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Aprender los nuevos idiomas de la economía y la educación

Existe una diferencia entre el aprendizaje en el aula y la aplicación directa en la cadena productiva vinculada a las necesidades reales de las corporaciones, opina Rafael Campos Hernández.
mar 18 febrero 2020 06:58 PM
idiomas - aprendizaje - economía
El reto es ampliar la capacidad de comprensión de los nuevos idiomas que se requieren para integrarse y mantenerse en el mercado laboral, considera Rafael Campos Hernández.

(Expansión) – En las últimas 3 décadas, México ha pasado de ser un país protegido en su mercado a uno con apertura en su economía. La actualización del nuevo Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) manifiesta el compromiso del país en continuar con esta tendencia.

De entrada, México incrementó la diversidad de inversión en sectores como turismo, agroindustrias, manufactura automotriz, suministro de electro-electrónica, aeroespacial, entre otras. Este aumento en la productividad y competitividad han permitido a nuestra nación lograr una integración mayor a los procesos productivos de Norteamérica en particular.

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Continuar con este tipo de tratados nos obliga a darle un giro al tema educativo, para poder adaptarnos a las necesidades globales económicas, científicas y de conocimiento que ello requiere.

En este sentido, a pesar de los esfuerzos del gobierno de expandir la educación en todas las áreas del conocimiento, son cuatro facultades las que integran el 59% de la demanda de población por formación universitaria, al quedar de la siguiente manera: áreas Administrativas, Derecho (35% de nuevos ingresos), Ingeniería Industrial y Civil (24% de nuevos ingresos) y Ciencias de la Salud (10% de nuevos ingresos).

Por su parte, los ámbitos de ciencias naturales, matemáticas, estadística, tecnologías de la información y tecnologías de la comunicación quedan limitadas en su acceso a nuevos estudiantes incrementando los costos operativos y reduciendo la posibilidad de un mayor vínculo entre las universidades, las empresas y las necesidades de desarrollo del país.

En la actualidad, las compañías se quejan de que los egresados no cumplen con los perfiles laborales que requieren. Esta realidad -la demanda de programas convencionales, la desvinculación de los perfiles de egreso de las instituciones y los de ingreso al mercado laboral- presentan una gran oportunidad de generar nuevas alternativas de desarrollo personal, académico y profesional de los universitarios vinculados al crecimiento del estado.

El reto es ampliar la capacidad de comprensión de los nuevos idiomas que se requieren para integrarse y mantenerse en el mercado laboral. Entre estos nuevos idiomas están: manejo eficiente del español, conocimiento de las nuevas tecnologías aplicadas al trabajo, micro finanzas aplicadas a la vida cotidiana y la adquisición del lenguaje universal vigente.

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Desgloso en forma ejecutiva la importancia de cada uno de estos que generan un impacto real en la economía de un país.

El manejo eficiente del español en México es una necesidad para una comunicación real entre los miembros de las organizaciones. La gran diversidad del país hace que existan y se requiera una doble revisión de las afirmaciones para captar lo que se quiere expresar.

Frases como: cantinflear, fuchi, guácala, bomberazo, güey, neta, tipo de qué, cómo te explico, me entiendes, se transforman en orgullo nacional y mexicanismos que indirectamente limitan la comunicación homologada entre regiones y ciudades. Incluso manejamos el español del norte, del centro y del país.

Es correcto apoyar el manejo real de palabras regionales; sin embargo, es adecuado que se tenga un nivel de nuestra lengua, similar a los 9.5 años de escolaridad que oficialmente afirmamos tener.

En relación a las nuevas tecnologías aplicadas al trabajo, la academia proporciona el desarrollo de competencias para la vida y el ámbito laboral. No obstante, los equipos de desarrollo y el software que se utiliza en las escuelas, se adquieren, ya sea en versión educativa que integra los componentes esenciales, o en su caso, el uso de simuladores con el uso de material adaptado a laboratorios.

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Sólo un grupo privilegiado de instituciones de enseñanza superior tienen equipos de capacidad industrial. Esto lleva a que el aprendizaje de las nuevas generaciones siempre se limite por: equipamiento, software, tiempos de aplicación de la práctica y límites de expertos de la industria que se integren a la planta docente.

Por lo mismo existe una diferencia entre el aprendizaje en el aula y la aplicación directa en la cadena productiva vinculada a las necesidades reales de las corporaciones.

Un tercer lenguaje que se omite en la educación superior es el de micro finanza aplicada a la propia vida. Un porcentaje alto de personas de bajos recursos que ingresan a las instituciones públicas enfocan sus esfuerzos en salir de sus espacios familiares que tienen grandes carencias.

Las manifestaciones actuales de protestas por violencia de género e inseguridad en las calles hacen que los jóvenes busquen dónde vivir, poder estudiar, tener pan y techo. Esta realidad les nubla la posibilidad de buscar fuentes alternas de ingreso.

Los trabajos temporales de fin de semana, el desarrollo de productos que puedan comercializarse, el brindar servicios de acuerdo a los propios talentos, son elementos que pueden realizar e iniciar a “vender” bienes o servicios que les den un ingreso como apoyo al sustento de su vida universitaria. Esto además fomenta el sentido de creación de riqueza más que esperar un subsidio de papá o del gobierno.

El aprendizaje del lenguaje universal como medio de acceso al conocimiento es clave en el perfeccionamiento de los nuevos profesionistas. Hoy el inglés sigue siendo el idioma de mayor habla en el mundo. Asimismo, la comunidad científica y sus descubrimientos se multiplican en esta lengua en bibliotecas digitales de acceso libre.

México requiere un desarrollo de más angloparlantes que permita el acceso a las nuevas tecnologías, el desarrollo de nuevos proyectos de investigación y la implementación ágil de elementos del mundo científico. El sistema de educación superior de los Estados Unidos sigue siendo un referente mundial que puede impulsar el desarrollo de estudiantes mexicanos con visión de mundo.

El privilegio de la cercanía con espacios como Texas y California permite el tener contacto con investigadores de alto nivel a distancias accesibles para los educandos. Si además utilizamos las nuevas tecnologías: videoconferencia en celular, chat en tiempo real, mensajes de voz y acceso a revistas especializadas, el potencial de desarrollo se incrementa.

Necesitamos una nueva mentalidad en la que transformemos la búsqueda de becas y subsidios a una que nos lleve a buscar trabajo o generar micro empresas. La riqueza material, de talento, de diversidad que tenemos es una mina de recursos que exigen ser explotados en bien del desarrollo de los ciudadanos y su entorno.

La universidad pública es privilegiada en espacios y de investigación por lo que tiene la obligación moral de impulsar en cada uno de sus discípulos un uso ético de los recursos. Por su lado, las privadas, son una gran alternativa de formación que complementa con un apoyo al 35% de la población universitaria. La sinergia entre ambos sistemas apoyará el desarrollo de mejores profesionistas que impulsen el cambio real de nuestro México.

Nota del editor: Rafael Campos Hernández es Rector Institucional de Aliat Universidades. Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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