(Expansión) - A lo largo de su vida, mi padre solía repetir un dicho en inglés “Hindsight is always 20/20”, que más o menos se traduce como ”quien mira hacia atrás siempre tendrá una visión de 20/20", es decir, perfecta. Ahora, que la reforma energética y su implementación parecen estar guardadas en el baúl de los recuerdos, es muy fácil ver sus carencias y/o errores. Desde el presente, los yerros cometidos ayer se identifican como con lupa. Vistos con el espejo retrovisor, es fácil señalar los traspiés de quienes intentaron, tal vez, el cambio de modelo económico e industrial más trascendente para México.
Los lentes de nuestro presidente miran así: Con reproche de los supuestos atropellos de sus antecesores “neoliberales” y con apego a un modelo anquilosado, que no tiene futuro. Pero lo más extraño de la percepción de esta administración es que al mirar hacia atrás, no tienen (como decía mi padre) visión de 20/20 sino una miopía garrafal. No ven más allá de sus propias narices y están a punto de cometer la peor traición generacional al poner en riesgo grave la seguridad energética de los niños, los jóvenes y de los que no han nacido.
Le generación de mis padres y también la mía disfrutamos de la bonanza petrolera. Fuimos de una camada de mexicanos mantenida por los ingresos petroleros y apenas hoy sentimos los embates de los trastornos del cambio climático. En 2019, la persona del año de la revista Time fue Greta Thunberg , la estridente joven sueca a la que no todos quisiéramos en nuestra cena navideña, pero que sin duda ha trastocado consciencias cuando hablamos de la reivindicación de los derechos de las nuevas generaciones a mundo social y ambientalmente sostenible. ¿Qué tan ciego y sordo tiene que ser este gobierno para no percibir los gestos y los gritos de Greta? Porque nos guste o no su estilo, vaya que se hace ver y escuchar. Ella, como pocas activistas, es conspicua.