso de que todas las formas de violencia política son inaceptables.
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Uno de los factores que complican las cosas en Estados Unidos es que la Primera Enmienda protege el discurso de odio. Esto no sucede en países como Reino Unido, donde es delito incitar al odio racial o religioso, ni en Alemania, en donde negar el Holocausto también está penado.
Aunque es delito que un estadounidense apoye a alguna organización terrorista extranjera del catálogo del Departamento de Estado de Estados Unidos (como el Estado Islámico), la Primera Enmienda permite que los estadounidenses apoyen o pertenezcan a organizaciones neonazis y a movimientos militantes de izquierda.
Si los estatutos federales contemplaran penas por terrorismo interno, dichas disposiciones tendrían que estar hábilmente redactadas para que no terminen criminalizando la libre expresión, solo la conducta violenta.
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