Proyección.- Es otra técnica empleada por personas que no están dispuestas a ver sus propias deficiencias y usan todo lo que está a su alcance para evitar ser responsables de sus acciones. De acuerdo con Arabi, es un mecanismo de defensa utilizado para desplazar la responsabilidad del comportamiento y los rasgos negativos de uno atribuyéndolos a otra persona.
Por su parte, la doctora Linda Martínez-Lewi, especialista en personalidad narcisista del Occidental College en Los Ángeles, considera que las proyecciones de un narcisista a menudo son psicológicamente abusivas: “En lugar de reconocer sus propios defectos, imperfecciones y fechorías, los narcisistas y sociópatas malignos optan por arrojar sus propios rasgos a sus sospechosos desprevenidos de una manera dolosa y excesivamente cruel”. Por ejemplo, un empleado grosero puede llamar a su jefe ineficaz en un esfuerzo por escapar de la verdad sobre su propia improductividad.
Conversaciones sin sentido.- Explica Arabi que es una táctica que involucra las dos anteriores a través de ensaladas de palabras, conversaciones circulares y argumentos agresivos contra las personas, para desorientar, desacreditar y distraer del problema principal y hacer sentir a los demás culpables por tener pensamientos y sentimientos, esos sí reales, que difieren de los suyos.
Cambiar el tema.- Seguramente es la táctica favorita de los políticos en todo el mundo. Es una digresión literal del tema que realmente importa para redirigir la atención a un tema completamente diferente y evadir la responsabilidad. La doctora Arabi lo expresa así: “En un nivel macro, estas desviaciones funcionan para descarrilar las discusiones que desafían el status quo. Una discusión sobre los derechos de los homosexuales, por ejemplo, puede descarrilarse rápidamente por alguien que presenta otro problema de justicia social sólo para distraer a las personas del argumento principal”.
Hace 4 décadas, ante el deterioro de la economía y la devaluación del peso, producto de las políticas implementadas y la pérdida de confianza de la iniciativa privada para invertir en el país, el entonces presidente tendió una cortina de humo lanzando fuertes críticas en contra de empresarios, calificándolos de “riquillos y malos cristianos”.
Las cortinas de humo de la actualidad funcionan pero no solucionan los problemas económico-sociales de la población. Es tiempo de que dejemos de escuchar generalizaciones que confunden y no llevan a acciones concretas y sólo hagamos caso a discursos propositivos, con sentido y fundamentos reales. Como dijo Abraham Lincoln: “Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo; se puede engañar a algunos todo el tiempo; pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”.
Nota del editor: Mario Maraboto es Licenciado en Periodismo por la UNAM. Investigador Asociado en la Universidad de Carolina del Norte. Autor del libro "Periodismo y Negocios. Cómo vincular empresas con periodistas". Consultor en Comunicación, Relaciones Públicas y situaciones especiales/crisis desde 1991. Escríbele a su correo mmarabotom@gmail.com y síguelo en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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