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La crisis que el mundo temía cuando EU eligió a Trump como presidente ha llegado

Entre los rasgos que le restan aptitud a Trump para el cargo está su incapacidad de anticiparse a las consecuencias, opina Michael D'Antonio.
mié 08 enero 2020 12:35 PM

(CNN) — Fuerzas estadounidenses asesinaron al líder militar más venerado de Irán en el aeropuerto de Bagdad. Irán juró venganza y anunció que suspendería ciertos compromisos adquiridos en el tratado nuclear, lo cual podría ser un primer paso temible hacia el desarrollo de armas nucleares. Estados Unidos se preparó para las represalias y suspendió su lucha contra los terroristas del Estado Islámico (ISIS).

El gobierno iraquí, que de por sí estaba bajo la influencia de Teherán, podría pedirles pronto a las fuerzas estadounidenses que abandonen el país. Para confirmar que todo es un caos, el Pentágono cometió un error y envió una carta en la que explican a las autoridades iraquíes la partida inmediata. Resulta que Estados Unidos todavía no se va a retirar.

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Todo esto está pasando porque sin una política evidente respecto a Irán fuera de una hostilidad hacia el viejo statu quo, Trump está tratando al mundo como su juguete político. O está seguro de que puede lograr la paz a través del caos o está tratando, por segunda vez, de usar una aventura en el exterior para garantizar su reelección.

Como todos sabemos, Trump es apenas el tercer presidente de Estados Unidos al que se le sigue juicio político por retener ayuda para Ucrania con el fin de lograr que anunciara una investigación sobre su oponente político. ¿Qué lección aprendió de esta desgracia? ¿Acaso nada más aprendió a ser más temerario?

El caos comenzó cuando una serie de escaramuzas letales entre las fuerzas estadounidenses y las milicias respaldas por Irán culminó en la irrupción de cientos de manifestantes pro-Irán en el complejo de la embajada de Estados Unidos en Bagdad. Cuando se retiraron, dejaron tras de sí una recepción destruida que evocó a la toma de rehenes de 1979 en la embajada de Estados Unidos en Teherán, cosa que probablemente le arruinó a Jimmy Carter sus probabilidades de reelegirse.

Las tensiones aumentaron y llegaron a tal punto que Trump optó por la acción más extrema contra Irán pese a las dudas de algunos de los miembros de su administración: el asesinato del general Qasem Soleimani, el líder militar de Irán. Esta decisión la pudieron haber tomado Barack Obama y George W. Bush, pero no lo hicieron. Según un funcionario al que el New York Times citó, Soleimani estaba "haciendo lo de siempre" cuando Trump ordenó que lo mataran con el argumento de que representaba una amenaza inminente.

El general era el principal enemigo de Estados Unidos y de sus aliados, Israel y Arabia Saudita, y encarnaba la agresión iraní. Como reportó el Times, había ciertos datos de inteligencia que indicaban que era una amenaza para las fuerzas, las embajadas y los consulados estadounidenses en Irak, Siria y Líbano, aunque las autoridades desconocen la relevancia de esta información.

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Aunque a algunos estadounidenses la muerte de Soleimani pudiera parecerles justificada —o incluso buena—, no será un gran problema para Irán. Ya reemplazaron a Soleimani y lo más probable es que el conflicto no cambie mucho, salvo que el pueblo iraní y sus partidarios estarán furiosos y dispuestos a cobrar venganza. Las fuerzas de seguridad iraníes juraron vengar la muerte del líder. Los mártires son personajes poderosos y por lo tanto, al morir, Soleimani podría inspirar a los iraníes a apoyar un nuevo enfrentamiento con Estados Unidos.

Es difícil imaginar un acto análogo contra Estados Unidos, pero los iraníes podrían decir que el asesinato de Soleimani representa algo como un ataque letal contra, digamos, un líder famoso de las fuerzas armadas estadounidenses. Pensemos en cómo reaccionarían los estadounidenses a un incidente de ese tipo y podríamos empezar a comprender por qué los líderes anteriores, actuando con base en información obtenida tras seguirle la huella durante años, no optaron por matar a Soleimani.

Mientras los cohetes de Donald Trump llovían sobre la caravana de Soleimani, el mundo se volvió al instante un lugar más peligroso y el papel de Estados Unidos en Medio Oriente se volvió menos cierto. Tras haber invadido Irak con el argumento deficiente de que poseían armas de destrucción masiva y eran culpables de los ataques del 11-S, la guerra de Estados Unidos en Irak costó cientos de miles de vidas y billones de dólares. Es seguro decir que el mundo entero está harto de las guerras de Estados Unidos en tierras musulmanas. La idea de que Estados Unidos se involucre en más conflictos, ahora con Irán, es casi inimaginable.

OPINIÓN: Qasem Soleimani en el ticket electoral Trump-Netanyahu

Pese a todo, con Donald Trump en la Casa Blanca, lo que ha pasado parece inevitable. Tiene la costumbre de manifestar posturas simplistas e incluso descabelladas respecto a problemas complejos y presentar soluciones dignas de un creador de consignas publicitarias. Durante la campaña electoral de 2016, especuló que los refugiados sirios eran un ejército invasor secreto y juró expulsarlos a todos.

Cuando resultó electo, trató de implementar una "prohibición a los musulmanes", una restricción a la entrada de viajeros de ciertos países, muchos mayoritariamente musulmanes. Luego, empezó a arremeter contra los aliados de Estados Unidos, particularmente la OTAN, mientras provocaba a enemigos peligrosos como Corea del Norte .

Al negarse a "actuar presidencial", como se podría decir, prácticamente reafirmó el temor generalizado de que no puede funcionar como líder sensato del país más poderoso del mundo.

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Entre los rasgos que le restan aptitud a Trump para el cargo está su incapacidad de anticiparse a las consecuencias. En una desventura en el exterior, Trump arriesgó vidas ucranianas al retrasar la entrega de ayuda para la guerra y pagó el precio cuando la Cámara de Representantes votó a favor de someterlo a juicio político.

LEE: Alza en petroprecios contendrá el castigo de Trump hacia Irak

Ahora, en otra de sus desventuras en el exterior, ha corrido un riesgo aún mayor que casi seguramente causará un gran derramamiento de sangre y el reordenamiento de Medio Oriente a favor de Irán. Como los estadounidenses están bien conscientes de las pérdidas que el país ha soportado hasta ahora en esa región, es difícil creer que respaldarán a Trump por mucho tiempo si el conflicto empeora.

Lo más probable es que Trump obtenga una recompensa amarga por sus decisiones precipitadas. Irán bien podría ser el factor decisivo que le niega la reelección a un presidente más. Además, la historia registrará que fue Trump quien perdió Medio Oriente.

Nota del editor: Michael D'Antonio es autor del libro Never Enough: Donald Trump and the Pursuit of Success (editorial St. Martin's Press); escribió, junto con Peter Eisner, el libro The Shadow President: The Truth About Mike Pence. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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