Ya con las fatídicas proyecciones en la mano, Guillermo Torre se reunió con los empresarios más poderosos del estado, que conforman el G10, y advirtió que no había tiempo qué perder. El plan de salvamento tenía que activarse ya.
Nuevo León, hoy, no está en la lista negra de las 10 entidades con el mayor número de muertes y contagios por el COVID-19. Pero acaricia el crac económico. Los empresarios de Monterrey, la capital del estado, están preocupados por la suerte de sus negocios y cuestionan las decisiones tomadas por el gobierno federal para contrarrestar los impactos en la actividad económica.
El coronavirus alteró el ambiente de negocios de Monterrey, la segunda plaza más importante para la captación de capitales. El G10 se ha convertido en un G17. La urgencia por contrarrestar la crisis orilló a los miembros de este selecto grupo a contratar los servicios de consultoría de McKinsey y a sumar a 7 corporativos para instrumentar tres líneas de acción que permitan dotar de equipo médico al sector salud, ayudar temporalmente a quienes han perdido su empleo y ganaban menos de 10,000 pesos mensuales, así como prepararse para la reactivación económica.
Antes de esta pesadilla, el G10 se reunía una vez al mes. Ahora, con nuevos miembros, las citas ocurren una por semana, virtuales, en las que conocen el estatus del modelo de gestión de crisis que diariamente trabaja McKinsey -con autoridades estatales (Economía, Salud, Trabajo)- que integra los dashboards con las curvas de contagios, el inventario de equipo médico, la reconversión hospitalaria.
También exploran lo que llaman reopening economy, donde reciben ejemplos de otros países en cuanto a sus estrategias de reactivación económica, aunque tienen presente que aún no se ve la luz al final del túnel por la incertidumbre que prevalece.