Son los intereses geopolíticos y económicos liderados por la suma de intereses nacionales de los Estados sistémicos y regionales, aquellos que se imponen sobre la agenda del desarrollo y quehacer global.
Los demonios también andan sueltos frente a la nueva climatología, pues muchos países no cumplirán con sus promesas de combatir el cambio climático pactados en el histórico Acuerdo de París. Los resultados están a la vista: la catástrofe global del Amazonas, el deshielo del Ártico y Groenlandia, así como los eventos extremos recientes en la India, Bangladesh, Irán, Mozambique y las fuertes lluvias en Bolivia.
Frente a este preocupante panorama internacional, cabe preguntarse cómo el mundo enfrentará tantos flagelos y desafíos acumulados cuando caminamos altamente divididos y crispados entre dos paradigmas de convivencia que se presumen antagónicos y contrarios: las fuerzas aperturistas, globalistas y multilateralistas que rivalizan con las fuerzas nacionalistas, nativistas y proteccionistas.
Es bajo el ambiente anti-ONU, anti-libre comercio, anti-globalización y anti-clima que se contextualiza la Cumbre de Premios Nobel de Paz en Mérida, una oportunidad histórica para que la comunidad internacional y México puedan escuchar y aprender de -primera mano- las experiencias de destacados notables, a propósito de encontrar nuevos caminos para vislumbrar la paz, el entendimiento y reforzar los principios de tolerancia, solidaridad y diversidad.