(Expansión) – La vida nos ha cambiado a todos. De pronto, sin pensarlo y esperarlo, perdimos nuestra “libertad”, nuestra estabilidad económica, nuestra escuela… nuestra vida diaria. Peor aún, están quienes perdieron la salud o quizá algún ser querido.
Todo ha pasado de pronto y sin decir “agua va” o más bien sin creer realmente que la tormenta de verdad se avecinaba.
Estamos de pronto en casa, encerrados y a la expectativa de lo que pueda pasar mientras el tiempo transcurre. Pasan las horas y con ellas los días, las semanas. Nuestros hijos nos preguntan continuamente cuándo volverán a la escuela mientras nosotros, sin respuesta, nos preguntamos cuándo volverá a nuestra vida la “normalidad”… y es que nadie lo sabe y lo poco que se sabe no es confiable, estamos perdiendo hasta la confianza en quienes están dirigiendo al país en esta crisis que nos está haciendo tanto daño a todos.
La pandemia nos ha unido ya que no ha distinguido entre hombres, mujeres, jóvenes o viejos. No distingue entre países ni clases sociales; todos estamos expuestos a enfermarnos y todos estamos enfrentando pérdidas, y de una forma desesperada estamos buscando y generando información de todo tipo y ya poco distinguimos entre lo falso y verdadero, entre lo importante y lo intrascendente.
El encierro nos está confrontando con nuestra familia y con nosotros mismos mientras la pérdida continúa.
Tenemos que detenernos y entender que debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para enfrentar esta problemática de la mejor manera. Debemos ser empáticos con quienes “quedarse en casa” es quedarse con su violentador; también generar conciencia de que esta realidad impacta de diversas formas a cada uno y debemos de ser generosos y compasivos, entendiendo la compasión como el sentimiento que nos genera la desgracia de otra persona porque entendemos el sufrimiento por el que atraviesa y entendemos que, a la larga, el sufrimiento de muchos, se vuelve la nube de melancolía y tristeza que acaba reinando.
Si perdemos de vista que en esta problemática estamos todos y que, al perjudicar a unos, nos perjudicamos nosotros mismos, la situación será insostenible. Hoy más que nunca debemos de generar conciencia por los demás, no podemos pensar y actuar de forma individual; nuestras acciones tienen que contemplar al otro ya que la generosidad que tengamos hacia el otro repercutirá en nosotros.
Los tiempos del Covid-19 son tiempos de reflexión, de experimentar nuestras aflicciones y las del prójimo; de recapitular, aprender atesorar el presente y vivir sólo en él. Los tiempos del coronavirus nos pueden llevar a la más profunda introspección y con ello aprender a ver la vida únicamente desde el instante que estamos viviendo.
Nota del editor: Ximena Ugarte Luiselli es líder y referente mexicana en materia de Responsabilidad Social; actualmente es Directora General de la consultoría Creando Responsabilidad Social para asesorar en esta materia a empresas y fundaciones. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a al autora.