(CNN Español) — Ser un gobernante impopular no es necesariamente malo. Lo importante es hacer lo correcto. La opinión pública y publicada es demasiado cambiante, influenciable y a menudo está equivocada. En consecuencia, una política no se debería descalificar o descartar solo porque genera antipatía entre las mayorías populares o de analistas en unas circunstancias determinadas.
Por ejemplo, la estrategia de Ronald Reagan contra la Unión Soviética fue muy mal vista por algunos expertos de su tiempo. Algo parecido le sucedió a Lincoln durante la guerra civil estadounidense o Truman durante la Guerra de Corea. Aún más impopular y criticado fue Winston Churchill cuando se oponía solitariamente a las políticas de apaciguamiento frente a Hitler. A pesar del rechazo que recibieron, estos líderes se mantuvieron firmes y demostraron que hacían lo correcto. Luego el tiempo y la realidad les dieron la razón. Como bien decía Churchill: “La cometa se eleva más alto contra el viento, no a su favor”.