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OPINIÓN: El mensaje del G20 y el T-MEC

El primer bimestre del 2019 será testigo de un nuevo capítulo en la guerra comercial entre Estados Unidos y China, opina José Luis de la Cruz Gallegos.
jue 06 diciembre 2018 09:00 AM

Nota del editor: José Luis de la Cruz Gallegos es Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC). Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.

(Expansión) – La globalización se encuentra en un proceso de revisión que modificará profundamente el marco legal construido durante las últimas décadas. La reciente declaración del presidente Donald Trump proporciona el mejor ejemplo: “ soy un hombre de aranceles ”. Dicha declaración abrió el proceso de negociación con China.

OPINIÓN: Inquietante, la tregua comercial de EU y China

Por su parte la renegociación del TLCAN dio paso al T-MEC, un nuevo acuerdo que termina con el libre comercio en América del Norte y lo llevará a uno regulado por los intereses de Estados Unidos.

El brexit, la guerra comercial entre China-Estados Unidos y el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda impulsado por el gobierno chino representan otros casos que hacen visible la erosión del modelo de apertura comercial que ha regido el mundo durante los últimos 30 años.

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Paradójicamente, el cuestionamiento sobre quién disfruta los beneficios de la globalización provino de sus gestores iniciales: Estados Unidos y Gran Bretaña. De acuerdo con el presidente Donald Trump, su país ha sido víctima de las estrategias de comercio desleal instrumentadas por sus socios comerciales.

OPINIÓN: En el G20 Trump demostró todo, menos liderazgo

Dicha aseveración deja de lado tiene dos debilidades: no corresponde con el poder geopolítico y geoeconómico norteamericano y deja de lado el hecho de que la mayor parte del comercio internacional se encuentra en manos de empresas trasnacionales norteamericanas, europeas y asiáticas.

En otras palabras: los gobiernos de las naciones que intercambian bienes y servicios con los Estados Unidos tienen una influencia modesta sobre las estrategias y directrices de dichos conglomerados. En realidad, son las propias empresas de los países desarrollados las que se han encargado de llevar sus fábricas a otras latitudes para aprovechar tanto los bajos costos de mano de obra como algunas de las existentes en las naciones receptoras de sus inversiones.

En contrasentido, el apoyo para evitar modificaciones que trastoquen el actual arreglo multilateral se ha generado desde China: la defensa de la idea del libre comercio viene de un país que ejerce un capitalismo de estado.

OPINIÓN: China y EU, líderes en crecimiento y en deuda

Las fricciones entre la visión de Estados Unidos respecto a las de China han llevado a una guerra arancelaria no vista en décadas. Si bien durante la reunión del G20 Donald Trump y Xi Jinping pactaron una tregua, ello no implica que se vislumbre una solución fácil al conflicto. Al final de cuentas lo que se encuentra en juego es la lucha por el liderazgo geopolítico y geoeconómico. El primer bimestre del 2019 será testigo de un nuevo capítulo en la guerra comercial entre ambas naciones.

Bajo dicho contexto se debe entender la trascendencia del acuerdo alcanzado en América del Norte. La firma en Buenos Aires entre los líderes políticos de Estados Unidos, México y Canadá terminó con un proceso conflictivo en donde Trump logró imponer su visión a un elevado costo.

OPINIÓN: Tregua comercial EU-China: una realidad mucho más inquietante

México sufrió el daño de los aranceles impuestos al acero y el aluminio. Canadá enfrenta la ruptura de su alianza histórica con Estados Unidos. La región en su conjunto perdió la oportunidad de modernizar su vinculación comercial, sigue inmersa en una visión comercial que era válida hace 30 años, pero que hoy se encuentra muy lejos de la estrategia de integración productiva que China maneja con Asia, Oceanía y Europa con su Nueva ruta de la Seda.

En este sentido, el nuevo gobierno mexicano deberá comprender rápidamente la nueva configuración global y que para enfrentarla favorablemente requiere un programa de desarrollo económico que privilegie el interés nacional. Sin la reconstrucción de las capacidades productivas propias y una planeación integral de largo plazo difícilmente se podrá alcanzar una integración exitosa a la nueva realidad mundial.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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