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¿Qué rol tiene la electromovilidad en la transición energética en México?

Las metas de energías limpias deben cumplirse y acelerarse para acompañar nuevos procesos de transformación en otros sectores, en este caso, el de movilidad, considera Aleithya Morales.
lun 22 julio 2019 03:25 PM

(Expansión) – Hablar de electromovilidad en la actualidad es necesario y urgente. No solo por las fuerzas del cambio tecnológico, que tienen su origen en la necesidad de transitar al uso más limpio de la energía, sino por la urgencia de mejorar la calidad del aire en las zonas urbanas. Eliminar las externalidades negativas del uso de combustibles fósiles en el sistema de movilidad es el gran reto para los creadores de políticas públicas en la actualidad.

Electromovilidad, en su manera más simple, se refiere a la sustitución de gasolina o diésel por electricidad. La electrificación, tanto del transporte público, del transporte de carga y de los vehículos particulares, se está impulsando a nivel internacional con el objetivo de mejorar la calidad del aire y reducir las emisiones para cumplir con las metas en la mitigación del cambio climático.

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En México, el factor transporte genera el 25.1% de las emisiones de gases de efecto invernadero y es responsable del consumo final del 45% de la energía en México. Los porcentajes son altos y sus impactos se ven reflejados en contingencias y enfermedades respiratorias.

Continuar con la promoción de los combustibles fósiles incrementará los efectos negativos en la salud. A nivel internacional, la contaminación del aire cobra 6.5 millones de vidas anuales, equivalentes a 18,000 pérdidas al día (IEA, 2016). Estos números son alarmantes y este problema irá creciendo de no tomarse las medidas necesarias.

Para México, según la Agencia Internacional de Energía, existe el riesgo de que las muertes prematuras por este mismo problema pasen de 12,500 en los últimos años a 15,500 anuales en 2040 .

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Entonces, ¿cómo se relaciona la transición energética y la transición hacia la descarbonización del sector transporte? La electrificación tendrá el efecto deseado si se acompaña con un incremento de la participación de energías renovables en la matriz energética.

Es así que las políticas públicas en temas de energía y movilidad deben alinearse en una visión conjunta. Las metas de energías limpias deben cumplirse y acelerarse para acompañar nuevos procesos de transformación en otros sectores, en este caso, el de movilidad.

La movilidad tenderá hacia ese punto tarde o temprano, pero ¿qué efecto puede tener esta tendencia en el sistema eléctrico mexicano? Las estrategias de movilidad estatales comienzan a contemplar la necesidad de diversificar el transporte incorporando un componente eléctrico.

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Lo anterior debe ser contemplado y alineado con la planeación del sistema eléctrico. La planeación y visión de largo plazo se requiere para garantizar una coordinación en la política hacia una movilidad eléctrica.

Actualmente, el bajo porcentaje de participación de las energías renovables y la intención de revivir la generación de electricidad por carbón pueden limitar la posibilidad de establecer medidas de descarbonización para el transporte.

Dentro del Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional 2019-2033 se menciona brevemente el tema de electromovilidad y se presenta la generación distribuida como un aliado hacia la electrificación. Aunque falta detalle y planeación, este puede ser un punto de partida.

Si se quiere impulsar una política hacia la sustentabilidad, es clave contemplar la descarbonización del sector transporte. Sin duda, el reto es grande para México. Estas dos transiciones, la del transporte y la energética, no se pueden recorrer de manera separada, deben alinearse contemplando los cambios en el transporte público y privado. Es decir, la adopción de vehículos eléctricos también es otro reto.

En un estudio realizado por Frost & Sullivan y mencionado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se estima que “hacia 2025 se comercialicen en México alrededor de 57,200 vehículos híbridos (VH) y vehículos híbridos enchufables (PHEV), y 4,200 vehículos eléctricos (VE).

Lo anterior representaría un 2.9% del mercado total de vehículos en este país, comentan. Aunque este porcentaje parece bajo, el reto para el país es comenzar a agilizar la inversión en la infraestructura necesaria para satisfacer la demanda de carga.

Aunque en México existen 900 cargadores o electrolineras, la necesidad es mayor. Las tres principales barreras en la actualidad para la adquisición de los vehículos eléctricos se relacionan con: rango limitado, limitaciones de carga y baterías costosas .

Por ello, esto requiere un esfuerzo conjunto entre la industria automotriz y los gobiernos locales para identificar las oportunidades de colaboración y diseño de instrumentos de política pública para impulsar este tipo de vehículos y con ello estratégicamente reducir su alto precio para el consumidor final.

De la misma manera será necesario, en este camino hacia la descarbonización, cuidar los estándares en la movilidad eléctrica para garantizar que promueva una reducción general de su impacto.

La European Environment Agency publicó un documento que analiza el impacto de los vehículos eléctricos a través de su ciclo de vida para comprender mejor los impactos de esta tecnología. Aunque ya hay muchos esfuerzos por garantizar el lado verde los vehículos eléctricos, en México se requiere dar seguimiento a los estándares para estos vehículos. Aún es tiempo y la moneda sigue en el aire.

Nota del editor: Aleithya Morales ( @aleithya_md ), especialista en política energética de Ethos Laboratorio de Políticas Públicas. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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