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¿Qué es la transformación de México?

Si votan por la transformación que hoy ofrece el gobierno, seguirán solapando a un régimen que no va a ningún lado, opina Claudio Rodríguez-Galán.
dom 14 junio 2020 07:00 AM

(Expansión) - Desde hace ya varios meses escuchamos a diario que México votó por una transformación y que, derivado de ello, se obtuvo una aplastante victoria a favor de un proyecto que ofrecería lo que se denominó la “cuarta transformación”.

Hasta ahí todo bien y, efectivamente, negar el apoyo popular a dicho concepto sería un ejercicio ocioso.

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Pero, ¿qué es lo que se entiende o debemos entender por transformación?

Lo resalto porque durante las últimas dos semanas, en una gira por demás irracional por realizarla justo cuando el país atraviesa por el pico más alto de la pandemia del COVID-19, –lo cual mandó señales a la población de que es posible salir a la calle sin riesgos–, el presidente manifestó que, “o se está a favor de la trasformación, o se está en contra de la transformación”.

Vuelvo a preguntar, ¿qué es la transformación que los mexicanos queremos?

Empiezo por señalar que los absolutos no caben en un país democrático. Punto. El decir de forma categórica que o se está a favor de una transformación abanderada del gobierno en turno, o se está en contra, es simple y sencillamente una manifestación que cierra todo diálogo y canal de comunicación, amén de que suelta tintes confirmatorios de una dictadura mesiánica tropical.

El presidente no se cansa de dividir y de confirmar que es un incansable populista.

México efectivamente estaba harto de la corrupción, de los negocios de los amigos cercanos al poder, de los millonarios sexenales, de las estafas maestras, de los gobernadores billonarios que se hacían de la noche a la mañana, de la burla de éstos hacia el sistema judicial y a la pobreza de millones de mexicanos.

Harto del hambre directa o indirecta creada por la absoluta indiferencia de los gobiernos previos, de la inseguridad que controla la vida de todos, de la publicación de la vida social de las familias sexenales en las llamadas revistas del corazón, de los contratistas favoritos, de las casas blancas, del tráfico de influencias… la lista es interminable.

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Creo que no hay mexicano que asegure que terminar con todo eso y para siempre no merece una profunda transformación.

Si a eso se refiere el presidente, no hay nadie que pueda estar en desacuerdo, salvo que esté dentro del grupo de quienes gozan de esos privilegios. Sin embargo, yo tengo otros datos.

La transformación que hasta hoy nos ofrece el presidente representa la destrucción de las instituciones, de los canales de comunicación, de los organismos autónomos, de los contrapesos, y de la toma de decisiones sin racionales técnicos, financieros, económicos, legales ni de costo-beneficio.

Esa transformación que promueve el Gobierno mexicano alude también a la adopción de políticas por revancha o resentimiento, a la cancelación de inversiones nacionales o internacionales, a la pérdida de empleos, a la destrucción de la confianza de inversionistas, a la fuga de capitales, al crecimiento de 0% en el 2019 (antes de la pandemia), y a la contaminación del aire y destrucción de reservas ecológicas.

Así, yo les pregunto, ¿qué entienden por transformación?

¿Transformación son las ocurrencias sin pies ni cabeza, los desplantes al orden establecido y a las instituciones, mantener a políticos impresentables como Manuel Barlett y Rocío Nahle?.

¿Transformación es la nueva corrupción de cuates encubierta de un falso sentido social, y hacer el ridículo ante foros nacionales e internacionales por la inexperiencia e incapacidad probada de funcionarios que provienen de la nada y que no han hecho absolutamente nada?

"Me siento satisfecho con lo alcanzado” | #EnSegundos

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¿Transformación es seguir mintiendo sobre las maravillas del socialismo y lo “bien que íbamos”, mientras se minan las reservas de fondos de contingencia por errores financieros garrafales y visiones retrógradas?

¿Transformación es haber alcanzado en 18 meses una situación peor que la que se tenía antes?

Pregunto, si esa es la transformación que quieren y no la primera, México seguirá siendo el patio de juegos de elites políticas, sin importar el color del partido.

Ahora, si vamos a jugar a los absolutos –como le gusta tanto a este gobierno– y hablando de forjar destinos, pregunto a los votantes que no han abierto todavía los ojos ante esta farsa: ¿o se está del lado de la verdadera transformación que acabe de manera decidida con las podridas elites políticas o se está en contra de ella?

Si votan por la transformación que hoy ofrece el gobierno, seguirán solapando a un régimen que no va a ningún lado, cuyos dirigentes se irán a sus ranchos, haciendas o quintas dejando al país en una situación peor en la que estábamos.

Probablemente, cuando dejen el gobierno, hastiados de hacer jugosos negocios y cargados de culpas por sus garrafales errores ideológicos, nos dirán solamente “que lástima, tan bien que íbamos”.

Nota del editor: Claudio Rodríguez-Galán es Maestro en Derecho por la University Exeter. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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