OPINIÓN: Trump pregona una crisis migratoria que no existe
Nota del editor: David Gergen ha sido asesor de cuatro presidentes de Estados Unidos y es jefe de analistas políticos de CNN. Se graduó de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard; da clases de Servicio Público y dirige el Centro para el Liderazgo Público de la Escuela Kennedy de Harvard. James Piltch es el jefe de asistentes de investigación de Gergen. Escribe sobre la vida cívica y sobre educación y ha colaborado con publicaciones como el Washington Post, The Boston Globe y The Chronicle of Higher Education. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a los autores.
(CNN) — Hasta para los estándares del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, los intentos por despertar el odio a los inmigrantes parecen extraordinariamente osados. Mientras un grupo de unos 3,500 migrantes (cada vez son menos) recorren México dificultosamente para llegar a la frontera con Estados Unidos, Trump va con todo en su intento por usarlos para ganar en las elecciones del próximo martes 6 de noviembre.
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¿A qué otro presidente puedes imaginarte proclamando falsamente que estos migrantes son "invasores" que representan una amenaza grave para Estados Unidos, que envía más de 5,000 soldados a proteger la frontera (más de un soldado por migrante), que ordena a los soldados que lleguen justo antes de las elecciones intermedias aunque todavía faltan varias semanas para que los migrantes lleguen, y que promete poner fin al derecho a la nacionalidad a los bebés nacidos en Estados Unidos?
Estos actos son alarmantes, especialmente tras el tiroteo antisemita ocurrido en Pittsburgh.
Tal vez después de las elecciones intermedias, cuando se calmen los ánimos, Trump y su equipo, junto con mentes más serenas de ambos partidos en el Capitolio, se dispongan a explorar soluciones que sí funcionen. Si lo logran, descubrirán en la historia reciente de México una vía diferente para abordar el tema de la inmigración, una más humana y más efectiva.
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Aunque Trump ha estado acicateando los miedos con sus afirmaciones de que estamos en una crisis inmigratoria, la época de la migración indocumentada a gran escala a Estados Unidos fue en la década de 1990 y principios de la de 2000. En 1990 había aproximadamente 3 500 000 inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, según el Centro de Estudios sobre Migración de Estados Unidos (CMS, por sus siglas en inglés). Esa cifra aumentó en más del 100% en 2000 y alcanzó los 8,600,000 inmigrantes y posteriormente, alrededor del 36% en 2010, para llegar a 11,725,000.
Los inmigrantes mexicanos compusieron la proporción más grande de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos en este periodo. Entre 1990 y 2010, la cifra de inmigrantes indocumentados mexicanos que habitaban en Estados Unidos aumentó de poco más de dos millones a alrededor de 6.6 millones .
Sin embargo, en años recientes, ha habido un cambio importante en la inmigración desde México. Desde 2010, el flujo de inmigrantes mexicanos indocumentados ha disminuido considerablemente. "La cantidad de mexicanos indocumentados residentes en México se redujo en casi un millón de personas entre 2010 y 2016", según el estudio del CMS . No sorprende que, dadas estas cifras, la población total de inmigrantes indocumentados que vivían en Estados Unidos en 2016 haya sido la más baja desde 2003.
Estos cambios ocurrieron durante el mandato de Barack Obama, mucho antes de la política de Trump de separar a los niños de su familia y de su amenaza de enviar soldados a la frontera. ¿Por qué se redujo la cantidad de inmigrantes mexicanos en Estados Unidos? No gracias a las cercas o a los muros. La cifra bajó porque la vida en México mejoró al tiempo que las oportunidades empezaron a escasear en Estados Unidos.
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Aunque México sigue lidiando con una delincuencia y una corrupción considerables, su economía es significativamente más fuerte. La tasa de empleo mejoró: el desempleó ahora es de apenas el 3.6% . Los salarios también han aumentado y, según la paridad del poder adquisitivo (un marcador económico clave), la economía mexicana es la 12ª más grande del mundo , solo detrás de la de Francia.
Ahora, el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo que se centrará en combatir la corrupción. Si tiene éxito, AMLO podría arreglar los problemas de largo plazo que siguen impidiendo que México despliegue todo su potencial.
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Lo más probable es que este mejoramiento económico y la esperanza de un cambio político hayan contribuido a algo más significativo respecto a la migración: la satisfacción de los ciudadanos. La ONU clasificó a México como el 24º país más feliz del mundo en 2018 y superó a Chile, Brasil y Argentina respecto al año anterior. Quedó a solo seis lugares de Estados Unidos (país en el que los índices de felicidad se redujeron considerablemente).
Por otro lado, Andrés Villarreal, investigador de la Universidad de Maryland (Estados Unidos), descubrió en 2014 que la gran recesión en Estados Unidos provocó que menos ciudadanos mexicanos quisieran migrar a ese país. ¿La razón? El decremento en la demanda de mano de obra, particularmente en sectores industriales como la construcción, que afectó particularmente a jóvenes con un nivel educativo bajo.
El efecto total de estos cambios económicos y políticos, tanto en Estados Unidos como en México, es que, según el parámetro más reciente, la proporción de mexicanos que dicen que quieren dejar su país es la misma que la de estadounidenses que quieren dejar Estados Unidos. Además, los ciudadanos mexicanos que emigran no van a Estados Unidos: Pew Research descubrió que son más las personas de ascendencia mexicana las que abandonaron Estados Unidos entre 2009 y 2014 que las que migraron a ese país.
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Esta historia reciente nos lleva de vuelta a los miles de hombres, mujeres y niños desesperados que ahora se abren paso hacia la frontera con Estados Unidos tras haber comenzado su travesía en Honduras y atravesar Guatemala y México. CNN dio a conocer la historia de una mujer que "vendió todo" para tener la oportunidad de ir a Estados Unidos. Migrantes recientes como esta mujer, que están dispuestos a dejar su hogar y arriesgar la vida, generalmente vienen de Honduras, Guatemala y El Salvador. ¿Qué tienen en común estos países? Su economía está en ruinas y sus ciudadanos están en un peligro horroroso casi todos los días.
Si Estados Unidos de verdad quiere contrarrestar la oleada de inmigración de largo plazo, entonces tiene que centrarse en hacer lo más posible para crear oportunidades mejores y más seguras para los ciudadanos de estos países. No deberíamos reducir la asistencia, deberíamos incrementarla. No podemos darle la espalda al Triángulo del Norte de Centroamérica. Deberíamos aprovechar la propuesta de AMLO de formar una alianza tripartita entre Estados Unidos, México y Canadá para invertir más en Centroamérica, lo que generaría mayor estabilidad e incluso crecimiento en la región.
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Las lecciones del crecimiento mexicano y la inmigración indican que los valores estadounidenses de la humanidad y la oportunidad realmente son la mejor herramienta para crear una política inmigratoria eficaz.
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