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OPINIÓN: Estas son las víctimas del escándalo de fraude en universidades de EU

Las personas a las que se nombra en la actual conspiración presuntamente abusaron de su riqueza y sus privilegios a un grado indignante, opina Asha Rangappa.
jue 14 marzo 2019 09:30 AM

Nota del editor: Asha Rangappa es catedrática sénior del Instituto Jackson de Asuntos Internacionales de la Universidad de Yale. Fue agente especial del FBI, especialista en investigaciones de contrainteligencia. Síguela en Twitter como @AshaRangappa . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

(CNN) — El FBI arrestó a más de 50 personas relacionadas con el que podría ser el escándalo más grande en las admisiones universitarias en la historia de Estados Unidos. El escándalo ha revelado que el acceso a los recursos y los contactos pueden distorsionar el proceso de admisión (a un grado supuestamente ilegal) y ha afectado a los solicitantes ordinarios.

Entre las víctimas del fraude del que hablaron los fiscales federales están no solo los estudiantes que merecían y a quienes pudieron haberles ofrecido los lugares que, según las denuncias, se ofrecieron corruptamente a estudiantes con solicitudes fraudulentas, sino también a los estudiantes ya inscritos en esas instituciones, quienes entraron gracias a su esfuerzo y a sus méritos.

OPINIÓN: Qué dice sobre nosotros el caso de fraude en universidades de EU

Yo fui directora de admisiones en la Facultad de Derecho de la Universidad de Yale y me preocupa otro grupo de víctimas: los futuros solicitantes talentosos, de familias poco privilegiadas, que podrían optar por no aspirar a las escuelas más selectivas porque creen que la suerte está en su contra.

Uno de mis mayores desafíos como directora de admisiones fue encontrar y reclutar "diamantes en bruto", estudiantes increíblemente talentosos que, sin algo de aliento, no habrían presentado su solicitud para entrar en las mejores escuelas. Estos estudiantes usualmente eran los primeros de su familia en ir a la universidad y no tenían a un asesor o mentor que les dijera que estas instituciones estaban a su alcance.

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Otros eran estudiantes que no conocían a alguien que hubiera ido a estas escuelas y simplemente asumían que no pertenecían a ese mundo. Animar a estos estudiantes a arriesgarse y presentar su solicitud fue satisfactorio y mutuamente beneficioso: a muchos les sorprendió que los aceptaran y sus antecedentes y perspectivas diversas mejoraron la facultad de Derecho y sus aulas.

Simpatizo con estos estudiantes porque yo alguna vez estuve en sus zapatos. Pese a que mis padres eran profesionistas y esperaban que yo fuera a la universidad, habían inmigrado de India y no tenían idea de cómo era el proceso de admisiones en Estados Unidos ni conocían la importancia de los exámenes estandarizados. Pensaban que los cursos de preparación para los exámenes eran un desperdicio de dinero y no tenían amigos cuyos hijos hubieran ido a las escuelas de mayor prestigio. El consejero de mi preparatoria ni siquiera las mencionó como opción.

OPINIÓN: Escándalo por fraude en universidades de EU, la punta del iceberg

Presenté mi solicitud en Princeton porque recibí un folleto por correo; usé una guía de estudios usada y el diccionario para prepararme para el examen estandarizado de admisión (SAT, por sus siglas en inglés). Cabe señalar que intentar memorizar el diccionario no es un plan de estudio eficiente. Como solicitante era muy inexperta y agradezco al director de admisiones de Princeton que decidiera darle una oportunidad a una chica de una preparatoria promedio del sur de Virginia.

En retrospectiva, puedo decir que mi ignorancia sobre el proceso de admisiones me favoreció: ignoraba qué tanto ignoraba, así que, de alguna manera, todo parecía posible.

Es probable que los estudiantes ricos y con buenos contactos hayan tenido grandes ventajas en ese entonces (probablemente más que ahora), pero desde mi punto de vista, las admisiones eran un enorme hoyo negro en el que metías tu solicitud y esperabas la decisión, que llegaría por correo varios meses después. Nadie sabía a ciencia cierta cómo funcionaba, así que las personas como yo sentíamos la confianza de arriesgarnos.

La era del internet lo ha cambiado todo. Todos los años, las noticias hablan de los adolescentes de alto perfil y las celebridades a las que admitieron en las universidades.

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Pese a que ahora los estudiantes tienen más información a su alcance sobre todas las escuelas y las universidades, también están bien conscientes de su situación respecto a sus compañeros. Los estudiantes pueden encontrar "calculadoras de admisión" en línea: usan su promedio y los puntajes de sus exámenes para saber cuáles son sus probabilidades de entrar a tal o cual escuela.

Los estudiantes pueden ver con sus propios ojos los montones de cursos de preparación que prometen aumentar la calificación de quienes pueden pagarlos; hay autoproclamados "consultores de admisiones" que cobran miles de dólares por ayudarte a llenar tu solicitud. Los estudiantes se quedan con una idea clara sobre cómo funcionan las admisiones: si tienes dinero, contactos o información "de adentro", tienes la ventaja. Por eso no sorprende que muchos estudiantes de entornos más modestos decidan que ni siquiera vale la pena intentarlo.

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Las personas a las que se nombra en la actual conspiración presuntamente abusaron de su riqueza y sus privilegios a un grado indignante, incluso para quienes conocemos y tratamos de abordar las desigualdades en el sistema actual.
Desafortunadamente, este caso también magnifica los peores temores de los solicitantes respecto al proceso y le da argumentos a la gente negativa, como los padres de familia o los consejeros más cínicos, para decirles a los estudiantes —esos a quienes a las escuelas de élite les encantaría reclutar y admitir— que ni siquiera se molesten en presentar su solicitud.

Si las acusaciones de este escándalo resultan ciertas, los padres de familia acusados no solo habrán dañado las posibilidades de los estudiantes cuyo lugar quedó ocupado injustamente, sino de los solicitantes futuros que podrían haber aspirado a llegar más alto si las cosas fueran diferentes.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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