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Hay que salvar a la industria petrolera y al grado de inversión del país

La salida que tiene el gobierno para evitar un castigo al grado de inversión parece ser refundar a la petrolera paraestatal, opina Iván Franco.
vie 27 marzo 2020 11:59 PM
Pemex - industria petrolera
Pemex está diagnosticada con una enfermedad crónica, degenerativa y sin una salvación que incluya el concepto de rentabilidad, considera Iván Franco.
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Primero, México no pierde su grado de inversión, que es el elemento clave en la salud financiera del país y para evitar una corrida de capitales, que es el escenario previsible ante una degradación de nota por debajo del grado de inversión. Repito, aún no estamos ahí.

En segundo lugar, es fundamental analizar las razones que dio S&P para su nueva nota. Entre ellas, se encuentra el recrudecimiento de las perspectivas económicas del periodo 2020-2023, a raíz de los choques temporales (supongo que el Covid-19), que vendrán a empeorar el rumbo de crecimiento del país.

Sin embargo, el argumento clave que da la calificadora es la caída en el precio del petróleo y las perspectivas negativas que tiene Pemex. Es decir, la presión que ejerce la paraestatal sobre las cuentas fiscales, que compromete a las finanzas públicas del país debido a la continua inyección de recursos que el gobierno tiene que darle.

LEE: Así te impactará el recorte a la calificación de México por parte de S&P

Dado que la causa de la nueva calificación es Pemex, considero que ha llegado el momento de hacer algo distinto con esta empresa. Para ser honestos, Pemex no tiene ninguna salida financieramente viable que revierta su delicada situación, dados los nuevos precios del petróleo y sus urgentes requerimientos de capital.

Dentro de poco tiempo, es previsible que las agencias calificadoras reduzcan nuevamente la nota para Pemex, hasta llegar a un punto que le otorguen el grado especulativo. Cuando esto suceda, es posible que el contagio llegue hasta la nota soberana y se comprometa el grado de inversión de México.

Como dicen por ahí, sobre advertencia no hay engaño. Las agencias calificadoras, aunque a muchos no nos gusten por los conflictos de interés que tienen, son los jurados monopólicos para calificar la deuda.

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Por ello, es conveniente redefinir, dentro del contexto de la soberanía energética, la nueva política petrolera de México.

'Downsizing' y refundación de la paraestatal

Dado el nivel de pasivo que tiene Pemex, parece imposible revertir su deterioro con inyecciones de dinero del Estado sin tener que pagar un alto costo social. Es probable que, dentro de algún tiempo, la empresa ya no pueda emitir deuda que no sea considerada especulativa, y entonces vendría lo inevitable, pero esta vez, con un mayor costo.

Pemex está diagnosticada con una enfermedad crónica, degenerativa y sin una salvación que incluya el concepto de rentabilidad. Contrariamente, la industria petrolera nacional tiene una perspectiva muy diferente, y hasta promisoria.

Por ello, la industria no podrá continuar su camino con Pemex al lado, ya que, la paraestatal es un pasivo que le resta capacidad de maniobra hacia el futuro.

La mejor alternativa es desintegrar a Pemex para salvar a la industria petrolera, y de paso, a las finanzas públicas y al grado de inversión de México.

El gobierno tiene hoy la opción de fundar una nueva empresa petrolera paraestatal menos gruesa y más dinámica; quizá, haciéndola pública en algunas áreas y continuando con la participación privada en las actividades de extracción en aguas profundas.

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La clave estará en desincorporar el pasivo laboral de Pemex de la actividad de exploración y extracción de la nueva empresa. Son dos rubros distintos que se excluyen mutuamente.

Es decir, la idea es escindir los numerosos activos no esenciales de Pemex, como hospitales y escuelas, para que sirvan como “amortiguadores” de su también voluminoso pasivo laboral. En otras palabras, darle a su sindicato lo que le corresponde por derecho, pero excluyendo todas estas áreas no esenciales de la nueva empresa.

En una ocasión, le comenté esta propuesta a un exsubsecretario de Hacienda y se sorprendió, porque no sabía que Pemex contaba con todos estos activos no esenciales.

En fin. Esquemas de disolución y opciones hay, solo falta hacerlo.

En el contexto económico actual de reducción de ingresos públicos, disminución del precio del petróleo y de la plataforma de producción, la salida que tiene el gobierno para evitar un castigo al grado de inversión parece ser refundar a la petrolera paraestatal.

Mi predicción es que así sucederá, y mientras menos tiempo se pierda, mejor.

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