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No llores por mí, Argentina... seguirán repitiendo errores del peronismo

Argentina jamás se recuperó de la crisis de principios de siglo. Nunca se pudo levantar y volver a ser lo que alguna vez fue: el país con el mejor estándar de vida de AL, opina Jorge Sánchez Tello.
mié 30 octubre 2019 03:35 PM
ARGENTINA-ELECTION-FERNANDEZ
Alberto Fernández, abogado de 60 años que postuló en la fórmula con la expresidenta Cristina Kirchner (2007-2015), será el próximo presidente de Argentina con 44 millones de habitantes.

(Expansión) – Eva Perón es conocida en el mundo por la frase “No llores por mí, Argentina”. Sin embargo, hay un detalle: ella jamás la pronunció. Su creador es el británico Tim Rice, autor de la letra de la canción que lleva ese título, con música de Andrew Lloyd Weber, y estuvo incluida por primera vez en el álbum conceptual Evita, de 1976.

Esta frase me recuerda la crisis social que tiene Argentina desde hace 20 años aproximadamente. Macri intentó poner medidas para salvarlos de sus crisis por el desastre económico que les han dejado los Kishner aunque el desastre viene desde el peronismo que hoy regresa al poder y seguirán llorando porque la crisis va a seguir.

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¿Cómo un país, que a inicios del siglo XX se caracterizó por ostentar niveles de vida similares a los de las naciones desarrolladas, pudo terminar 100 años después en la peor crisis de su historia? La debacle argentina no debe estudiarse únicamente como un ejercicio académico. Los impactos sociales de la misma han sido lo suficientemente profundos como para repensar, no solo las estrategias de desarrollo, sino también evaluar, una vez más, la arquitectura financiera internacional, así como la consistencia de las políticas económicas que implementan los países.

La verdad es que Argentina jamás se recuperó de la crisis de principios de siglo. Nunca se pudo levantar y volver a ser lo que alguna vez fue: el país con el mejor estándar de vida de América Latina. Lo que sucedió fue que las personas se fueron adaptando y aceptando la nueva realidad. Lo que una vez fue una fuerte clase media se transformó en los nuevos pobres que fueron a engrosar las filas de pobre preexistentes.

Para poner un freno al problema de la inflación, el gobierno de Cristina Kirchner siguió el ejemplo de Venezuela, redoblar los controles sobre la economía. A partir de 2011 estableció un sistema que hizo casi imposible comprar dólares para los ciudadanos, llamado popularmente "cepo cambiario". Entre otras cosas, prohibió la compra de dólares para atesoramiento y estableció un cobro del 35% para las compras con tarjeta de crédito en el exterior.

Desde su implementación, las reservas internacionales cayeron más de 20,000 millones de dólares, hasta su nivel más bajo en siete años. Además, se disparó el precio del mercado de divisas paralelo, cuya brecha con el oficial llegó en su momento al 100%. Esto obligó al gobierno a acelerar el ritmo de devaluación.

Las reformas en el mercado laboral implementadas durante la primera mitad de los ’90 no introdujeron suficiente flexibilidad para permitir a la economía ajustar ante los shocks. Los síntomas se hacen cada vez más evidentes: medidas arbitrarias del gobierno argentino para frenar la fuga de capitales, incluyendo obligar a exportadores e inversionistas a repatriar fondos en dólares, trabas y controles a las importaciones, y una de las más originales: prohibir la importación de libros bajo pretextos medioambientales.

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Además, Argentina sufre de un estancamiento en la producción de petróleo y gas, las presiones sobre el sector energético se han vuelto gravísimas y demuestran la inconsistencia entre las políticas de demanda expansivas y serias restricciones en la oferta agregada del país. Mientras los precios de las materias primas aumentaban sin cesar, parecía no existir problema. Ahora que los precios han descendido, queda al descubierto que no hay camino y que hay mucho que andar para construirlo.

Hace algunos años Cristina Kirchner mencionó que las variables económicas de la economía argentina eran más sólidas que las de Australia y Canadá, una afirmación que ha quedado demostrada que nunca tuvo ningún fundamento.

Y pensar que en México existen voces que ponen como ejemplo la economía aplicada en Argentina o Venezuela cuando simplemente está demostrado, no sólo a nivel teórico sino práctico, que esos sistemas nunca han generado la creación de riqueza, el primer paso necesario para tener una mejor sociedad.

Nota del editor: Jorge Sánchez Tello es director del Programa de Investigación Aplicada de la Fundación de Estudios Financieros (FUNDEF). Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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