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OPINIÓN: La siguiente recesión

La reducción en las proyecciones de crecimiento para México y la guerra comercial entre EU y China solo abonan a que los focos de alerta se mantengan encendidos, opina Luis Mauricio Torres.
mié 17 abril 2019 09:31 AM
Recesión
Las señales indican que en pocos años podríamos enfrentarnos a panorama más adverso para el crecimiento económico, apunta Luis Mauricio Torres Alcocer.

Nota del editor: Luis Mauricio Torres Alcocer es Investigador del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). Síguelos en su página y redes sociales: Twitter y Facebook . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.

(Expansión) – Si la economía global fuera una película de terror, la música misteriosa que anuncia la aparición de algún espectro ya estaría sonando. Desde hace algunos meses, analistas internacionales han comenzado a ponderar el riesgo de una recesión económica en los próximos años. De acuerdo con una encuesta de la National Association for Business Economics , cerca del 70% de los economistas encuestados creen que se avecina una recesión entre 2020 y 2021.

Aunque los economistas no gozan de buena fama para predecir eventos como crisis globales, el interés del público tampoco ha faltado. Las tendencias en el principal motor de búsqueda en temas relacionados con recesión económica se encuentran en niveles no vistos desde 2011. Los mercados y la economía global son complejos y caóticos, por lo que no hay muchas certezas sobre cómo se comportará el sistema. Sin embargo, las señales acumuladas pueden haber derivado en estas expectativas negativas.

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Por una parte, la llegada de un bache económico severo es cuestión de tiempo. Con esto no quiero decir que los periodos de expansión económica mueran por vejez, sino que una depresión, al igual que un terremoto, es imposible de predecir, pero sabemos que sucederá. El fin de la crisis de 2009, así como la continua recuperación del mercado estadounidense están próximos a cumplir 10 años. Este periodo de crecimiento sostenido se antoja largo, sin embargo, no tanto como el récord de Australia con 27 años sin una recesión.

Adicionalmente, a finales de marzo en el esotérico mundo de las finanzas ocurrió un suceso comparable con los eclipses solares. La curva de rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense se invirtió. Sin entrar en muchos detalles, esto significa que el rendimiento de los bonos con vencimiento a tres meses es mayor que el rendimiento que ofrecen bonos de mayor plazo, como los de 10 años.

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Esta es una anomalía ya que se esperaría más riesgo (y por consecuencia un mayor retorno) en invertir en un bono que paga dentro de mucho tiempo, que el riesgo de un bono que paga pasado mañana. Además, a la gente le gusta tener dinero hoy, no en 30 años, a menos claro que la espera tenga un rendimiento atractivo. Lo interesante del fenómeno de la curva invertida es que consistentemente ha predicho recesiones pocos años después de su aparición.

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También a finales de marzo, la Reserva Federal de Estados Unidos decidió mantener estable su tasa de interés objetivo ante la situación económica internacional. Los riesgos de temas como el brexit, así como la desaceleración de Europa y China podrían estar detrás de esta decisión. Bajo más o menos los mismos términos, el Banco de México decidió tomar el mismo rumbo: estabilidad en la tasa de interés.

La reducción en las proyecciones de crecimiento para México y la guerra comercial entre Estados Unidos y China solo abonan a que los focos de alerta se mantengan encendidos. Tampoco ayudan la falta de claridad sobre el nuevo Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos, la situación financiera y baja de calificación crediticia de Pemex, ni el ambiente de desconfianza para los inversionistas en México.

Si a esto le sumamos que el endeudamiento público del país creció más de 10 puntos porcentuales del PIB durante el sexenio pasado, que hoy buscamos financiar grandes proyectos de infraestructura con bajísimas probabilidades de tener un rendimiento social positivo y al mismo tiempo pagamos por la “no construcción” del NAIM, el panorama no parece mejorar.

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Probablemente sea prematuro anticipar una desaceleración fuerte y, eventualmente, una recesión con impactos significativos en México. Sin embargo, las señales indican que en pocos años podríamos enfrentarnos a panorama más adverso para el crecimiento económico. En este sentido, las decisiones del Gobierno, así como la cautela fiscal, serán clave para contener los efectos negativos de una economía global deprimida.

Para los que siguen las variables económicas del país será necesario comenzar a analizar de qué manera cada política pública o decisión del Gobierno puede mejorar o empeorar las capacidades de reacción ante una recesión global. Incluso si las motivaciones de la nueva Administración son más políticas que de ortodoxia económica, sería buena idea comenzar a ponderar el riesgo de una recesión en los próximos años. Ayudaría, sin duda, una mayor claridad de cómo se alcanzarán los objetivos de deuda y déficit, coordinar mejor la comunicación sobre planes de modificaciones fiscales e incluso delinear un plan bien definido en caso de recesión.

Para los mexicanos sería catastrófico enfrentar una crisis económica sin los instrumentos suficientes para contenerla, al menos parcialmente, pero para el proyecto político de la nueva Administración puede significar un obstáculo enorme en su objetivo de mantener la confianza de los ciudadanos. Es necesario evitar que los efectos positivos de la reestructuración del gasto público no se evaporen por un mal manejo de riesgos macroeconómicos. Más vale prevenir con mejores acciones de gobierno.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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