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Las penalidades de los niños migrantes

¿Por qué reaccionamos en contra de los migrantes centroamericanos que transitan por el país hacia Estados Unidos?, cuestiona Miguel Ramírez Barber.
dom 02 febrero 2020 07:00 AM

“El sueño americano no es para todos.”
Anónimo

(Expansión) - La historia de la humanidad nos relata un sinnúmero de migraciones originadas en la expectativa de lograr una mejor vida. En el pasado, destaca la migración de los habitantes de Asia, cruzando el estrecho de Bering, escapando del hielo para poblar América. La salida de los israelitas de Egipto dirigidos por Moisés, hacia la tierra prometida. La peregrinación de los Aztecas desde Aztlán hacia el sitio con un águila sobre un nopal devorando una serpiente, lugar indicado por los dioses.

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En la actualidad continúan los procesos migratorios de seres humanos que buscan un nuevo hogar que pueda ser mejor. Sabemos que muchos habitantes de África salen de su continente hacia nuevos asentamientos en Europa; en el Medio Oriente vemos a personas huyendo de las guerras y persecuciones en sus países hacia otros lugares.

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En América Latina observamos un éxodo de migrantes saliendo de sus países hacia Estados Unidos en búsqueda del “sueño americano”. Nuestro país es líder en el número de personas que salen para “el gabacho”, con la ilusión de cruzar la frontera y obtener un trabajo “bien remunerado”.

Este fenómeno es muy conocido para nosotros los mexicanos, pues desde hace años existen programas de “braceros” encaminados a proporcionar mano de obra temporal para trabajar en los campos agrícolas de Estados Unidos. También vemos el número creciente de mexicanos que salen del país ante la imposibilidad de tener un empleo y con la ilusión de obtenerlo en el país del norte y poder enviar dinero de regreso a sus familias.

Las famosas “remesas” son una fuente de divisas muy importante para el país, superando incluso a los ingresos petroleros.

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Ante esta realidad, ¿Por qué ahora reaccionamos en contra de los migrantes centroamericanos que transitan por el país hacia Estados Unidos? ¿Consideramos que solo los mexicanos tenemos derecho de cruzar el territorio nacional para buscar una mejor vida? ¿Tenemos alguna idea de lo que viven estas personas en el trayecto de sus países hasta la “nueva tierra prometida”?

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Reconozco que yo no tenía ninguna idea sobre las penalidades de los migrantes y en particular sobre lo que viven los niños de ese grupo. Para atenuar esta falta de conocimiento sobre el tema, un amigo me regaló un libro escrito por Valeria Luiselli, titulado Los Niños Perdidos.

Este libro me abrió los ojos en muchos aspectos. Ante todo, ahora sé que muchos de los migrantes centroamericanos son niños que hacen el viaje solos sin la compañía de padres, hermanos o familiares. Son niños que huyen de la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades en sus países. En la mayoría de los casos tienen parientes en Estados Unidos que les mandan dinero para pagar a los “coyotes” que los llevan a la frontera y los cruzan al otro lado. Principalmente son originarios de Guatemala, El Salvador y Honduras.

Al llegar a Estados Unidos, los niños se dejan atrapar por las autoridades norteamericanas, ya que, siendo centroamericanos, existe una legislación que permite que se queden si tienen un familiar que pueda actuar como su guardián. Para ello, es necesario llevar a cabo un proceso legal -con el apoyo de organizaciones filantrópicas, que consiguen la participación (gratuita) de un abogado- en el cual se tiene que demostrar la razón de salida de su país y la existencia del familiar guardián. Lo inquietante es que este proceso solo está disponible para los niños centroamericanos, ya que los niños mexicanos detenidos son deportados de inmediato.

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Los abogados que intervienen en defensa de los niños migrantes centroamericanos tienen que probar que en su país sufrían peligro de muerte a manos de las bandas de pandilleros o por hambruna. También deben demostrar la existencia del “guardián” y su capacidad moral y económica.

El riesgo para los niños y sus parientes, es que los "guardianes” usualmente son personas indocumentadas, que podrían a su vez ser deportadas porque su estatus en el país es de ilegales.

La mayoría de los juicios no logran su cometido y los niños (y en ocasiones los familiares) son deportados. La ironía es que los niños centroamericanos sufren mil problemas (robos, violaciones, viajar en “la Bestia”, agresiones de mafias de traficantes de niños y carteles delictivos) en el trayecto de su país a Estados Unidos, para llegar, entregarse, someterse a un juicio y finalmente ser regresados.

Al conocer las penalidades de los niños migrantes, yo acepto su ingreso, estancia y movimiento a través de México. Pero me pregunto ¿Qué debemos hacer nosotros los mexicanos? ¿Obstaculizar su ingreso y trayecto? ¿Permanecer al margen del problema? ¿Apoyarlos de alguna manera?

¿Qué conoces tú de las penalidades de los niños migrantes? ¿Cuál es tu posición al respecto?

Nota del editor: Miguel Ramírez Barber es socio director de ProfitConsulting , síguelo en su cuenta @mrbprofit

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