OPINIÓN: Las oportunidades de farmouts en México
Nota del editor: Armando Gómez es Principal en la consultora A.T. Kearney y especialista en el sector energético. Lidera proyectos en México y el extranjero para guiar a empresas de éste y otros sectores a maximizar su rentabilidad de forma sostenible. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(Expansión) – En la práctica, el nuevo gobierno ha dado marcha atrás a la Reforma Energética. No es oficial porque las leyes no se han derogado, pero se han tomado acciones como la cancelación de las rondas y las subastas o la desmantelación de los órganos reguladores, que en efecto generan incertidumbre en el sector, neutralizando tanto los esfuerzos realizados hasta ahora como aquellos por realizarse.
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Nadie puede aludirse sorprendido, pues desde la campaña se escuchaban ataques a la Reforma bajo la bandera de una “soberanía energética”. Sin embargo, como analista del sector, confieso que fui suficientemente iluso como para confiar en que la nueva administración no cancelaría la Reforma porque eso implicaría ignorar los avances hasta el momento.
Cuando atacaban la legalidad de los contratos de exploración y producción, pensaba “basta con que revisen los contratos -que ya eran públicos por cierto- o si eso resulta demasiado, que revisen las sesiones de la CNH en YouTube”. Lo mismo cuando se decía (o más bien, se dice) que no se han traído las inversiones o se han extraído los barriles prometidos. Ahí pensé: “un análisis rápido con cifras de la CNH o de los actores en cuestión debe ser suficiente para cambiar la posición”. Lo que no anticipé es un ataque abierto en contra de los reguladores o que el concepto infundado de soberanía energética se convertiría en el slogan de Pemex.
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Un ejemplo simple, práctico e ilustrativo de los sacrificios detrás de la decisión de revertir la Reforma está en los bloques de asociaciones o farmouts. En todo el mundo, los farmouts surgen como un instrumento para sacar más provecho de campos petroleros, ya sea motivados por una carencia de capacidades (e.g. tecnológicas, operativas, de exploración o de producción, etc.) o bien, por decisiones de asignación de capital y gestión de riesgos (e.g. priorizar inversión en cierto tipo de activos o simple carencia de recursos para invertir).
Se trata entonces de asociaciones estratégicas entre privados o entre privados y empresas estatales que buscan relaciones “ganar-ganar”, donde una parte ofrece capacidades o recursos y la otra comparte a cambio una rebanada del pastel. La tarea no es sencilla pues cada bloque tiene particularidades que lo pueden hacer más o menos atractivo y las oportunidades se comportan como un mercado global, donde la búsqueda de socios -por ejemplo en Malasia- compite por los mismos dólares y capacidades que México.
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Recientemente, un cliente solicitó un estudio tipo benchmark para entender las prácticas internacionales de organismos que salen a buscar socios. Primero les contamos que desde el 2014, en el mundo se han cerrado alrededor de 30 acuerdos en los que una compañía petrolera nacional encontró socios y más de la mitad de esos acuerdos ocurrieron en América Latina (tres en México bajo la modalidad de licencia: Trión, Cárdenas/Mora y Ogarrio).
Luego les demostramos, entre otras cosas, que guardando las respectivas dimensiones, tanto Brasil como México han sido exitosos en captar la atención de jugadores internacionales. Aprendimos también que México es (o era) uno de los mercados más atractivos a nivel global, pero el motivo detrás de esto no es únicamente la prospectiva de sus recursos naturales, sino también que su oferta es flexible y transparente.
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Flexible: porque el regulador ha sido capaz de adaptarse, por ejemplo: ajustando los requisitos de precalificación, de modo que la competencia en el concurso incremente, o también, reconociendo que el modelo de contrato (e.g. licencia o profit sharing) puede y debe variar dependiendo de las características del bloque para incrementar su atractivo.
Transparente: primero porque el regulador es (o era) completamente independiente. Después porque siguió el método de licitación abierta en todos los casos. Además, la CNH ejecutó de principio a fin (incluyendo la enorme tarea del seguimiento al cumplimiento de los compromisos de los involucrados) la selección de socios en lugar de dejar el proceso en las manos del propio Pemex.
Ante la ya conocida tendencia productiva petrolera en México, la decisión es muy simple: o cerramos nuestro sector y nos conformamos con los recursos que podemos explotar nosotros mismos o compartimos un pedazo del premio y aprovechamos más del tesoro de la nación.
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Si el concepto de “soberanía energética” nos impide aceptar que terceros exploren y exploten campos por sí solos, pero al mismo tiempo sabemos que no contamos con las capacidades ni los recursos para explorar y/o explotar más que una fracción del territorio, ¿por qué no considerar algo en medio? Esto es, una asociación que te permita aprender y, asumiendo que hubiera recursos propios suficientes, después replicar el aprendizaje sin compartir con terceros.
Para fortalecer a Pemex y reducir la brecha de recursos (~$40 mil millones de dólares de inversión en las migraciones solicitadas por Pemex), México debería mantener sus buenas prácticas a nivel internacional para licitar -al menos- las oportunidades de farmouts.
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