En un análisis simple de estos datos nos percatamos que existen 4 grandes núcleos de clasificación, pero en su interior encontramos un mayor número de visiones distintas para afrontar el reto de formar a las nuevas generaciones de profesionistas.
Es un hecho que el perfil de egreso de un Ingeniero Industrial, por ejemplo, tiene gran diferencia no sólo en estos sectores de clasificación, sino en las diferentes regiones, subniveles o modalidades de aprendizaje. Es dentro de esta realidad tan compleja que presenta el sector de la educación superior que se requiere de una nueva perspectiva para afrontar los retos actuales.
Un primer escenario ante esta realidad de la educación profesional en México es la simplificación del proceso para otorgar y controlar la validez oficial de estudios en programas vinculados a las necesidades sociales. Los diferentes subsectores: federal, estatal, público, privado, politécnicas, tecnológicas han generado una complejidad para el control de los servicios que se brindan.
Esto ha llevado a que los procesos de investigación de los problemas sociales y de demanda del mercado, la generación de programas de formación que respondan a estos requerimientos, así como el obtener la acreditación para ofertar oficialmente el programa y la formación de los jóvenes con su certificación, lleven cuando mínimo 5 años.
¿Cómo facilitar a las universidades, como mayores de edad, la delegación de responsabilidad para que formen en menor tiempo a más mexicanos con demandas reales del mercado?