OPINIÓN: Caravana migrante, el más reciente reto de política exterior
Nota del editor: Ana Paula Sandoval es asesora de la dirección general de Ethos Laboratorio de Políticas Públicas. Síguela en Twitter como @apsandovalm. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de la autora.
(Expansión) – El martes pasado una nueva caravana migrante, conformada inicialmente por unas 500 personas (y que actualmente supera las 2,000), partió de Honduras con miras de llegar a Estados Unidos en busca del sueño americano. Este episodio se repite después de que una primera caravana emprendiera su camino el 13 de octubre del año pasado.
En esa ocasión, los migrantes centroamericanos se enfrentaron a la violencia y represión de parte de la policía mexicana que con equipos antimotines les impidió –por poco tiempo- el paso, dando lugar a una ola de violencia. Esta acción fue fuertemente criticada señalando que México accedió a hacer el “trabajo sucio” a Estados Unidos, país que ha tomado una postura extremadamente crítica y restrictiva ante estos fenómenos migratorios.
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Una vez dentro del territorio mexicano, precisamente en la Ciudad de México, la mayoría de los migrantes tuvieron que recurrir al camino más largo hasta llegar a Tijuana. Usualmente la ruta utilizada es bordeando el Golfo de México, sin embargo, también es la más peligrosa. El camino recorre los estados de Veracruz y Tamaulipas, los cuales -según ha documentado la Comisión Nacional de Derechos Humanos -, es donde se comete un mayor número de secuestro de migrantes en el país. Cambiar de ruta representó para la Caravana migrante recorrer unos 1,900 kilómetros más.
Esta nueva caravana transita en un contexto diferente. La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República marca una nueva política de trato a los migrantes. Desde 2016, como presidente de Morena, AMLO presentó su Proyecto de Nación para el 2018-2024 . Ahí, entre otros puntos expresaba su intención de “terminar con los malos tratos a los migrantes centroamericanos comprometiéndose al respeto y protección de sus derechos humanos”.
Siguiendo con estos principios, en su primer día como presidente, AMLO firmó un acuerdo rubricado también por los presidentes de Guatemala y Honduras, así como por el vicepresidente de El Salvador. El documento tenía la intención de prevenir el fenómeno migratorio mediante un Plan de Desarrollo que impulse el desarrollo y las oportunidades de la región.
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Asimismo, anunció que se está trabajando en un acuerdo de inversión entre empresas y los Gobiernos de Canadá, Estados Unidos, México y los países centroamericanos ” para enfrentar de fondo y forma el fenómeno migratorio. Este mismo plan fue presentado por el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, durante la Cumbre Intergubernamental para la Adopción del Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular.
Aunque con estas acciones se busca persuadir a los centroamericanos a no migrar, lo cierto es que la nueva caravana migrante está a días de llegar nuevamente a nuestro territorio, por lo que AMLO debe asegurarse de mostrar una política diferenciadora a la de sus antecesores y garantizar la seguridad y el respeto a los derechos humanos de los migrantes, en esta y las caravanas que faltan por venir.
En su conferencia de prensa del 16 de enero , el presidente señaló que esta caravana -que llegará justamente cuando se cumplen sus 50 días en el poder-, será recibida con respeto y acompañamiento, tarea que delegó al Subsecretario de Derechos Humanos, Migración y Población, Alejandro Encinas. Lo cierto es que el presidente López Obrador tiene una gran oportunidad de convertirse en un ejemplo mundial de cómo enfrentarse y resolver una problemática que ha caracterizado al siglo XXI.
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AMLO está ante una oportunidad de oro para redimirse ante las fuertes críticas a su política exterior, principalmente por la postura “no intervencionista” que mostró al no respaldar la declaratoria del Grupo de Lima en contra de la toma de posesión del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
En cierto modo, el que México sea un promotor global de los derechos humanos, en especial en materia migratoria, impulsando que los flujos migratorios sean regulares, seguros y ordenados; buscando la integración local y la promoción de autosuficiencia de quienes decidan quedarse en el país, nos posicionaría como un país ejemplo en la región.
El año pasado, México fue refugio de algunos ciudadanos que se trasladaron tanto de países de Centroamérica como de Venezuela y Haití, y se espera que esta cifra aumente considerando que el presidente planteó también otorgar visas de trabajo a migrantes.
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Además, es importante mencionar que México, desde su Constitución se reconoce como un país hospitalario, en donde TODA persona (no importando su condición jurídica en el país) debe gozar de los derechos reconocidos por el Estado.
Abrir nuestras puertas a migrantes será un reto que nos diferenciará de muchas naciones como Estados Unidos , Hungría , Australia e Italia , que han vivido estos fenómenos y han preferido endurecer sus políticas migratorias; y en cambio, nos acercará a otros como Alemania , que han dado el ejemplo en algunas buenas y ordenadas prácticas en las que la migración es un factor importante de crecimiento económico y competitividad.
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