La segunda etapa surge 500 años atrás, en el siglo XIV. El hombre se descubre como ser pensante. Inicia el proceso de reconstruir las definiciones del mundo, la historia, la cultura y la sociedad a partir de una visión humanista donde él hombre es el centro de las mismas.
De acuerdo a David Brooks (2013), la filosofía y explicación actual de los hechos es por el dataísmo. Es decir, ante un mundo complejo, los datos que se construyen en información dan la certeza de avanzar en un universo que presenta muchas rutas y espacios.
Ésta se encuentra integrada en nuestra vida en los registros de conductas en forma de: bocina inteligente, robots que limpian la casa, lavadoras programadas remotamente, casas inteligentes que son capaces de ajustar temperatura, música, ambiente y confort para las personas, y cámaras de seguridad que “aprenden” a reconocer a los individuos.
Ante estos hechos, es importante preguntarnos hoy en día, ¿qué permanecerá en la educación en la próxima década? Más aún, ¿qué debemos de hacer para preparar a las nuevas generaciones? Partamos de las necesidades sociales e individuales que ya tenemos.
A manera de una síntesis de lo que ocurre en nuestra sociedad podemos darnos cuenta que: elegimos adoptar mascotas en lugar de construir una familia; buscamos contenido atractivo (TikTok) que se transforman en virales; compartimos memes en diferentes grupos y al fin del día recolectamos los mismos mensajes de los distintos grupos a los cuales pertenecemos.
Queremos experiencias únicas y personalizadas. Nos interesa que llegue a la casa el súper o la comida preparada para dedicarnos a tiempo personal. Reutilizamos los materiales y dejamos de usar plástico para no matar más seres en el océano. Nos molesta la violencia, los feminicidios, la injusticia, la contaminación, el ruido, el desprecio por la vida. La ansiedad, las preocupaciones y el estrés son la enfermedad de la época.