La Ciudad de México es un caso icónico de esto, principalmente por el contraste entre sus dos principales demarcaciones administrativas: la Ciudad de México y el Estado de México.
El gobierno de Claudia Sheinbaum, a pesar de cacarear la compra de unidades nuevas para Trolebús y la apertura del carril Trolebici en Eje Central, continúa favoreciendo el uso del auto particular con la construcción de tres nuevos puentes vehiculares, incluyendo uno que amenaza el área de humedales de Xochimilco.
Nada nuevo para el mismo grupo político que inauguró la era de los segundos pisos en la ciudad hace casi 15 años. La pregunta es: ¿como sociedad permanecemos en el mismo pasmo que hace 15 años? ¿El transporte decente es igual de irrelevante en la agenda de hoy?
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Si bien las políticas del Gobierno de la CDMX son errantes y hasta esquizofrénicas, al menos se identifica interés por salir del molde cochista. Del otro de la megalópolis, la administración de Alfredo del Mazo no sólo sigue ausente en el tema, sino que se hace presente sólo para elevarle el costo del transporte público a los usuarios, que ahora deberán pagar dos pesos más por el mismo transporte indigno.
Un total de 12 pesos por un traslado lleno de oportunidades para ser asaltad@, violad@, apuñala@ o atropellad@. Vaya privilegio, lo bueno es que el PRI ha aprendido la lección de los mexicanos en las urnas.
Nota del editor: Juan Mayorga es periodista especializado en asuntos ambientales, principalmente cambio climático, transición energética y desarrollo urbano sustentable. Es maestro en Public Management y GeoGovernance por la Universidad de Potsdam, Alemania, colaborador de medios nacionales e internacionales. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
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