¿Qué es realmente Donald Trump: un presidente o un CEO?
NUEVA YORK (CNN Business) -Donald Trump se postuló como el primer presidente CEO de Estados Unidos, uno cuyas habilidades de negocios lo hacían estar excepcionalmente calificado para dirigir la mayor economía del mundo.
Sin embargo, dos años después de la elección de Trump, está claro que el empresario multimillonario ha gobernado como todo lo opuesto a un presidente ejecutivo moderno.
Los consejos de presidentes ejecutivos de Trump lo abandonaron en reproche a sus comentarios incendiarios sobre la violencia en Charlottesville.
Él reclutó ejecutivos para el gobierno, pero no encajaron. El jefe de ExxonMobil, Rex Tillerson, fue despedido mediante un tuit. El presidente de Goldman Sachs, Gary Cohn, renunció a raíz de la imposición de la política comercial proteccionista de Trump.
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A las empresas estadounidenses les encantan los recortes fiscales y la desregulación corporativa de Trump, que han ayudado a acelerar el crecimiento económico y han llevado al mercado alcista a funcionar a toda máquina.
Pero los negocios no pueden soportar los instintos populistas de Trump que han conducido a los aranceles, a una guerra comercial con China y a los esfuerzos por impedir la inmigración, a pesar de la grave escasez de trabajadores.
“Los aranceles, las guerras comerciales y las políticas contra la inmigración son un anatema para los negocios. Ellos odian eso”, dijo Jeffrey Sonnenfeld, decano adjunto sénior para estudios de Liderazgo de la Escuela de Administración de Yale.
Atacando a los negocios
Los ejecutivos que dirigen las compañías más grandes de Estados Unidos saben que Trump podría atacarlos o satanizarlos en cualquier momento. El comandante en jefe ha roto los precedentes al atacar a directores ejecutivos particulares, así como a algunos de los empleadores más grandes de Estados Unidos.
Trump ha perseguido a todos, desde el CEO de Amazon, Jeff Bezos; hasta el jefe de Merck, Ken Frazier, uno de los líderes corporativos afroamericanos más destacados de la nación. Atacó a Harley-Davidson y la NFL. Eso sin mencionar las condenas casi constantes contra la prensa, incluyendo a CNN, New York Times, NBC y Washington Post, propiedad de Bezos.
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Trump, una vez más, está planteando la posibilidad de tomar medidas enérgicas contra Silicon Valley. Ha acusado a Google, Facebook y Twitter de intentar silenciar a los conservadores; una afirmación que las tres compañías niegan. Y Trump dijo a Axios que su gobierno está investigando posibles violaciones antimonopolio por parte de Amazon, Facebook y Google.
Las empresas estadounidenses tienen una relación bastante difícil con el que se suponía que era uno de los gobiernos más proempresariales de la historia. A pesar de que pocos CEO importantes apoyaron a Trump en las elecciones generales, o en las primarias, en su mayoría cerraron filas en torno a él tras su victoria.
Estabilidad, no conflicto
Trump prometió una agenda proempresarial y unidad.
“He pasado toda mi vida en los negocios, observando el potencial sin explotar de proyectos y de personas en todo el mundo”, dijo Trump en su discurso de victoria hace dos años. “Eso es ahora lo que quiero hacer por nuestro país”.
Pero Sonnenfeld dijo que los ejecutivos han quedado “desanimados” por Trump.
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“Él defiende el conflicto; a ellos no les gusta el conflicto. Les gusta la estabilidad y la armonía social”, dijo Sonnenfeld, quien también es fundador y presidente del Chief Executive Leadership Institute, una organización sin fines de lucro enfocada en gobierno corporativo que realiza encuestas a presidentes ejecutivos.
El estilo de liderazgo de Trump es diferente al de casi cualquier ejecutivo corporativo, dijo Sonnenfeld. “Es como si Vince McMahon se convirtiera en presidente de Estados Unidos”.
Guerras comerciales e inflación
Las empresas estadounidenses han obtenido algunas cosas que querían de este gobierno.
Los recortes de impuestos de Trump provocaron un auge en el mercado de valores a fines de 2016 y en 2017, así como ganancias récord y recompras de acciones este año.
Instaló reguladores y jueces con una inclinación proempresarial. Las sanciones corporativas se han desplomado, y los reguladores están trabajando para suavizar las reglas poscrisis impuestas a los bancos.
Pero, aunque Trump hizo campaña bajo su título de CEO, también se envolvió en el populismo y ha gobernado de muchas maneras que son antiéticas para los negocios.
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El alza causada por Trump en el mercado de valores comenzó a desvanecerse a medida que disminuyó el alboroto del estímulo de los recortes de impuestos. Tras repuntar en 2017, el mercado se ha vuelto más turbulento.
Los inversores temen que esos mismos recortes fiscales puedan obligar a la Reserva Federal a elevar agresivamente las tasas de interés para evitar que la inflación se caliente demasiado.
“La economía realmente necesita desacelerarse para evitar un sobrecalentamiento peligroso”, escribió esta semana a los clientes Jan Hatzius, economista en jefe de Goldman Sachs.
Es por eso que Goldman Sachs prevé cinco aumentos más de tasas por parte de la Reserva Federal (Fed), o aproximadamente dos más de lo que Wall Street anticipa.
Del mismo modo, los reportes de ganancias corporativas están llenos de quejas sobre aranceles y aumentos en los costos de las materias primas. Los temores de la guerra comercial han contribuido a la turbulencia del mercado.
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“La agenda del gobierno de Trump en el primer año fue muy favorable al crecimiento, y las acciones reaccionaron en consecuencia”, escribió a los clientes Kristina Hooper, directora de estrategia global de mercado de Invesco.
“El segundo año ha visto un énfasis en políticas que pueden ir en contra del crecimiento económico —principalmente el proteccionismo—, y las acciones han registrado rendimientos muy diferentes en lo que va del año”.
Ahora, los CEO se preguntan si el tercer año traerá de vuelta un retorno del Trump proempresarial o si ganará el populista Trump.