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¿Qué permanecerá en la educación en la próxima década?

Lo que buscamos como mujeres y hombres de la sociedad contemporánea es tener elementos que nos ayuden a crecer, adaptarnos y vivir en forma adecuada, opina Rafael Campos.
vie 13 marzo 2020 08:44 PM
Educación del futuro - educación 2030 - educación
La enseñanza tiene el gran reto para el 2030 de integrar en una experiencia de aprendizaje elementos como: cuidado individual, actualización permanente, balance emocional y desarrollo íntegro de la persona, entre otros, apunta Rafael Campos.

(Expansión) – Una vista rápida en la historia nos permite ver grandes etapas de la humanidad. La primera nos remonta a Mesopotamia 9,000 años atrás. En esta época se inicia un movimiento por el cual el hombre emprende la construcción de explicaciones mágicas y milagrosas, que intentan exponer la vida a través de la presencia de dioses, tótems, y espíritus.

Los seres humanos nos sentimos indefensos ante la grandeza del mundo y se genera una cultura en la cual los líderes, al no poder explicar los hechos, se conectan con la divinidad y piden su intercesión protectora. La razón del mundo se encuentra en una visión teológica.

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La segunda etapa surge 500 años atrás, en el siglo XIV. El hombre se descubre como ser pensante. Inicia el proceso de reconstruir las definiciones del mundo, la historia, la cultura y la sociedad a partir de una visión humanista donde él hombre es el centro de las mismas.

De acuerdo a David Brooks (2013), la filosofía y explicación actual de los hechos es por el dataísmo. Es decir, ante un mundo complejo, los datos que se construyen en información dan la certeza de avanzar en un universo que presenta muchas rutas y espacios.

Ésta se encuentra integrada en nuestra vida en los registros de conductas en forma de: bocina inteligente, robots que limpian la casa, lavadoras programadas remotamente, casas inteligentes que son capaces de ajustar temperatura, música, ambiente y confort para las personas, y cámaras de seguridad que “aprenden” a reconocer a los individuos.

Ante estos hechos, es importante preguntarnos hoy en día, ¿qué permanecerá en la educación en la próxima década? Más aún, ¿qué debemos de hacer para preparar a las nuevas generaciones? Partamos de las necesidades sociales e individuales que ya tenemos.

A manera de una síntesis de lo que ocurre en nuestra sociedad podemos darnos cuenta que: elegimos adoptar mascotas en lugar de construir una familia; buscamos contenido atractivo (TikTok) que se transforman en virales; compartimos memes en diferentes grupos y al fin del día recolectamos los mismos mensajes de los distintos grupos a los cuales pertenecemos.

Queremos experiencias únicas y personalizadas. Nos interesa que llegue a la casa el súper o la comida preparada para dedicarnos a tiempo personal. Reutilizamos los materiales y dejamos de usar plástico para no matar más seres en el océano. Nos molesta la violencia, los feminicidios, la injusticia, la contaminación, el ruido, el desprecio por la vida. La ansiedad, las preocupaciones y el estrés son la enfermedad de la época.

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En el fondo, lo que buscamos como mujeres y hombres de la sociedad contemporánea es tener elementos que nos ayuden a crecer, adaptarnos y vivir en forma adecuada.

La enseñanza tiene el gran reto para el 2030 de integrar en una experiencia de aprendizaje elementos como: cuidado individual, actualización permanente, balance emocional, desarrollo íntegro de la persona, creación de una sociedad justa y equitativa.

Si traducimos estas necesidades en estrategias educativas tenemos que los perfiles de egreso de los programas de formación deberán de considerar las siguientes competencias para trascender:

1. Desarrollar un plan de vida personal que dé sentido, claridad y visión. Esto evitará la desorientación de los individuos ante lo abrumante de la información.

2. Impulsar el “aprender a aprender” como forma natural de reinventarse en cada momento con el fin de mantenerse vigente en el mercado del empleo. De esta forma se expulsa la obsolescencia laboral.

3. Formar en los individuos la fortaleza que les lleve a ser tenaces, perseverantes, resistentes a los cambios continuos, esto con el fin de lograr sus metas. Así se evitarán conductas de sólo aceptar compromisos de corto plazo que dinamitan el poder tener proyectos sustentables.

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4. Inculcar la aceptación de las diferencias individuales. Más que nunca es importante aceptar la discapacidad, al indígena, al mestizo, al extranjero, al de diferente religión o conductas sexuales. El mundo requiere de aceptar a cada persona con autenticidad y tener la inclusión como elemento base de la sociedad.

5. Motivar a desarrollar al máximo lo que apasiona a cada estudiante. La transformación de la sociedad exigirá una visión más centrada en la emoción que en la razón. Esto implica el enfoque a un desarrollo de la inteligencia emocional de las y los estudiantes que incremente su intuición para resolver problemas.

6. Generar en los jóvenes liderazgo para crear nuevas empresas con sentido social. En la medida que desarrollemos en los universitarios un sentido para fundar compañías, estarán auto empleándose y generando trabajos.

7. Integrar a su vida las nuevas tecnologías, el análisis permanente de información, el cuidado de la salud, la visión local, la perspectiva global, la ética ciudadana y el trabajo por construir una sociedad más justa a la vez que fraterna.

Estas siete competencias permanecerán en el 2030 a pesar de lo acelerado del desarrollo del conocimiento, la ciencia y la tecnología.

Nota del editor: Rafael Campos Hernández es Rector Institucional de Aliat Universidades. Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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